Por Ramiro Aguilar Torres
Allá por el año 2008, Leonardo Escobar Konanz, escribió una novela corta titulada El último caso del Guatón Ramírez, publicada por la editorial El Conejo. Debí haberla comprado por esos años y no la leí porque hay libros que se dejan al barbecho. Lo cierto es que me olvidé de que la tenía y ha estado en los estantes de mi biblioteca por catorce años. Ayer me llamó por azar. Sí, leyó bien. El libro me llamó desde el estante. Soy un convencido de que hay momentos en la vida en que los libros exigen su lectura. Lo abrí más bien escéptico y me topé con una historia que me atrapó.
La novela está ambientada en el año 1986 y su protagonista José “Guatón” Ramírez es un sargento de la policía en sus últimos días de actividad previa al retiro. Un agente del Servicio de Investigación Criminal (aunque por asepsia el autor lo denomina Dirección de Policía Criminal). La descripción del agente Ramírez es ligera. Los agentes del SIC de aquella época, además de puteros – característica que mantiene en el personaje -, eran generalmente alcohólicos, corrompidos y brutales. Leonardo Escobar perdona a su detective y de hecho perdona a los demás policías que entran y salen de la novela con cierta candidez.
La historia tiene varios círculos concéntricos: desde el más grande que comprende la desaparición provisional de Fernando Echevarría, un aburguesado estudiante de sociología de la Universidad Católica, hijo de un prominente hombre de negocios cuya oficina se encuentra junto a la del Estudio Jurídico Flores & Bustamante, uno de cuyos socios Jaime Flores, protagoniza el segundo círculo de la novela al ser, además de abogado, socio en negocios de venta de aviones y otras trapacerías, tanto de Echevarría cuanto del ministro de Gobierno de aquella época. El muchacho cae en una redada casual de la policía por consumir marihuana y hongos alucinógenos en el sector de Esperanza en la provincia de Imbabura (lo cual era un clásico de la burguesía progre de aquella época) y en el retén comparte celda con miembros del grupo subversivo Ejército Bolivariano de Liberación; quienes le reclutaron para su causa. De ahí en una historia narrada al trote, muere Flores y los subversivos se roban el rastrillo de la policía. El Guatón Ramírez termina sacando al chico del desmadre lo que permite que su familia lo saque del país para evitar que caiga preso o muera.
No me apena haber hecho spoiler de la novela porque dudo que se consiga, debe estar descatalogada. A mi juicio de lector, “El último caso del Guatón Ramírez” es una buena novela con una gran descripción de la sociedad quiteña de los ochenta del siglo pasado: La burguesía quiteña corrupta como siempre, enfrentándose unos con otros por vender aviones, armas, y todo que el Estado quiera comprar. Los hijos de esa burguesía quieren purgar los pecados de sus padres, dándole demasiadas vueltas en la vida y en las terapias para convertirse en la versión 2.0 de sus padres, igual de pillos. Los grandes estudios de abogados expertos en meter la mano en la mierda por sus clientes; porque otro matiz de la novela y de la realidad, es que la burguesía quiteña nunca coge mierda, la manda a coger. Políticos corruptos cuya personalidad la novela no explora mucho; y, como les dije líneas arriba, una policía antes del robo del rastrillo: pobre, campechana, putera, pesetera, alcoholizada, servil y brutal.
Allá por 1986 yo tenía 18 años y me gradué de bachiller. Fue una década jodida porque el país estaba empobrecido. La vida, las lecturas, mi ejercicio de la abogacía y mis actividades políticas (me río mejor porque salvo los negocios turbios la descripción de Jaime Flores calza con la de todo abogado medianamente exitoso) me hicieron conocer a muchos de los protagonistas de aquellos años de candela. Desde el propio ex presidente Febres Cordero, hasta algunos ex combatientes revolucionarios. Lo cierto es que la novela corta de Leonardo Escobar Konanz está singularmente bien documentada, algo rarísimo en nuestra novela negra.
Aunque nunca hay que mezclar al autor con la obra; ni pensar que lo narrado en una novela es autobiográfico, al acabar de leer al Guatón Ramírez me dio por buscar en internet los antecedentes del autor del libro. Nada. Más allá de generalidades no hay nada. Luego parece que escribió para Dinediciones una historia de su abuelo suizo Max Konanz con dibujos hechos por él. Un trotamundos, don Leonardo Escobar Konanz, ni su foto está en la contratapa del libro. Un escritor – y eso me llama la atención – muy indulgente con una policía que no merecía indulgencia; muy informado sobre la letra chica del gobierno de aquella época; muy tolerante con un guambra pendejo de nombre Fernando Echevarría; y muy conocedor del entorno de quien entonces era presidente de la Corte Suprema de Justicia.
Me divertí. Me gustó el texto. La poca información que hay sobre el autor que no escribió nunca otra novela, le da al librito un halo interesante.
¿Alguien conoce a Leonardo Escobar Konanz? Vamos que el interés es puramente literario.