Por Luis Herrera Montero
En varios textos he afirmado y sustentado que los gobiernos de Moreno y Lasso instauraron el fascismo neoliberal en Ecuador. Sucedió con las brutales represiones al pueblo movilizado en octubre de 2019 y junio de 2022, que terminaron con la vida de varios conciudadanos. A esto debemos agregar, las masivas muertes en cárceles y calles de nuestras ciudades, las que no pueden quedar en la indolencia. Tampoco se puede admitir la impunidad respecto de los asesinatos a políticos , entre los cuales están: Héctor Omar Menéndez (alcalde electo de Puerto López), Agustín Intriago (alcalde en funciones de la ciudad de Manta) y Fernando Villavicencio (candidato a la presidencia de Ecuador).
El irrespeto a los principios y normas constitucionales ha sido la tónica de estos 7 últimos años. Sabemos que todo gobierno debecumplir con lo establecido en la Constitución de 2008. Cuando la vida de las y los ecuatorianos ha sido severamente afectada, no cabe dudar. Solo hay una alternativa a nuestro alcance y aquella no está en elegir a representantes del neoliberalismo nacional, como tampoco en anular el voto. La cotidianidad de paz debe ser recuperada urgentemente con un gobierno opuesto al narco terror, que ha tomado control del territorio nacional ycuyo mejor aliado es el neoliberalismo-fascista, que destruye al Estado y lo reduce a su rol de brutal represor de movilizaciones ciudadanas, cargadas de legítima indignación. El gobierno de Lasso más bien se ha caracterizado por no tener palabra y ha desacatado por completo los acuerdos establecidos con los movimientos indígenas, que demostraron el suficiente compromiso para suspender las medidas de hecho en beneficio de los intereses nacionales, hecho que tuvo como testigo a miembros de la Iglesia Católica y que el lassismo terminóignorando.
En los últimos meses que le quedan de gobierno a Guillermo Lasso, en vez de agilitarse procesos estatales para la determinación de reales responsabilidades en la serie de asesinatos, acaecidos durante su gestión, ha reforzado de manera inaudita la ineficiencia del sistema carcelario, así como la inoperancia del sistema de seguridad ciudadana. Ejemplos claros se evidenciaron con la muerte de Villavicencio, a quien se le dejó completamente vulnerable, a sabiendas de que había sido con anterioridad amenazado de muerte; a pesar de tal condición, se lo abandonó sin el debido resguardo. Resulta Igual de inaudito, que en estos días sean asesinados los supuestos sicarios y que asome un testigo con el que se pretenda acusar al correísmo sobre el fatal hecho que produjera el fallecimiento de Fernando Villavicencio; de manera sospechosa el hecho aconteció a vísperas de las elecciones en primera vuelta y se replica algo similar a pocos días de la fecha establecida para la segunda vuelta. En fin, culpar al correísmo de estos acontecimientos no es más que un comportamiento de difamación, propio de regímenes totalitarios. La derrota electoral es el único mensaje que deben tener las oligarquías neoliberales.
Me sumo al pueblo que no está dispuesto a ser manipulado por las falsedades que se desean posicionar, en claro perjuicio del binomio de Luisa González-Andrés Arauz. El domingo 15 de octubre debemos derrotar a las maniobras oligárquicas, eligiendo bien. Esto es, el deber democrático nos debe unir en la instauración de un gobierno que acabe con las incoherencias de gran parte del sistema judicial, sobre todo de la Fiscalía General del Estado, como también de la inoperancia, que para muchos asoma más bien como complicidad de la Policía Nacional, que ha trabajado casi nada en su tarea de proteger la vida de nuestra población. Nos comprometemos para detener tanta muerte o dejamos que tal situación tenga continuidad. Este domingo 15 de octubre hay una sola decisión viable, sufragar en apoyo al binomio de Revolución Ciudadana, pues ya no se trata quedarnos en correísmos y anticorreísmos. Nuestra sobrevivencia está en juego.