El título, copiado del blues interpretado por B. B. King, es acertado, por las próximas referencias. Parece, pero no hay ninguna comprensión de la ley del corrinche político insípido y ríspido a la misma vez, en Ecuador. (¿Incluyo a las Américas?). Aunque en las barriadas urbanas y parroquias rurales se padezcan los efectos. O quizás no se conoce su definición. A veces, son necesarias las definiciones para precisar el escenario social y el calvario cultural. Es que ese jolgorio normativo, a la manera de entender, parece el reclamo desesperado de Arquímedes, pero en el desbarajuste institucional ecuatoriano del siglo XXI. El griego soltaría el swing en este tono: “denme un chininín de buen humor y gobernaré como sea y a quien sea”. De acuerdo, es paráfrasis del pedido del físico-matemático del ‘punto de apoyo para mover el mundo’. (Nuestro país necesita un remeneo sin más postergación). Cháchara científica y tal. Al revés, la que se aplica por acá es malhumorada, desalmada y asesina (y no solo en geometría figurada).
Lamento andino, ¡ay, Ecuador! Con disfraces carnavalescos y chistes agrios, dizque buscando una caridad de risa y aquello que se ve del Carchi al Macará es amargura popular. La risa escasea igual que las buenas políticas públicas. Y ya que estamos con los clásicos griegos, el turno a imitar es a Diógenes el Cínico, para caminar por las calles ecuatorianas, con una linterna y en pleno día, buscando las obras de los Gobiernos del último septenio. O al menos un chiste para medio reír. O para festejar con una mueca que confundirían con sonrisa. Las ocurrencias escasean como el empleo, las medicinas o la luz eléctrica.
Ecuador país del ADN (Apagón Día y Noche). ¿Y qué creen ustedes? Los medios conservadores y cancerberos la venden espesa: “los buenos políticos no cuentan chistes y si los cuentan son malos”. Defensa ajedrecista mafiosa (no confundir con la siciliana). Curiosidad pendeja: ¿y al revés, funciona la ley del corrinche malhabido? Una duda indispensable: ¿quiénes son malos, los chistes o los contadores? Hum, la química social de estas semanas no da para chistes pésimos, aunque el people aún soporta a políticos malos y peores. Acaso, ¿el malhumor apacigua el ánimo? Entonces, funciona la ley de los contrarios.
En esta calamidad del humor social y de elegantes mediocridades, mayoría masculina por cierto, cabe la advertencia de nuestra Ancestras: “aquel (o aquella) que sabe es porque lo sabe y se desentiende de los perendengues”. Estas palabras tienen sabiduría y media. En estos años del “duro Ecuador”, de bajísima calidad de gestión política (y de chistes agrios, no se olviden) las perendengadas son el discurso ¿filosófico? de la razón. Se padece, mientras la derecha más reaccionaria disfruta de este ciclo de subestimación intelectual de la ciudadanía ecuatoriana. Se reactualiza, en Ecuador y las Américas, la propuesta del pequeñín Joseph Goebbels: “Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar…” ¿Diagnóstico válido para este tiempo político o invención premonitoria de la ley del corrinche político insípido y ríspido? ¡Quién Dios sabe! Las muestras: el chiste áspero, la mentira alevosa, la mensajería (corta, espesa y podrida), decir cualquier idiotez a la caretucada, el chorro de imágenes testimoniando la frivolidad del gobernante y demás acciones detestables y complementarias. Y la ciudadanía ¿asombrada? ¿fastidiada? ¿resignada? ¿Acaso el precepto goebbeliano es acertado: “la capacidad de las masas es limitada y su comprensión es escasa…”?
Ahora Diógenes con su lámpara va para Esmeraldas, provincia y sus cantones. La tierra del verde simbólico de cierta excepcionalidad de buenos gestores de lo público, mujeres y hombres que los hubo alguna vez. Y el verde limo de esos otros y esas otras (para el cabreo) en este tiempo. Por estos días, también por acá, la excepción es la regla. Así fue como Roy Christ encontró júbilo para el porno discurso sin ninguna consecuencia en la audiencia inmediata. (Este jazzman no peca de moralista, pero aplica la inviolable ley del respeto a la gente). Acertaron, es la ley del corrinche político insípido y ríspido, por ahora un mantra ruin, aplicado por la derecha más reaccionaria. Quizás desechable totalmente cuando se active la ciudadanía ecuatoriana y la gente esmeraldeña. Preguntas serías, si las hay: ¿qué, rayos, sucede en Ecuador? ¿Y en las Américas? ¿Y aun en la provincia de Esmeraldas? Resulta que se ganan elecciones gritando, hasta casi perder el gañote, que le harán la vida imposible a la gente. Y triunfan y continúan con el mismo sonsonete, mientras las calamidades se multiplican barrio adentro y se instala el darwinismo económico: se paga por respirar.
Los medios conservadores y cancerberos, hay que reconocerles el calamitoso mérito, lograron mentalizar el negacionismo político. (José Mario Bergoglio, el Papa Panchito, dice que practican la ¿coprofilia?). Este negacionismo es denunciar la ética básica de la vida pública. Y renunciar a practicarla como un bien moral personal. Ahora, cualquier día, sin pensar en cualquier costo, cualquier autoridad de cualquier nivel estatal, con las obvias excepciones, es la desfachatez. El descaro. O la caretucada como supuesto renglón demostrativo de talento político. La ley del corrinche político insípido y ríspido como carnaval de conscientes insanidades. Ahí se las dejo.
«The Thrill Is Gone»: Título del blues traducido al castellano (JME) como La emoción se fue. Autores: Roy Hawkins y Rick Darnel
Tomado de Página 12