Por Daniel Kersffeld
Un adelanto de mi próximo artículo.
El recorrido biográfico de Walther Giese fue similar al de otros dirigentes de la Alemania nazi.
Nacido en la región de Silesia en 1893 en un hogar proletario, intentó mejorar su suerte apenas terminada la escuela elemental. Partió a Estados Unidos, donde trabajó como vendedor, hasta que con el inicio de la Primera Guerra Mundial tuvo que enrolarse en la marina de guerra alemana y terminó prisionero en Gran Bretaña.
Fue liberado en 1919, y emigró a Argentina, donde se ocupó en el campo y luego fue policía. Sin embargo, ante la difícil situación, decidió viajar a Holanda y allí encontró empleo en una empresa de publicidad.
Ya con Hitler en el gobierno, en 1934 Giese fue contactado por un agente nazi del servicio secreto alemán, quien le ofreció trabajo a tiempo parcial. En aquel momento decidió rechazar el ofrecimiento. Otra vez desempleado, fue él quien contactó al servicio secreto, pero en ese momento, y para su sorpresa, terminaría siendo rechazado.
Sin posibilidades laborales en Europa, en 1935 decidió partir de nuevo a América. Se estableció en Ecuador por tres años y, un año antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, retornó Alemania y se presentó como voluntario en el servicio secreto naval.
De este modo, Giese ingresó a la Abwehr (“Defensa”) organización de inteligencia creada en plena República de Weimar en 1921 y que, con la llegada del nazismo al poder y bajo el mando del almirante Wilhelm Canaris, reportaba directamente al alto mando y al propio Hitler.
Aprovechando su experiencia previa, fue destinado a Ecuador con la misión de vigilar la marina mercante de los países neutrales, así como los movimientos de los barcos a lo largo de la costa noroeste de Sudamérica y del canal de Panamá. Antes de retornar a Ecuador, recibió una capacitación especial de tres meses sobre espionaje.
En Quito, Giese, bajo el seudónimo “Greif”, vigiló barcos, estableció una red de voluntarios e, incluso, desarrolló un sistema para el envío de mensajes a Alemania, vía Río de Janeiro, a partir de fotografías de documentos secretos que escondía dentro de las cubiertas de libros, en muchos casos, sin que lo supieran quienes los transportaban. Mientras tanto, el trabajo como espía de Giese permanecía oculto por su labor como secretario de la embajada alemana en Quito.
Al cabo de un tiempo y, bajo la protección del dirigente Ernst Wilhelm Bohle, a cargo de la organización de filiales del nazismo en todo el mundo, Giese fue nombrado como líder de la pequeña estructura nazi existente en Ecuador. Paralelamente, fue elegido presidente de la colonia alemana asentada en el país.
Pese al secretismo que debía rodear su misión, Giese tomó cada vez más importancia en la política local, al punto que el 25 de julio de 1939 fue condecorado con la “Orden Nacional al Mérito en el Grado de Caballero” por el gobierno de Aurelio Mosquera Narváez. La distinción había sido concedida “por servicios especiales al país”, en términos oficiales de la Cancillería ecuatoriana, y entregada a Giese por el mismo Canciller Julio Tobar Donoso.
Públicamente, quien ahora se hacía llamar “Walter Giese” fue reconocido como el “Führer del Partido Nacionalsocialista de Ecuador”, según las acusaciones de dirigentes y de la prensa opositora. Su permanencia en el país se volvió cada vez más difícil, por lo que el gobierno ecuatoriano debió expulsarlo en enero de 1942.
Convertido por estas horas en uno de los espías nazis más importantes de la región, quien era conocido como el “Führer del Ecuador” seguiría su recorrido por Chile, Argentina, España y Alemania…