Por Roberto Marchán Brito
A partir de la segunda década de este siglo, sobre todo con el ascenso económico, político y militar de China y la recuperación de Rusia como potencia mundial, estamos viendo que el mundo unipolar que se ha mantenido vigente desde 1991, tras la implosión de la Unión Soviética (URSS), con un solo hegemón en la figura de Estados Unidos de Norte América (USA), y sus estados aliados (principalmente Europa, Canadá, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelandia), conocidos como el occidente colectivo; está siendo puesto en cuestionamiento por el advenimiento de nuevas potencias de carácter mundial, siendo la principal China, pero seguidas por Rusia y posiblemente la India, que hoy van acumulando capacidades suficientes para retar la hegemonía occidental.
Esta nueva distribución de poderes mundiales está dando como resultado conflictos y enfrentamientos en diversos ámbitos, económico, político y militar, entre aquellos que se aferran a su poder en franco declive y los que están en camino de acumulación de poder, esto como parte de esta nueva reconfiguración de la geopolítica mundial donde, aparentemente, va quedando atrás el mundo unipolar dominado por USA, para dar lugar a un nuevo mundo multipolar que no termina de conformarse aún.
En esta dinámica vamos viendo como las potencias van redireccionando sus intereses y estableciendo sus objetivos principales sobre los cuales van configurando sus intenciones geoestratégicas para enfrentar la realidad dinámica de un mundo que cambia de manera acelerada.
En este contexto, hace poco se filtró en Estados Unidos, un documento conocido como “Interim National Defense Strategic Guidance” (Guía Estratégica Nacional de Defensa Interina), firmado por el Secretario de Guerra (antes Defensa) de Estados Unidos, Pete Hegseth. Este es un documento fundamental donde se plantea la estrategia militar de USA, la que se deriva de su visión sobre la situación geopolítica actual y que establece los cursos de acción principales para mantener su supremacía.
En el documento se establecen algunos puntos clave:
- Da la máxima importancia a prevenir que China ocupe Taiwan. Estableciendo prioridad a la defensa de la isla para evitar una posible ocupación por parte de China. Esto nos muestra la importancia principal que USA le da a la situación de Asia y de China, dentro de sus esfuerzos de limitar o impedir la posibilidad de que China continúe con su proceso de acumulación de poder.
- Habla sobre el refuerzo y priorización de la defensa del territorio estadounidense otorgando mayor peso a misiones de carácter nacional y regional (near abroad)[1]
- En consecuencia, con lo anterior, manifiesta reducir su enfoque en otras regiones, lo que no implica que se desliga del todo de ellas, como Europa, sino que da mayor importancia a que los aliados locales sean los que sostengan sus intereses, antes de desplegar fuerzas propias.
Como podemos ver en este documento, el imperio estadounidense empieza a vislumbrar un repliegue de sus capacidades militares, con el propósito de concentrar sus medios en lo que ahora considera que es su prioridad principal, y esa no es más que frenar a China, impedir la posibilidad de que se unifique con la isla de Taiwan, a la que China considera una provincia rebelde. Pero también se ve con claridad que su propósito es ir centrando sus intereses de seguridad en su propio territorio y la región circundante, que claramente se tiene que asociar con las américas.
Esta situación, vista desde la perspectiva geopolítica, implica que para que USA pueda proyectar su poder al otro lado del mundo, a la zona del pacífico oriental en un posible enfrentamiento contra China, tiene necesariamente que alcanzar dos objetivos claros:
- Liberar sus recursos de otras zonas donde actualmente tiene comprometidos activos importantes, entiéndase Europa.
- Asegurar su “retaguardia estratégica” a fin de evitar o limitar la influencia de los intereses de sus retadores geopolíticos. Esta retaguardia no es más que Norte América, el Caribe y en general todas las Américas.
Acciones en este sentido, se pueden evidenciar con claridad en varias de las gestiones del gobierno de Donald Trump desde su primer mandato, pero en especial desde que empezó su segundo mandato. Por una parte, ha estado motivando y presionando para que sus aliados europeos asuman ellos mismos sus responsabilidades de defensa, dejando atrás el compromiso que pesaba sobre USA para mantenerse como el paraguas que aseguraba la defensa europea desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, lo que ha generado un gran desconcierto en los “socios” europeos que ahora se ven abocados a destinar gran cantidad de recursos a su defensa, aun a costa de sacrificar el “estado de bienestar” del que gozan sus ciudadanos. Para alcanzar este objetivo impuesto por USA, no han encontrado mejor justificación que la supuesta “amenaza” que representa Rusia a sus intereses y su integridad, amenaza que es más imaginaria que real.
