Nos han enseñado que sin los bancos privados no es posible desarrollar actividades productivas y de comercialización en el sistema capitalista. Su función principal es la provisión de recursos para la circulación de bienes, y siendo así, queda en segundo lugar el hecho de que la banca es un negocio privado, por tanto para obtener ganancias. Esta premisa hace que entonces sea fundamental ejercer control estatal sobre la banca, porque en teoría el Estado está para velar por el bien de todos, y siempre puede pasar lo que nos ocurrió en los meses de la pandemia mundial y de la cuarentena obligatoria.
César Augusto Sosa publicó en su columna de opinión en el diario El Comercio, del 24 de agosto del 2020, citando fuentes oficiales y públicas del Banco Central de la República del Ecuador, que el país contaba con 58 mil millones de dólares norteamericanos antes de la cuarentena y que esta cifra subió a 59 mil millones en junio de este año; ¡EN BILLETES y en “cuasi dinero”!, que el mismo explica son recursos en cuentas de ahorro, plazos, operaciones de reporto, fondos de tarjeta habientes y otros, que en mi opinión hubiesen permitido mantener funcionando la economía, si se hacía lo adecuado.
Porque esto era así, con cierto remordimiento más que por decoro, el director de la Asociación de Bancos Privados de manera pública anunciaba la disponibilidad de su gremio para inyectar 12 MIL MILLONES DE DÓLARES en la golpeada economía ecuatoriana, recursos frescos destinados en un 70% para incentivar la producción y un 30% para crédito de consumo; y ante la pregunta de un acucioso periodista sobre porqué para consumo, -supongo haciéndose eco de la crítica de que la banca ecuatoriana solo presta para la compra de bienes de consumo suntuario y no actúa como una banca de desarrollo-, el vocero bancario respondió una verdad de Perogrullo: pues si vamos a incentivar la producción, hay que destinar recursos para que haya quien compre esa producción.
Para entender la magnitud de la propuesta, 12 mil millones hubiera podido mantener todo el aparato productivo nacional sin despidos y sin quiebras de empresas de todo orden con solo esta inyección en la economía, a través de créditos en condiciones blandas y de largo plazo, garantizados por medidas complementarias desde el gobierno, como la utilización del dinero electrónico, o emisiones de bonos en base a ese formidable respaldo de la economía ecuatoriana. La oferta apenas si duro unas horas, hasta cuando el más poderoso banquero del Ecuador hizo público un mensaje en Twitter, desaprobando la iniciativa, que efectivamente iba en exacta contravía de su proyecto neoliberal de quebrar la economía ecuatoriana.
En reemplazo, Guillermo Lasso inició una colecta pública, metiéndose la mano al bolsillo y aportando con 5 millones de dólares, el Banco del Pichincha aportó con 10 y el Banco Dinners con 3, mientras un coro de leales aplaudía la benevolencia.
No es fácil comprender cómo un país se daba el lujo de paralizar 59 MIL MILLONES DE DÓLARES en las bóvedas de los bancos, mientras morían seres humanos hasta llegar a la espeluznante cifra de más de 30 mil compatriotas; y, un millón de ecuatorianos quedaban en la miseria al perder sus fuentes de sustento, despedidos del empleo público y privado.
CINCUENTA Y NUEVE MIL MILLONES almacenados sin circular, dañando sin remedio a la economía, porque el dogma, su servilismo al FMI y su amor a las ganancias fáciles les recomienda aplicar sin contemplaciones el llevar la economía a cero, porque es la única manera de aplicar el modelo neoliberal. Creen sin remedio que el “ajuste estructural” fracasó en el mundo entero porque no partieron de liquidar todo vestigio de Keynesianismo, reformismo, progresismo e incluso de lo que consideran novelerías de los partidarios del discurso de la prosperidad. Pero tamaña aberración seguramente también servirá para probar el genocidio provocado por este inmoral contubernio de banqueros y gobernantes inútiles e indolentes, que deberán no solo ser juzgados por la historia sino por tribunales imparciales, que recojan esta acumulación de conscientes desaciertos y delitos, para que paguen, y el hecho sirva para ejemplo de las siguientes generaciones