Es muy difícil entender que un político como Norman Wray acepte y justifique hacer de las Islas Galápagos un portaviones gringo, como decidió el ministro Osvaldo Jarrín. Igual es inimaginable dejar pasar por alto que Juan Sebastián Roldán opine que en sus fiestas taurinas se pueda sacrificar a los toros porque son actos privados (¿debe suponerse que su colega María Paula Romo asumiría que también la violencia de género se admite cuando es de carácter privado?). Del mismo modo es una ofensa al sentido común que dicha ministra explique la prisión ilegal e injusta a Ola Bini porque cree que el ciudadano sueco se subía a los aviones donde viajaba Ricardo Patiño; e incluso que ahora mire para otro lado cuando el Reino Unido accede extraditar a Julian Assange.

Todos ellos han superado los 40 años de edad y llevan más de 15 en la actividad política. Ya no son los jóvenes idealistas que proclamaron la pregunta dura de ese momento: “¿Quién jodió al país?”. Lo hicieron para renegar de la partidocracia a la que ahora se someten, parecería, con enorme encanto. Hoy por hoy son los instrumentos mejor aceitados de la derecha oligárquica del Ecuador y de la embajada del norte, a la que sirvieron indirectamente a través de una fundación –Esquel- con notables intereses políticos ayer y hoy. 

En otras palabras: si ahora son así (retratando una condición facha) es que nunca fueron de izquierda y engañaron a muchos con sus posturas y falsas convicciones. Pocos, por más poderoso don dinero, cambian profundamente; menos se convierten en los aduladores de un personaje de precario talento intelectual, corrupto por los innumerables indicios de cuentas en el extranjero, traidor de una amistad y un proyecto político del que se vanagloriaba durante más de diez años. Ellos (los Rotura de los 25) se fueron del gobierno de Rafael Correa porque teóricamente estaban en contra de halagar al “caudillo” por dizque no aprobar la ‘metida de la mano’ en la justicia (aunque ahora Romo sea abusiva con el manejo de la Fiscalía y el Consejo de la Judicatura).

La Rotura de los 25 ha fallecido políticamente, por una condena histórica fundamental: son de derecha y están del lado de los poderes más oscuros y ambiciosos del Ecuador. No hace falta que como movimiento político hayan recuperado su inscripción legal; porque más que fallecer o desaparecer, en la práctica se han constituido en el referente facho de nuestra historia política. Por ejemplo, los audios de Romo con Elizabeth Cabezas son más que un síntoma del modo que concibe la política quien se preciaba de liberal y jurista académicamente pura.

En algunas conversaciones se escucha esta frase: “Pobre Norman”. ¿Pobre Norman Wray por estar donde nunca debió estar o porque por las difíciles circunstancias personales que le dejó la campaña presidencial necesitó un trabajo para sostener a su familia? No, la pobreza se refiere a su actual posición política y de esa no se sale fácil…

¡Y ni qué decir del más cínico de todos! Roldán se ha convertido en una triste caricatura de César Verduga, que a su lado queda enaltecido acaso por su sagacidad política e intelectual. El aprendiz de torero, como es tachado en las redes sociales, tiene la facultad de supuestamente imponer viceministros a su gusto en el gabinete, en franca disputa con Santiago Cuesta y hace poco con Andrés Michelena. Es él quien más alaba las cualidades compasivas de su jefe sin rubor alguno. Pero en realidad no deja de ser un diligente y mendaz funcionario que está bien donde le den poder o un nivel de incidencia directa, y es que dado su origen social no reconoce ser un segundón… los hacendados no dejan de mandar y cholear el resto de su vida aunque no tengan un metro cuadrado de tierra o una cuenta abultada en el banco.

Ellos pusieron la cara al peor gobierno de la historia del Ecuador y ahora asumen como suyas acciones y medidas que criticaron en su época de pretendidos izquierdistas. La historia sabrá saldar cuentas con su conducta y complicidad. ¿Pero cuando ya no tengan cómo justificar cada acto arbitrario de este gobierno se irán diciendo que no estaba en sus manos ninguna decisión política y/o agudeza jurídica?

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