Por Juan Cárdenas
La persistente inseguridad que sufrimos, con un plan Fénix que lo ven sólo ellos, ha dado
lugar al cruel pronunciamiento de la ministra que se ufana de haber “ahorrado” muertes,
es decir violentos asesinatos, torturando cifras que se desmienten solas. Lo grave es que
la crisis económica, la insoportable carestía del costo de la vida, en las últimas encuestas
ha pasado a ser la primera angustia, junto a la inseguridad, que atormenta a la ciudadanía.
La ciega obediencia al recetario neoliberal del FMI, con incremento de impuestos, eso sí,
perdonando los tributos a las élites, el aumento del precio de la gasolina, la nueva deuda
de 4 mil millones para pagar deuda vieja al mismo chulquero, sin que se haya reactivado
nuestra economía en recesión. Insistimos, servir la deuda externa significa asegurar los
papeles y bonos de sus tenedores especulativos, que no es Juan Pueblo, sino la cúpula
neoliberal. Nos horroriza conocer por una encuesta que “los niños en el Ecuador quieren
ser capos”. A dónde nos llevaron los odiadores que destruyeron intencionalmente al
segundo país más seguro de la región, para convertirlo en el más peligroso del mundo.
Hasta la prensa pautada dice que “las calles del cantón Durán se siguen tiñendo de
sangre”; aunque otro medio de la misma especie se pierde en trivialidades como que el
presidente comió hamburguesas en el Burger Show junto a su familia, mientras el pueblo
está muerto de hambre y aterrado de miedo. Es “el nuevo Ecuador” del señor gobierno.
La justicia va de mal en peor. Una institución excepcional en materia penal como la
“colaboración eficaz” lo han manoseado tanto que hoy se ha convertido en práctica común
para transar burdas delaciones sin contrastación para que esos testimonios se constituyan
en pruebas. Basta con lo que digan los indiciados en procesos abreviados, para que las
penas de 20 y tantos años de reclusión se conviertan en pocos meses. Entonces, ¿para qué
el aumento de penas? En Brasil anularon estas distorsiones pseudo legales en el caso
Odebrecht y así lo informaron a la justicia ecuatoriana para que proceda a liberar de culpa
a un inocente, víctima de persecución como Jorge Glas. Ese expediente acá ocupa el fondo
del último cajón de la indolencia con la cual consumaron esa injusticia. Y para que nadie
olvide: el exvicepresidente sigue siendo acosado, digo acusado, por haber construido el
Parque de las Vegas de Portoviejo, porque no le gustó al impresentable Pablo Celi ni a la
Fiscalía. Además, fue secuestrado de la Embajada de México, país que le concedió asilo
diplomático. No se haga, señora Canciller, con el cuento de que no le notificaron. Más
bien explique sin molestarse el delicado asunto de los paraísos fiscales. Si es cierto, estaría
descalificada para el cargo.
Para terminar, dos perlas: el gobernador del Guayas alega que la violencia en Durán se da
en un espacio privado y por ello no tiene por qué estar cuidando a las personas, que no
son niñeros, que ellos están para imponer el orden público. La otra perla, un reaccionario
locutor de una radio porteña, reivindica que el “traidor” dizque fue el mejor presidente
del Ecuador. ¡Ay bendita pauta, todo lo compra!