Por Juan Montaño Escobar

La verdad te hará libre, pero primero te hará enfurecer.

Malcolm X

            ¿Qué es lo tuyo? Pregunta necesaria en estos malos tiempos del Ecuador, no importa si es el profundo o el superficial. El país de las pocas vitrinas o el de las muchas tiendas enrejadas. El país del “tumba aquí lo que tú quieras, porque un primo mío está en la policía”[1]. Es Ecuador, el país nuestro, cambiado de la noche a la mañana, casi literalmente, de bien a muy mal. Es pregunta simple, inevitable y con intenciones filosóficas de barrio adentro. Este jazzman la busca en la Historia, aunque las distancias no disminuyen en tiempo y espacio del cimarronismo social y cultural de los movimientos afro estadounidenses cuando se saludaba con chispa intencional: what is your thing? Tradúzcalo como sea: ¿qué es lo tuyo? ¿Cómo es la cosa? Y como respondían algunas organizaciones e individualidades: ¿están listos, niggers? O en Ecuador del siglo XXI, la ciudadanía deberá preguntarse: ¿estamos listos a defender la República libre? No una, para nada, sino la que ya tenemos escrita en el documento de supremo valor filosófico, político y ético llamado ‘Constitución de la República’. El 64 % de los votantes, en septiembre de 2008, aceptaron darse un respiro en las vías más andadas de las batallas republicanas por la plenitud ciudadana. Su vigencia comenzó el lunes 20 de octubre de 2008 y no importó la frustración de las oligarquías más servidumbre. Por soberbia no esperaron el martes 21 de octubre, para maldecirla por “garantista de derechos”, por facilitarle la vida a la gente de los barrios bajos (y no se referenciaba a ninguna geografía física urbana) y a la gente de monte adentro, en teoría sin dudas. Hasta el documento individual cambió su calidad de ‘cédula de identidad’ a ‘cédula de ciudadanía’. La república se volvió más pública que nunca antes. Más del populus. Más del pueblo, importando ahora si su diversidad cultural. Y el condumio económico del Estado era obligatorio consumirlo en empleo, educación, salud, obras públicas, satisfacción de necesidades de los grupos desfavorecidos. Por fin, la igualdad ciudadana se saltaba el muro de la lírica. Y por cierto, usted podría estar en ‘sitio equivocado’ a la ‘hora equivocada’, por mala suerte sería “sospechoso”, pero no delincuente. Referencia al Artículo 76. Las castas ecuatorianas abundaron frustradas en su vanidad secular con aquello de “se beneficia a los delincuentes”. Unos lustros después, parte de la ciudadanía cree que esa es la piedra filosofal de la violencia social. Constitución para izque favorecer al bandidaje. Absurdo ridículo, pero se compra. Aunque mis lectores, mujeres y hombres, de otros países no lo crean. O sea que 6 806 571 (el 64 % de quienes la aprobaron) otorgaron un voluminoso manual favorable a la delincuencia ecuatoriana. Believe it or not! (Despierta, Robert L. Ripley).

            La diferencia entre el Gobierno de L. Boltaire Moreno (la ‘B’ fue o es el síntoma) y Guillermo Alberto Santiago con el actual de D. Roy Gilchrist Noboa está en la aceleración de la involución radical del republicanismo ecuatoriano. Sus dichos son muy específicos y ahorran dudas. La decisión de la oligarquía anacrónica gobernante es devolver al país político y social al siglo XIX, con todas las consecuencias. Es nuestra incredulidad la que parece extemporánea. ¿Acaso la derecha ultra ecuatoriana tiene la hegemonía cognitiva[2]? Si no es aceptación al menos es discusión en negativo ese repetir el discurso involutivo del gobernante, sus funcionarios, la coprofilia mediática y de la ADN (no significa Agentes De Noboa) partidaria. “…el sujeto oprimido puede acabar defendiendo las mismas reglas que lo oprimen, creyendo que sin ellas el mundo sería peor. Este es uno de los triunfos más siniestros de la manipulación mental: la interiorización del rol subordinado como si fuera una elección libre”[3]. ¡Celebro la exactitud matemática de estas palabras! Retrato de disonancia cognitiva de alguna gente ecuatoriana.

            Esta consulta (im)popular, de la oligarquía derechista ultra, es para un país que vive o malvive un realismo absurdo. O es realismo político sucio. O es ese realismo detestable de algunas novelas del siglo XIX. O una combinación, en proporciones variables, de cada uno de estos realismos. Es el Ecuador de ahora mismo, un país que está listo para bromas perversas, por las decisiones oligárquicas malvadas y la casi aceptación de un alto porcentaje de ciudadanía. Inmerecidas, además. No hay día que no se hagan discursos patrioteros y por el patriotismo indispensable, pero nos preguntan, disfrazando las verdaderas intenciones, si queremos convertir el país en ‘una colonia’ legal (gringa, supongo). También dizque nos consultan si se le impide participar a la gente de barrio adentro, de la espesa ruralidad o clase mediera, negándole no solo una caridad de rumba, sino el financiamiento público, mejor explicado, las próximas participaciones ciudadanas serían asunto de dinero y haciendas (¿me copian?). La tercera pregunta es para perpetuar la exclusión parlamentaria en el Ecuador siglo veintiuno: reducir la cantidad de asambleístas a un pequeño club de oligarcas y su servidumbre. Y si aquello es insuficiente, a la caretucada nos interrogan si queremos botar la actual Constitución garante legal y legítimo de derechos a las vidas natural, social, política, cultural, ética de todos los seres vivos en estos 200 mil kilómetros cuadrados. Y votar por la carta del sometimiento absoluto, este jazzman presume que estará escrita por gentes de la embajada trumpista, gerentes de haciendas bananeras, derechosos ultras y nadie más. Así es, nadie más, ni siquiera esos grupos serviles, muy agresivos con los que defienden (defendemos) el republicanismo ecuatoriano. Y un Estado verdaderamente democrático e intercultural.

            Así es que cuando hermanas y hermanos afro estadounidenses jodían (privilegio el significado político) o mejor cimarroneaban con aquella pregunta, what is your thing?, tenían una infinitud de razones. Igual, aunque parecidas y distintas, ocurre acá con la ciudadanía ecuatoriana de estos días. No estamos para ánimos hiperbólicos, pero la derecha ultra internacional quiere convertir en dinero hasta nuestras mínimas fantasías, no sería nada extraordinario que pronto usen chisteras o como en Estados Unidos empiecen a prohibir libros e intoxicarnos con citas apocalípticas. Ecuador, nuestro país, no lo buscó, pero ahora es país en resistencia al peor de los oscurantismos: la negación del republicanismo. A millones de mujeres y hombres, aun a este jazzman, nos queda un estropeado optimismo, para creer que venceremos con el ‘NO’ rotundo. Aunque nuestra confianza en el CNE (no sé qué diablos significan esas siglas) está estropeada. Amén.    


[1] Letra de Juanito Alimaña, letra de Catalino Tite Curet Alonso. La gente le teme/ Por que es de cuidado/ Pa’ meterle mano/ Hay que ser un bravo/ Si lo meten preso/ Sale al otro día/ Porque un primo suyo/ Ta’ en la policía.

[2] Ver artículo de Fernando Buen Abad Domínguez, titulado: El problema de la Justicia bajo la Guerra Cognitiva. ¿Es posible la legalidad en el reino de las desigualdades? Publicado en: https://www.aporrea.org/ideologia/a343703.htm

[3] Ibidem.

Por RK