Rodolfo Bueno
El año 2018 ha sido rico en eventos importantes, lo que dificulta escoger los más significativos. Antes de emitir opinión alguna se analiza lo que ha pasado. El mensaje del Presidente Putin del 1 de marzo de este año marca un antes y un después en la política mundial y explica por qué Moscú desarrolló armas estratégicas, luego de que EE.UU. expusiera una doctrina nuclear que le faculta emplear armas nucleares cuando quiera y contra el que quiera, abandonara el Tratado de Misiles Antibalísticos, ABM, instalara alrededor de Rusia casi 400 bases militares y un sistema antimisiles que vulneraba la paridad estratégica alcanzada.
El asunto tiene precedentes. No se asusten, este sistema es contra Irán y Korea del Norte, dijo Washington a Moscú. A otro perro con ese hueso. Al romper el ABM, ustedes nos amenazan directamente; por lo menos, dennos garantías de que no van a agredirnos, reclamaron los rusos. Garantías no damos, hagan lo que les dé la gana, contestaron los norteamericanos. No creyeron que Rusia les iba a responder de alguna manera. Siempre la presentaron como un país semisalvaje, sin cultura, ciencia y tecnología, pero resulta que sí tenía cultura, ciencia y tecnología, no inferiores a las de EE.UU., como lo demuestra el haber creado en tan corto lapso misiles hipersónicos estratégicos que vuelven espantapájaros al paraguas antimisil, instalado alrededor de Rusia y China, algo que no esperaba nadie.
Ahora EE.UU. notifica que “no existen contramedidas” para enfrentar a las nuevas armas hipersónicas de Rusia y China, por lo que, al no poder competir contra estas armas, Washington rompe los tratados de desarme que le daban superioridad. Su plan es trasladar proyectiles de corto y mediano alcance cerca de la frontera rusa, para derrotar a Rusia y China en la nueva carrera de armamentos y convertir a Europa en un campo de batalla lejano a ellos.
Pero más sabe el diablo por viejo que por diablo, y China, que tiene con Europa un comercio que supera el medio billón de dólares, como previó las acciones de EE.UU., va a reeditar las antiguas vías comerciales del Cinturón y de la Ruta de la Seda, proyecto de un costo de tres billones de dólares, que busca construir redes de líneas de trenes de alta velocidad para pasajeros y carga que recorrerán los 9.191 km desde Shanghai hasta Londres en tan solo 15 días, menos de la mitad de los 40 días que se tarda en transportar estas mercancías por barco; además, surgirán carreteras y puertos y el petróleo y el gas fluirán por nuevos conductos que conectarán a decenas países y convertirán a Eurasia en una zona que integre Asia y Europa. También se celebró en la ciudad china de Qingdao, la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghay, que abarca al 60% de Eurasia, casi la mitad de la población mundial, y más del 20% del PIB del planeta. Estas actividades, que no son cosa de poca monta, en cierta manera explican la guerra comercial desatada por Trump contra China.
Otro evento de destacar es el asesinato de Jamal Khashoggi. El The Washington Post escribe que, según la CIA, el crimen fue ordenado por el príncipe bin Salman, heredero de Arabia Saudita; sin embargo no aclara por qué las agencias de inteligencia estadounidenses no advirtieron a Khashoggi del plan para terminar con su vida ni le protegieron, pues este periódico sostiene que la CIA interceptó conversaciones de las autoridades sauditas discutiendo la manera de capturarlo.
En Estados Unidos, la prensa y algunos miembros del Congreso, exigieron al Presidente Trump adoptar sanciones contra Arabia Saudita. Pero si EE.UU. intentara castigar a bin Salman, que ha demostrado ser el que maneja a su país, las relaciones con los saudíes podrían llegar a niveles más que bajos. Turki al Dakhil, consejero de bin Salman, afirma que Arabia Saudita puede echar abajo el orden mundial si es que EE.UU. adoptara sanciones en su contra. Como mejor es evitar que remediar, Trump se olvidó de los derechos humanos y afirmó que “la CIA no tenía una respuesta definitiva sobre si bin Salman conocía sobre este asesinato y que Estados Unidos tiene la intención de seguir siendo un firme socio de Arabia para garantizar los intereses de nuestro país, Israel y todos los demás socios en la región”.
