A menos de cinco meses de las elecciones Ecuador 2021, hay varios mitos que se repiten entre los candidatos y generadores de opinión que requieren precisión.

1.    Los Jóvenes son anti-establishment y votan por jóvenes

Mito: ““Si un candidato defiende a los animales, defiende las libertades sexuales o los derechos de la naturaleza, gozará de mayor aceptación en los votantes adolescentes que también tienen esas preferencias”

Si bien los jóvenes de entre 16 y 35 años son un segmento clave para los partidos y movimientos políticos ya que representa el 44% de los ecuatorianos aptos para votar, losjóvenes no son una categoría homogénea, es muy complicado hablar de “los jóvenes” como un todo, sino varios de varios tipos de jóvenes. Al no ser todos iguales, no votan todos iguales, no todos son progresistas y tienen demandas antiestablishment, porque no tienen las mismas oportunidades. 

Es común creer que ser joven es sinónimo de renovación, cambio, sobretodo cuando nos vemos en otras latitudes, “tipos ideales” de jóvenes activistas del medio ambiente como Greta Thunberg, sin embargo, es muy difícil que un joven de las zonas rurales y empobrecidas de Ecuador despliegue sus preferencias posmaterialistas si no tiene agua, luz, trabajo.

2.    Gana el candidato con el mejor plan de gobierno

Mito: “los electores son votantes racionales que escogen por quién votar después de leer el plan de gobierno y comparar con otros planes de gobierno” 

Tomar una decisión en cualquier ámbito es complejo. Los votantes toman sus decisiones políticas, como en todas sus circunstancias de su vida, considerando que ni presidentes, ni ministros, asambleístas o partidos políticos gozan de su confianza para actuar como articuladores de sus intereses. 

Que la verdad nos hará libres es un mito. El lingüista y científico cognitivo George Lakoff señala que el mito “la verdad nos hará libres” se basa en que “como las personas en principio son seres racionales, si nos limitamos a informarlas de los hechos, llegarán a conclusiones correctas”. No obstante, la ciencia cognitiva ha demostrado que la gente no piensa así. “Las personas piensan en marcos”, que define como “estructuras mentales que moldean nuestra visión del mundo”, que no se ven ni se oyen, que son parte de lo que los científicos llaman “inconsciente cognitivo”, al que no se puede acceder de manera consciente.

Aunque nuestros candidatos nos presenten datos, planes, políticas; para cobrar sentido tendrán que encajar con lo que ya existe en nuestro cerebro y nuestro corazón. El plan de gobierno en sí mismo no sirve para conseguir votos, y peor aún considerando el momento político (estado de ánimo super negativo, decepción, apatía,sentimiento de orfandad, pérdida de confianza y rechazo de los ciudadanos a las instituciones), cuyas soluciones no pasan por los tecnicismos del mejor plan para los electores, sino por quien me puede convencer que realmente me puede proteger y dar esperanza en este momento. 

3.Por la pandemia, las próximas elecciones serán digitales

Mito:  “Ganaremos las elecciones en las redes y con tendencias en Twitter”

Considerando los avances del país en conectividad y el contexto de la pandemia, las elecciones del 2021 estarán marcadas por una campaña digitalizada, sin embargo existen grandes segmentos de la población que no tienen acceso a internet. Las cifras evidencian que en el país aún existe desigualdad tanto en el acceso a recursos tecnológicos como a servicios. En 2019 el porcentaje de hogares con acceso a Internet a escala nacional alcanzó el 45,5%. Es decir, más de la mitad de familias no cuenta con este servicio.

Incluso en las familias que ya tienen acceso habrá una saturación de información y lo importante será innovar en los mensajes, estilos, y formas de interacción. 

Los repertorios clásicos de una campaña política como el puerta a puerta, o los mítines que agrupen a cientos de militantes tendrán que ser repensados en una lógica democrática más individual, debido a la pandemia. Los encuentros frente a frente son importantes, generan confianza, cercanía, empatía y deben ser repensados en formatos más seguros, locales, e innovadores.

4.    Los electores votan por las grandes corrientes ideológicas

Mito: “Existen electores definidos ya sea de derecha o izquierda cuyo voto es importante captar”

A menos de cinco meses de las elecciones, 17 binomios presidenciales entregaron la documentación, en tanto que partidos y movimientos presentaron un total de 18 listas de candidatos a asambleístas nacionales. Esto confirma un escenario político fragmentado, donde existen más candidatos que partidos políticos en Ecuador. Los partidos políticos aquí, no han establecido raíces profundas en la sociedad, no tienen vínculos con grupos corporativistas de la sociedad civil y varios no son consistentes con su posición ideológica. Esto confirma lo que la politóloga Conaghan decía de los partidos políticos en Ecuador: las divisiones partidarias crónicas y deserciones de líderes sólo realzan la imagen de los partidos como vehículos electorales para políticos ambiciosos” (Conaghan, 1995). 

Las preferencias en nuestro país no necesariamente se articulan por el eje: izquierda / derecha. Existen ciertas características sociales que determinan las preferencias políticas de los ecuatorianos. Un clivaje se entiende como una división o fractura confrontacional entre distintos grupos que genera la organización del conflicto en torno a ellos. Entre los clivajes que ordenan las preferencias electorales en Ecuador, nos encontramos con la fractura: Correísmo / Anticorreismo; en lo regional: sierra / costa; en lo posmaterial: lo nuevo / viejo, etc.

5.Los políticos se presentan como “no políticos”

Mito: “los políticos que se dicen no políticos son más confiables”

Estamos atravesando una época de gran desconexión entre partidos políticos y electores. La mayoría de ciudadanos no sienten una respuesta recíproca y empática a sus problemas cotidianos, y lo que ocurre, en consecuencia, es que en lugar de exigir, algunos ciudadanos se alejan de la política. En Ecuador, crece un  sentimiento antipolítico: un sentimiento del “que se vayan todos”. Es muy normal en esta época escuchar afirmaciones como las del exvicepresidente Sonnenholzner en su renuncia al decir “no soy un político y creo que nunca lo seré” y que estas afirmaciones sean populares a pesar de que haya sido vicepresidente del país durante tres años, haya participado en el manejo de la emergencia sanitaria del covid y represente a los intereses de las elites guayaquileñas.

Alejarse de la etiqueta “político” es entendible en un país que atraviesa una crisis de legitimidad y que rechaza a las instituciones políticas. Hoy en día, los ecuatorianos  confían más en instituciones como la Iglesia, policía y los militares que en los actores políticos, la Asamblea Nacional y los medios de comunicación. 

Sin embargo, como Arnold J. Toynbee decía, el mayor castigo para quienes no se interesan por la política, es que serán gobernados por personas que sí se interesan. Hay que partir de la premisa que todos los políticos quieren poder. Así lo hagan por vanidad o por un proyecto político detrás, aspiran al poder y eso es absolutamente legítimo ¿Qué hacen con ese poder, es la cuestión?

Por Editor