Por Alfredo Serrano Mancilla
Desgraciadamente, la Pobreza en Argentina se puede observar por todas partes: en las calles, en los hogares, en los supermercados, en las fábricas, en las tiendas, en los hospitales, en las escuelas.
Hay muchas cifras que corroboran este ‘Mal Vivir’ en estos ocho meses de gobierno de Milei. Y todas coinciden en lo mismo: la clase media apenas existe y la clase pobre es la mayoritaria.
Si analizamos los datos de la Encuesta Permanente de Hogares del Primer Trimestre de 2024 casi que podríamos afirmar que el ingreso promedio es muy poco representativo de la realidad social. Con una distribución tan desigual resulta mucho más riguroso analizar el valor de la mediana que el de la media. ¿Por qué? Porque apenas hay hogares argentinos que tengan ingresos cercanos a la media, y porque la media no está en la mitad de la distribución sino desplazada hacia la derecha, como se puede advertir en el gráfico 1. Existe un 68% por debajo de ese ‘valor medio’ y un 32% por encima.
Lo más pertinente entonces sería prestarle atención al valor de la mediana: el 50% de los hogares argentinos tienen un ingreso mensual per cápita por debajo de 198.000 pesos.
Esta mitad del país es pobre. Esta mitad y un poco más: la pobreza en Argentina afecta al 55% de la sociedad.
Pero este número es insuficiente para dimensionar la pobreza real, debido a que este tipo de medidas ignoran a los hogares que cuentan con ingresos muy próximos al umbral. Es decir: si un hogar posee 100 pesos más que el valor de la canasta básica total (CBT), solo 100 pesos más, dejaría de ser considerado pobre según los cálculos habituales. Sin embargo, ¿sería correcto afirmar que un hogar con un ingreso per cápita de 222.332 pesos mensuales es pobre, pero un hogar con un ingreso per cápita de 222.352 pesos mensuales no lo es?
La respuesta debe exigir sentido común: no es correcto.
Por tanto, resulta fundamental en lo político saber cuántos hogares están justo por encima de ese umbral; con unos pesos más, pero no demasiado más.
Porque esos hogares son ‘casi pobres’: están justo en el límite, son vulnerables, y de ninguna manera son clase media.
En el gráfico 2, observamos que existe un 18,3% de hogares ‘casi pobres’ que tienen ingresos en el rango de 1 a 1,5 CBT.
En definitiva, si realmente nos preocupa la pobreza en serio, deberíamos contemplar la suma de los unos y los otros, los ‘pobres’ más los ‘casi pobres’. O sea: un 73,3%.
Tres cuartas de la sociedad argentina ‘malviven’, pero aún seguimos hablando de un país de clase media.
Si no asumimos este diagnóstico, esto es, que la Argentina de hoy vive mayoritariamente en condiciones de pobreza, seguiremos insistiendo en el error de proponer un proyecto político, social y económico sin anclaje en la realidad.
Esto sería lo mismo que querer hablar con una cotidianeidad que no existe. Y así es imposible ser eficaz a la hora de ‘Hacer Política’.
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