Es que Trump necesita a bin Salman para cumplir con el ultimátum que le dio al mundo: “Si quieres evitar sanciones, no le compres petróleo a Irán”. Como para combatir la ilegalidad que EE.UU. le impone, a Irán no le quedaría otra medida que cerrar el Estrecho de Ormuz, colocando minas, con lo que los precios del petróleo subirían sin parar y el mundo se encontraría al borde del apocalipsis. Si además, tal como ha amenazado, Arabia Saudita establece buenas relaciones con Teherán, reduce la producción de petróleo, devuelve los dólares de sus reservas y nos los acepta como forma de pago, EE.UU. se quedaría sólo en el Oriente Medio, con Israel de único aliado. En esta crisis, Erdogan tiene las de ganar. Si cierra la boca sobre el tema de Khashoggi, Trump le permitiría combatir a los kurdos en Siria y le entregaría en bandeja de plata la cabeza de sus opositores.
Por otra parte, EE.UU. necesita dominar a la UE. Su supremacía militar sobre la UE le sirve de instrumento para descargar sus problemas sobre los hombros europeos. Por eso, cuando durante la campaña electoral le preguntaron a Trump sobre cómo iba a enfrentar la enorme deuda pública de EE.UU., contestó con gran solvencia: “¿Qué deuda? Es a nosotros a los que deben”. Ahora piensa cobrarles a todos. El ser o no ser de la UE se enmarca en la disyuntiva de seguir encadenados al “Destino Manifiesto” de Estados Unidos o independizarse de su férula negativa. EE.UU. siempre les puede complicar el panorama económico, multando a las compañías europeas que no le obedezcan, incrementando el temor sobre la difícil situación del continente, sancionando a los gobiernos que no se sometan a su férula, provocando una crisis incontrolable que haga que las empresas de la UE pierdan el resuello y que algunos países europeos abandonen, en estampida, la zona del euro. La diplomacia del garrote es desde ahora también para la UE. ¿Resistirá la UE esta embestida? Ojalá, encuentre su camino en una Europa nueva, exenta de los prejuicios de antaño.
Se recuerda que en mayo del 1968 comenzó la revuelta de París, a la que se unieron el movimiento obrero y el Partido Comunista Francés. La magnitud del levantamiento puso en entredicho al gobierno de De Gaulle, que anunció elecciones anticipadas para terminar con las protestas. Para el referéndum de abril del 1969, De Gaulle amenazó con dejar la presidencia si no triunfaba el SÍ; triunfó el NO.
De Gaulle murió un año después. En este lapso debió pensar en los engranajes de la guerra secreta que, para eliminarlo, se desarrolló en Francia; creía que el Estado francés se hallaba bajo el asedio de fuerzas ocultas y él mismo, durante la V República, fue objeto de numerosos intentos de asesinato, lo que le motivó a desconfiar de la CIA, sospechosa de estas operaciones clandestinas.
Luego de la creación de la OTAN, Francia fue sede de su cuartel general. Cuando De Gaulle dio el ultimátum de poner bajo el control de París las bases militares de la OTAN en territorio francés o desmantelarlas, no le respondieron. El 7 de marzo de 1966, De Gaulle sacó a Francia de la OTAN y la expulsó del territorio francés. Washington nunca le perdonó este paso audaz, más que nada porque De Gaulle anuló, luego de denunciar como una violación de la soberanía nacional, los acuerdos secretos contra la subversión comunista, firmados entre Francia y EE.UU. Lo de mayo pudo ser una operación de la CIA, que lo historia confirmará o no.
Hoy en París, los chalecos amarillos protestan contra las reformas económicas de Macron, que impone impuestos exorbitantes y no sube los bajos salarios de los trabajadores, al mismo tiempo que legisla en favor de los ricos. Macron propuso, un poco antes, que la Unión Europea tenga su propio ejército, que le proteja contra EE.UU., China y Rusia. ¿No estará la mano de la CIA detrás de estos eventos? La pregunta es válida porque, pese a que Macron no es De Gaulle, la mentalidad de Trump tampoco responde al momento de las revueltas de mayo y lo que tiene en su mente no lo conoce ni siquiera Melania. Se debe tomar en cuenta que la política exterior de EE.UU. la maneja Pompeo, que durante mucho tiempo dirigió la CIA, por lo que todo es posible.
Los chalecos amarillos mandan al diablo a quienes se auto titulan demócratas, cuando no son más que criminales de la peor ralea, igualmente a la prensa, creadora de una falsa realidad, y exigen una justa redistribución de la riqueza, la salida de Francia de la OTAN y de la Unión Europea, que se ha convertido en un vasallo que cumple los dictados del hegemón estadounidense.
De lo antedicho se desprende que el mensaje de Putin, el asesinato de Khashoggi y la aparición de los chalecos amarillos son los eventos más importantes de 2018.