Por otra parte en las Américas, ya estamos evidenciando un creciente interés de USA por asegurar su “retaguardia estratégica”, con acciones de presión tanto dentro de sus propias fronteras, como también a los países de América Latina. La mayoría en base a presiones políticas y económicas como las realizadas en contra de Canadá, México, y Brasil; así como también, acciones de carácter diplomático a fin de asegurarse gobiernos afines a sus intereses como lo son los de Argentina, Perú, Paraguay, Panamá y Ecuador. Y ahora vemos que va tomando forma una presión de carácter militar sobre Venezuela, que amenaza en convertirse en un evento de impredecibles consecuencias para las relaciones de Latinoamérica con USA y para la propia seguridad continental.
Si a este repliegue estratégico que está llevando a cabo los Estados Unidos, sobre el hemisferio occidental y en especial sobre las Américas, lo analizamos desde la perspectiva de lo que se conoce como la “Doctrina del Destino Manifiesto”, la “Doctrina Monroe” y el “Corolario de Roosevelt”, que han sido los fundamentos sobre los que ha construido su relación con el resto de países de las américas, nos podríamos dar cuenta de cuales son los objetivos y las estrategias que se han seguido a través el tiempo y las que muy probablemente van a seguir llevando a cabo para alcanzar sus intereses geoestratégicos.
La “Doctrina del Destino Manifiesto” desarrollada en el siglo XIX, propugna el “derecho” de Estados Unidos a gobernar todo el continente americano según tres razones fundamentales:
- Una supuesta superioridad racial del blanco anglo-sajón que colonizó Norteamérica por sobre el indígena americano y el mestizo fruto de la colonización española.
- Que las riquezas del suelo no son de aquel que las ha poseído, sino de aquel que las puede explotar, desconociendo los derechos de los que poseen la tierra. Esto se ve con claridad en la colonización del “oeste americano” en contra de los nativos de Norte América.
- La supuesta superioridad del modelo institucional de Estados Unidos, su modelo de democracia liberal y sus valores influenciados por su doctrina basada en principios puritanos calvinistas.
Sobre esta base ideológica se construyó lo que se conoce por la “Doctrina Monroe” que en realidad fue elaborada por uno de los “padres fundadores” de Estados Unidos, John Adams que establece la idea de que las Américas son para los americanos, en principio instituida para evitar las injerencias en las Américas de las potencias coloniales europeas, pero posteriormente devenida, sobre la base del pensamiento del “destino manifiesto”, en que las Américas son para USA. Lo que fue complementado en 1904 por el Presidente Theodore Roosevelt, cuando en su discurso sobre el Estado de la Unión de ese año, estableció que USA podría intervenir en los asuntos internos de los países de Latinoamérica si cometen “faltas flagrantes o crónicas”.
El 1 de septiembre del año en curso se produjo en el Caribe el ataque a una lancha que supuestamente llevaba narcóticos, donde se estima que murieron once personas a las que USA ha acusado de ser narcotraficantes al servicio del “Tren de Aragua”, una de las bandas de crimen organizado a las que la administración de Donald Trump ha designado como “terrorista”, lo que le viabiliza la posibilidad de utilizar las fuerzas militares para enfrentar estas entidades, todo por fuera del derecho internacional. Este ataque se llevó a cabo sin que se hayan exhibido pruebas de que la embarcación ciertamente estaba en acciones de contrabando de estupefacientes, ni que sus ocupantes formaban parte de algún grupo criminal; más bien, se ha demostrado de diversas maneras que esa lancha no podía estar llevando narcóticos por su tamaño, tipo de motores, capacidades de combustible, rumbo que llevaba y otros elementos. Esto nos hace ver con claridad un uso desproporcionado y criminal de la fuerza, todo en contra de lo que promulgan las diversas normativas internacionales. Más aún, se ha establecido una retórica que trata de designar al Gobierno de Venezuela como parte del narcotráfico; y por ello, se ha ubicado una gran cantidad de activos militares de USA cerca de las costas de ese país latinoamericano.

Si a esto le sumamos las presiones contra México por temas migratorios y económicos, los bloqueos económicos y ataques retóricos al Gobierno de Venezuela designándole básicamente narcotraficante y terrorista, los aranceles brutales a Brasil por el tema del proceso judicial al ex Presidente Jair Bolsonaro, que constituye una flagrante intromisión en los asuntos internos del país, etc. Podemos ver con claridad que el Gobierno de Estados Unidos, va poco a poco volviendo su mirada hacia las Américas con la finalidad de asegurarse gobiernos funcionales a sus intereses, dejando de lado la idea, si existió en algún momento, de establecer alianzas o relaciones de mutuo beneficio, para buscar únicamente estados lacayos, dentro del marco geopolítico que hemos bosquejado someramente.
