Miguel A. Ruiz Acosta

En un artículo publicado en este mismo medio a comienzos de marzo, sugeríamos que los espejos que debemos mirar los latinoamericanos para ver los rostros más descarnados del retorno del neoliberalismo, eran los de Brasil y Argentina. La imagen que nos devuelven esos espejos, decíamos, es la ya conocida de las políticas neoliberales de ajuste: privatizaciones, despidos masivos, políticas laborales regresivas, incremento de las tarifas de los servicios públicos… Los acontecimientos de las últimas semanas en esos dos países hermanos parecen confirmar lo anterior.

Recientemente el gobierno argentino encabezado por Mauricio Macri tomó la decisión de pedir un préstamo de tipo excepcional al Fondo Monetario Internacional, para cubrir deuda que fue contratada con anterioridad con otras instituciones financieras (la gran banca privada norteamericana en primer término) por el monto de 85 mil millones de dólares entre 2016 y 2017. Esta acción ha sido calificada como unilateral e ilegítima por algunos expertos en la materia, como la abogada Betina S. Stein, quien anotó en Página 12 que una decisión tan delicada —por los condicionamientos en clave neoliberal asociados a ese tipo de créditos— debió ser discutida por el Congreso. El retorno del FMI a la Argentina no es un hecho aislado: acompaña a un conjunto de medidas económicas (como la desregulación financiera en curso) que tiene por objeto pasar la factura de las turbulencias económicas a las clases trabajadoras.

Esta y otras medidas de la administración macrista han sido duramente criticadas por las organizaciones sociales de ese país. Durante las últimas semanas se han desarrollado movilizaciones de diversos gremios (docentes, trabajadores del metro de Buenos Aires, etc.) impugnando el carácter neoliberal (y represivo) de las políticas gubernamentales. La más grande de ellas tuvo lugar este 25 de mayo —feriado nacional por el inicio del proceso de independencia— y tuvo como eje central el repudio al regreso del FMI al país, bajo el lema “La patria está en peligro. No al FMI”. Participaron en la manifestación una gran variedad de organizaciones sociales, tanto las que son cercanas al kirchnerismo, como aquellas que son críticas de esa corriente, pero desde una perspectiva de izquierda. También fue muy importante la presencia de representantes del mundo cultural argentino, como la de los actores Oscar Núñez y Paola Barrientos, quienes se encargaron de leer la “Proclama popular del 25 de mayo”, mediante la cual se hicieron las reivindicaciones del trabajo digno; el apoyo a la educación pública; la defensa de la comunicación popular ante el fortalecimiento de los monopolios mediáticos; la necesidad de volver a articular un proyecto de integración latinoamericana; y, en síntesis, la defensa de la política  “como herramienta de transformación que no permita nunca más un gobierno que miente y cuyo proyecto es el saqueo”.

Por otro lado, en el caso brasileño, la situación también es delicada, al punto de llegar a ser caracterizada como una auténtica crisis de gobernabilidad. Está por cumplirse una semana de paro nacional camionero, en respuesta a la subida constante de precios de los combustibles durante el último año; paro que, dicho sea de paso, es el resultado de una extraña mezcla de inconformidad de los empresarios del transporte, pero en la que también participan no pocos transportistas autónomos, dueños de sus propias unidades.

En cualquier caso, el gobierno de Michel Temer (el “mandatario más impopular desde el fin de la dictadura”, con un 92% de rechazo de acuerdo a una encuesta reciente) ha contestado esta y algunas otras protestas mediante el incremento de la militarización del país. El pasado febrero, nombró a un general como interventor de Río de Janeiro, supuestamente para combatir al narcotráfico. Producto de esta decisión, se desató en Río una oleada de violencia parapoliciaca que cobró, entre otras, la vida de la activista Marielle Franco, crítica de las políticas de securitización/militarización del gobierno. Por su parte, para enfrentar el paro del sector transportista, Temer ha convocado a las fuerzas de seguridad (Ejército, Marina y Policía Vial Federal) para dispersarlo, además de advertir que se capturará a los responsables del mismo.

Más allá de las particularidades de los hechos recientes en los dos países del Cono Sur referidos, el hilo que los une es la emergencia de un nuevo ciclo de movilizaciones sociales, que están poniendo en entredicho, y cada vez con mayor determinación, las políticas del neoliberalismo recargado que les están imponiendo sus gobiernos y las fracciones más concentradas de capital a las cuáles aquellos responden. No está de más que el resto de latinoamericanos nos solidaricemos con sus luchas…. y nos preparemos para las que seguramente nos tocará librar más temprano que tarde.

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