Por Juan Cárdenas
Nuestra justicia agoniza irremediablemente en manos de operadores que cumplen consignas persecutorias. El mismo juez que condenó con ese adefesio de “influjo psíquico” a un inocente y de premio recibió la presidencia de la Corte, salió a defender su sentencia, negando que lo que dijo no dijo, pero sí dijo. ¿Entendieron? Ni yo. Mientras tanto, la fiscalía está en apuros porque a su testigo protegida, la polifacética Mayra que se acogió a la colaboración eficaz, le salió un feo diálogo en audio que nadie ha desmentido, entre su defensor, un tal Leonardo Toledo y el abogado externo del Banco del Pacífico, a quien el primero le reclama sus honorarios por haber preparado a la Mayrita para que declare embarrando a medio mundo. Se ufana de ser el creador del relato que se aprendió muy bien su defendida. Pero la paga debía venir del Banco del Pacífico, como habría sido el compromiso inicial. El inefable Fierrito le pide facilidades para el pago. Lo incómodo para los señores Noboa: padre e hijo, es que Toledo les resta toda capacidad profesional para la gestión, que no deberían cobrar por algo que no hicieron y menos que suban la tarifa. Por las dudas se mandaron a cambiar a tierras lejanas. Igual lo hizo el español del Banco-banco retornando a su mare-patria. ¡Quién les alertó para que se larguen? La pregunta del millón.
Algo no cuadra en fiscalía: le niega credibilidad a esa delicadísima conversa entre abogados; pero arma el caso Implacable, con allanamientos y la retención de don Fierrito, a quien le sacaron en paños menores en horas de la madrugada para que declare lo que le dio la gana y luego quede libre. Y si es tan implacable, ¿harán por fin extensiva la investigación a la madrina de los Isaías que para entonces se desempeñaba como presidenta del Consejo de la Judicatura del Guayas? ¿Se acuerdan cuando dijo que de todas las travesuras de Muentes informó oportunamente a Nebot?, cuando debió presentar la denuncia en la Fiscalía. Para evitar el bochorno y la fatiga le mandaron al Servicio Consular en la yoni. Lo que hace una peluca…
La inseguridad y la violencia no cede. Ahora lamentamos un presunto femicidio en un cuartel militar, donde al ser descubiertos, quisieron encubrirlo bajo el manto de una infamia disfrazada de suicidio por ahogo en licor provocado por la víctima, una joven Subteniente del Ejército, quien habría sido ultrajada, asfixiada y asesinada por sus propios compañeros. Está en marcha la investigación que debe hacerse con objetividad y en forma técnica, sin interferencia de ningún espíritu de cuero equivocado que sólo afectaría a la debida transparencia de procedimientos de las Fuerzas Armadas, cuyos jefes tienen la obligación de velar por su verdadero prestigio, sin encubrimientos ni complicidades. Nada queda en pie, la desinstitucionalización continúa imparable, como cortina de humo para aplicar a raja tabla el recetario impuesto por el FMI a los obedientes neoliberales que atizan el odio cómo su ideología para hacer “buenos negocios”, que es para lo que buscan el poder. ¿Si o no?