De esta manera, los latinoamericanos estamos enfrentando el recrudecimiento de una nueva etapa de convivencia con USA, donde la Doctrina del Destino Manifiesto, la Doctrina Monroe y la visión imperial de Estados Unidos, constituyen los ejes sobre los que se van a articular las relaciones en contra de los diversos países de América Latina. Esta situación no es nueva, puesto que si repasamos la historia desde 1898 hasta 1990 Estados Unidos realizó 30 intervenciones directas y varias decenas de operaciones menores en Latinoamérica; sin embargo, el escenario actual nos hace pensar que nos enfrentamos a una nueva dinámica de intervencionismo, cuyas características irán desde acciones encubiertas, como la de fomentar caídas de gobiernos no afines (Colombia, México, Brasil, Uruguay) hasta intervenciones militares violentas en contra de gobiernos y pueblos que no se sometan a los designios de Washington (Venezuela, Nicaragua).
Esto nos hace pensar que en un futuro próximo nos encontramos ante una situación similar o peor a otros momentos históricos donde USA expandió su poder por sobre los intereses de los países y los pueblos de Latinoamérica, puesto que el objetivo principal de USA para nuestra región es la de limitar la influencia de sus contendores geopolíticos principales que son China y Rusia en ese orden, para lo cual va a realizar acciones económicas, políticas y militares que crea conveniente a fin de alcanzar este objetivo.
Con este propósito principal, USA viene trabajando desde hace tiempo. No es casual que la UNASUR, al contrario que otras herramientas de integración regional como la CAN o el MERCOSUR, haya sido rápidamente desarticulada a partir del giro ideológico hacia la derecha que dieron los países de Sudamérica, puesto que este instrumento era algo más que integración económica, sino que representaba un importante avance en una integración política y sobre todo de seguridad y defensa, algo que desató las alarmas en Washington y que no le gustaron al poder hegemónico dominante y a sus agentes de las élites políticas y económicas en cada uno de nuestros países.
Entonces cuál es la mayor preocupación para USA para alcanzar sus intereses en nuestra región, sin lugar a dudas los gobiernos de México, Venezuela y sobre todo de Brasil, todos ellos con gobiernos no muy afines a los intereses geopolíticos de USA y del gobierno que actualmente ocupa la Casa Blanca.
México puesto que es parte de su frontera sur y cuyos lazos económicos, étnicos y culturales son muy importantes en USA por el gran número de mexicanos que viven, trabajan y comercian con USA, también por ser su flanco sur y el que es más difícil de proteger. Venezuela porque es el país con las más grandes reservas de petróleo probadas del mundo y del cual dependen de manera crítica la mayoría de las refinerías de la costa del Golfo de México de USA y porque su gobierno es un abierto antagonista de Estados Unidos.
Y finalmente Brasil puesto que es el país más importante y potencialmente el único que puede convertirse en un verdadero contendor regional al poder de USA. Por ello, para el gobierno de Trump y en general todos los gobiernos de USA, tener una región que esté alineada a sus objetivos y que permita el acceso sin restricciones a los inmensos recursos naturales que existen en nuestra región, es un objetivo estratégico primordial, para lo cual no se puede dudar que realizará todas las acciones que ya ha ejecutado desde hace tiempo en Latinoamérica y en el mundo a fin de obtener sus intereses; entre ellos, los chantajes económicos a modo de impuestos, desestabilizar sociedades a fin de derribar gobiernos para lograr imponer gobiernos títeres, llegando incluso a las intervenciones militares y la “balcanización” países que considere que son demasiado grandes y poderosos como Brasil.
Ante esta situación solo nos queda a los latinoamericanos, si no queremos ser simples vasallos del poder de Estados Unidos, avanzar en la integración regional, reviviendo la UNASUR y estableciendo mecanismos de integración política, económica, cultural y de seguridad y defensa, y estableciendo relaciones equilibradas con los nuevos grandes contendores geopolíticos mundiales, a fin de ser actores de nuestro propio destino en un mundo que cambia muy rápido. Siempre teniendo en cuenta que para ello deberemos deshacernos de las élites locales cipayas que gobiernan y han sido la herramienta que ha usado el imperio estadounidense para mantener su poder sobre el continente y depredarlo para su beneficio. Ojalá esta reconfiguración mundial y los propios problemas internos de USA, sea la oportunidad que necesita Latinoamérica para una verdadera emancipación y encontrar el camino definitivo a la integración y a tener una voz en un nuevo mundo que se va configurando ante nuestros ojos.
[1] “Near Abroad” es un concepto usado generalmente en la política de defensa y seguridad de Estados Unidos, para referirse a operaciones militares de vigilancia o seguridad en países cercanos, o regiones vecinas que tienen una importancia estratégica directa para su seguridad nacional.