Y la demostración sintética de aquello es que… si Usted pensó en Lenin Moreno y sus ministros, entonces… ¡Hacen lo que les da la gana!
En estos días conversé con una mujer que, ante la imposibilidad de conseguir trabajo desde hace meses, ante las dificultades para hacer un “emprendimiento” en épocas de pandemia, optó por no escuchar las noticias por radio o televisión. Simplemente, ya no les cree. Pero eso no es todo.
Asumiendo la perspectiva de esa clase media que cuyas opciones de bienestar se ampliaron sustantivamente durante el gobierno anterior, ella aprecia el presente de su país con indignación y visualiza su futuro con pesimismo.
“Nada está bien, nada mejorará” es la frase que resume su sensación. En este contexto, ella sentenció que “escuchar las noticias solo serviría para aumentar más mis preocupaciones”. La estrategia de aislarse de la realidad, sin embargo, no le funciona.
Para poder intentar sobrevivir al desastre económico, ella es parte de “decenas” de chats en redes sociales a los cuales acude con la esperanza de resolver los problemas de su economía doméstica. Empero, a través de esos grupos de solidaridad centrados en asuntos de la vida cotidiana, se filtra información sobre aquello que millones de ecuatorianos ya no quieren ver “ni en pintura”.
En este fin de semana, en uno de aquellos chats para “amas de casa”, alguien mencionó algo sobre la hija del Presidente, sus estudios en el extranjero y la justificación esgrimida por su padre. Las replicas a esos comentarios desataron lo previsible: decenas de floridos improperios compartidos por mujeres que no se conocen personalmente entre sí pero que comparten angustias similares.
Una vez superada la catarsis emocional colectiva, cuando aquellas mujeres comenzaron a explorar conjuntamente por qué sucede lo que sucede, el grupo de WhatsApp devino en una fuente valiosa de información sobre el Ecuador que los títeres en el poder están construyendo.
¡Hacen lo que les da la gana! es la frase obligada cuando Usted se entera que las compañías de telefonía, Internet y cable utilizan distintas estrategias “mañosas” para evitar que los clientes puedan solicitar la cancelación del servicio y obtenerlo rápidamente.
¡Hacen lo que les da la gana! es la conclusión cuando Usted conoce que una empresa les “sugiere” a sus empleados que firmen una memorando en el cual ellos aceptan que “no han estado trabajando con motivación” y que esa es la razón por la cual los productos no pueden venderse.
¡Hacen lo que les da la gana! es el grito que Usted dejaría escapar cuando le cuentan la educación virtual no sirve como lo podrían corroborar millones de estudiantes si pudieran relatar la “sarta de farsas” promovidas por desde el gobierno y ejecutadas desde escuelas públicas y privadas.
Para las madres que acompañan a sus hijos en jornadas de trabajo que superan las 10 horas diarias, para las madres que tienen pocas horas para salir a buscar medios de subsistencia, el actual simulacro de educación virtual está ampliando las deficiencias de la formación académica de sus hijos, una circunstancia particularmente preocupante para aquellos estudiantes secundarios que soñaban con ingresar a las universidades en el 2021.
Ahora, ellos y ellas no saben qué les depara el futuro… La única certeza que tienen es que su primo no se matriculó en el próximo semestre de ingeniería porque el gobierno despidió a su padre o su hermana está vendiendo mermeladas porque a su madre “le botaron” del hospital.
Millones de personas ya no quieren saber nada del gobierno… Pero aunque no lo quieran, a la corta o a la larga, se enteran de las consecuencias de sus acciones u omisiones.
La corrupción, la prepotencia, el abuso, la mentira, la mediocridad y otras cualidades similares son apenas el preámbulo de una realidad más triste: la pérdida de cualquier sentido básico de ética y moralidad, es decir, el ingrediente sin el cual el “capitalismo de los canallas” no podría existir.
Aunque quiera enajenarse de la realidad, la clase media si percibe aquello. A los teletubies no les soportan ni siquiera esas familias que suspiran porque no hay corridas de toros y refunfuñan porque “el Vargas” no les representa. Para esas familias, lo que está pasando no tiene precedentes pero… no saben qué hacer ni cómo enfrentar colectiva y públicamente las múltiples aristas del caos.
Mientras la clase media permanece en el desconcierto, el gobierno sigue haciendo lo que le da la gana. A través de un decreto, por ejemplo, se les ocurrió facilitar la importación de frutas y hortalizas para favorecer a los empresarios que financian campañas electorales. En menos de 24 horas, después de que las redes sociales filtraron la jugada, el gobierno ecuatoriano se echó para atrás.
Por favor, ¡no recapaciten!… sigan intentando pronunciar bien las palabras mientras aprenden a gobernar bailando en círculos, tomados de la mano y cantando canciones infantiles.
Por favor, ¡no recuerden! que… en este país, desde hace décadas, los indígenas y campesinos son la única fuerza social que SI intuye qué hacer cuando llega el momento de hacerlo.