Por Telma Luzzani
La velocidad de los cambios internacionales está precipitando (como necesidad y, a la vez, como pretexto) un acelere a fondo de los planes que EEUU ya tenía en carpeta para conservar su rol como única potencia hegemónica global.
No sólo Europa y Asia entran en los nuevos planes militares de Estados Unidos. En la última Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas (Brasilia del 25 al 28 de julio 2022), el Pentágono buscó imponer el peligroso concepto de “disuasión integrada” como parte de la estrategia de nuestras Fuerzas Armadas. Argentina y Chile tomaron distancia y propusieron pensarlo.
La velocidad de los cambios internacionales está precipitando (como necesidad y, a la vez, como pretexto) un acelere a fondo de los planes que EEUU ya tenía en carpeta para conservar su rol como única potencia hegemónica global. ¿Por qué? Es muy posible que los estrategas estadounidenses no hayan previsto la magnitud que fue tomando la alianza “sin límites” entre China y Rusia y que tampoco hayan calculado el surgimiento de una nueva estructura económica, comercial y financiera en Asia que pudiera poner en riesgo el reinado del dólar como moneda de intercambio global o que pudiera hacerle perder, a EEUU, el control de las finanzas realizadas en cualquier lugar de la Tierra.
Sí, es muy probable que los jerarcas del “deep state” hayan planificado la reacción militar del Kremlin en Ucrania; la venta hipermasiva de armamento norteamericano y el deterioro (vía crisis energética) de Europa. Pero seguramente no estaba en sus planes que el 85% de la población mundial se desmarcara de las condenas contra Rusia ni que éste país capitalizara las sanciones revalorizando el rublo y vendiendo energía a Eurasia.
Para Estados Unidos los tiempos se han vuelto urgentes y en ese contexto aparece la noción de la “disuasión integrada”, mencionada, por primera vez, por el jefe del Pentágono, el general Lloyd Austin, en abril del 2021 e incluida tanto en la doctrina de la OTAN como en la Estrategia de Defensa Nacional de EEUU 2022 (EDN 2022). Es importante recordar que el general Austin está de los dos lados del mostrador: es Ministro de Defensa y vendedor de armas desde su lugar de accionista de Raytheon Company, una de las tres más importantes empresas contratistas de defensa y fabricante de armamentos de EEUU.
¿Qué implica disuasión integrada? La estrategia militar de la disuasión -central durante la Guerra Fría- se basa en la idea de que un enorme poder nuclear o una gran capacidad destructiva hace desistir al adversario de iniciar un ataque. El adjetivo “integrada” es aún más peligroso. En palabras de Colin Kahl, ex asesor de seguridad de Joe Biden cuando era vicepresidente de Barack Obama, “significa estar integrados con nuestros aliados y socios, que son la verdadera ventaja asimétrica que EEUU tiene sobre cualquier otro competidor o adversario potencial».
En síntesis, el EDN 2022 plantea una disuasión basada en el uso de todas las dimensiones del poder norteamericano, pero involucrando a nuestras Fuerzas Armadas (y la de otros países) como partícipes y responsables de las acciones militares planificadas por el Pentágono según sus intereses.
Esto fue lo que Lloyd Austin propuso a nuestros ministros de Defensa en la Conferencia de Brasilia apuntando contra Rusia y, sobre todo, contra China, con la misma línea argumental que expuso la jefa del Comando Sur, Laura Richardson, en mayo pasado: América Latina debe cuidarse de la perniciosa “influencia política y económica de China y de sus planes expansionistas”.
Para Carlos Raimundi, “el concepto de ‘disuasión integrada’ responde a la lógica tradicional de la Doctrina Monroe. Esto es, considerar que los desafíos, las amenazas y los rivales de los EEUU tienen que ser los mismos desafíos, amenazas y rivales de todos los restantes países de América”. Raimundi aclara que ésta es su “mirada personal y que de ninguna manera compromete la posición oficial del Estado argentino”.
En relación al objetivo estadounidense de poner su mira en China y Rusia, nuestro actual embajador en la OEA explicó que “esta propuesta se plantea en un contexto de clarísima disminución de la influencia mundial de EEUU y, en general, del eje nor-atlántico, tanto en el aspecto militar como económico, algo que a veces es difícil de admitir por quienes se nutren o confían únicamente en la información de la prensa hegemónica del llamado ´Occidente´”.
Y agrega: “Ante, ese deterioro de la hegemonía propia de la etapa unipolar a expensas de Rusia en términos militares y de China en términos comerciales y tecnológicos, surge la necesidad de mantener el control sobre lo que se suele llamar “las Américas”. En mi opinión, la idea de “las Américas” es una cuestión estrictamente geográfica, y no política. Políticamente, los intereses de los Estados más desarrollados de América -Canadá y los EEUU, que, además, pertenecen al G-7 y a la OTAN-, no coinciden con los intereses de los Estados americanos que pertenecemos al Sur global. ¿Por qué? Porque nuestro mayor desafío no es contener la expansión de Rusia y China. Ese es el desafío del capital financiero globalizado, no el nuestro.
Nuestro desafío es desarrollarnos con autonomía, administrar nuestros recursos naturales, participar mayoritariamente de la renta de nuestros recursos estratégicos, erradicar la pobreza y la desigualdad. Los intereses de defensa de los Estados del Sur de América están centrados en la preservación y el incremento de nuestra soberanía. Los intereses de los Estados del Norte global, están apegados a los de las grandes corporaciones privadas que precisamente limitan nuestra soberanía. Por eso creo que no puede haber una estrategia de defensa común”.
Académicos especializados en estos temas como Rut Diamint, investigadora principal del Conicet y Juan Gabriel Tokatlián, vicerrector de la Universidad Torcuato Di Tella, también se mostraron preocupados por la “disuasión integrada”. “Argentina y Chile se limitan a considerar el estudio del tema en mayor profundidad por la Junta Interamericana de Defensa para una posterior valoración”, escribió Diamint en su artículo “Defensa regional, ¿desidia, ignorancia o sumisión?”
La especialista advierte que “asignar a la JID la evaluación de la noción de disuasión integrada, es otro sesgo de la militarización de la región”, cuando la democratización en América Latina consideró primordial afianzar el control civil democrático de las fuerzas armadas. “En tiempos en que varios mandatarios recurren a los uniformados para sostener su poder, con militares que se ocupan de la seguridad pública escrutando a sus propios ciudadanos, la ausencia de un firme reclamo para potenciar la voz del sector civil, profesional y democrático, es preocupante. La JID no puede actuar en forma independiente de los lineamientos políticos”, afirma Diamint.
El tema de la disuasión integrada como parte de nuestros lineamientos ha sido muy escasamente tocado por la prensa argentina y regional. Tal vez, porque hay cuestiones que exigen soluciones más inmediatas. Sin embargo, el tema es apremiante, debe hacerse público y estudiarse en profundidad porque implica un compromiso militar con una potencia altamente belicista y, en un plazo no muy lejano, podríamos estar arrepentidos y padeciendo consecuencias inesperadas.
Tomado de cenae