Por Gonzalo J. Paredes

Argentinos y venezolanos han discutido ampliamente sobre la reunión de los libertadores Simón Bolívar y San Martín en Guayaquil. En Buenos Aires, durante mis estudios en economía en 2008, era clara la posición de muchos en enaltecer a San Martín y, de alguna manera, menoscabar el legado de Bolívar. Me preguntaba, cómo era eso posible, si los dos habían emprendido gestas inconmensurables; no solo contra uno de los ejércitos más dotados de la historia, el imperio español, también hacerle frente a la geografía del continente suramericano. 

Un factor importante para entender el proceso independentista es el accionar de la emergente elite dominante (puntal del subdesarrollo de las futuras naciones) en los distintos territorios de la todavía colonia del imperio español. Para comprender a cabalidad este aspecto hay que considerar las dos razones de Bolívar para llegar a Guayaquil el 11 de julio de 18221: i) la anexión de esta a la Gran Colombia (o el fracaso del proyecto de Guayaquil como República por parte de los “cabecillas” civiles del partido autonomista); y, ii) el asunto a tratar con San Martín el 26 de julio2. Los dos temas son vinculantes, porque el primero fijó los alcances del segundo. 

En Guayaquil, la élite y hombres de armas impulsaron con gran éxito la caída de la dominación española en 1820. No obstante, el imperio no estaba derrotado en sus alrededores y necesitaron la ayuda de San Martín y, sobre todo, de Simón Bolívar para evitar la caída de la emancipación. Este último apoyó fuertemente la protección del proyecto, a pesar de los menguantes recursos de la Gran Colombia y de los conflictos con Francisco de Paula Santander (compañero de armas y segundo a bordo del nuevo estado). La caída del imperio en la Batalla de Pichincha, el 24 de mayo de 1822, terminó con el asedio de la emancipación guayaquileña.  

Bolívar pensó que la cooperación a Guayaquil significaría su anexión a la Gran Colombia, pero los planes de la élite guayaquileña eran otras: una república. Los intelectuales separatistas no recogieron la experiencia y los alcances de las ideas de Benjamín Franklin en la revolución norteamericana: en la unión de las colonias está la permanente independencia y la autosuficiencia de la nueva nación en el futuro. Lo acontecido en Pichincha puso en jaque a los separatistas y Bolívar se impuso en Guayaquil para consolidar el proyecto de una gran nación. 

Para el momento en que Bolívar llega a Guayaquil, ya sufría de las embestidas de la emergente élite dominante del separatismo en la Gran Colombia, con Santander a la cabeza. A diferencia de lo sucedido en la revolución norteamericana, la falta de visión, las ambiciones personales y las lógicas puramente locales ponían en peligro el proceso de unidad. Solo la fuerza, la determinación y la salud de Bolívar pudieron postergar la disolución del proyecto de unidad desde Guayaquil. Días después de este logro por la unidad, San Martín, el Protector del Perú, trajo en su barco los mismo problemas y penurias a su reunión con Bolívar en el puerto. Esto reseñó el Secretario General de Bolívar a Sucre en una carta acerca de la entrevista entre los libertadores3:

El Protector se quejó mucho del mando y sobre todo de sus compañeros de armas que últimamente lo habían abandonado en Lima. […] pensaba dejar bien puestas las bases del Gobierno; que este no debía ser Democrático porque en el Perú no conviene […] Le parece que Guayaquil es muy conveniente para residencia de la Federación. Cree que Chile no tendrá inconveniente en entrar en ella; pero sí Buenos Aires por falta de unión y de sistema.

Antes del hallazgo encontrado por el historiador Armando Martínez en el Archivo Nacional del Ecuador, se especulaba que el objetivo de la reunión se centró sobre el destino de Guayaquil4. Sin embargo, el foco estuvo en la gobernabilidad de los territorios liberados y la unidad, específicamente la naturaleza del futuro gobierno peruano. La imagen de un San Martín sometido a las “ambiciones” de Bolívar contrastaba con lo expuesto en tal documento: un libertador le encomienda a otro la independencia definitiva del Perú y su gobernabilidad, una “colgada de guantes”. 

Bolívar avanzó y logró expulsar las fuerzas imperiales, pero no consolidó la gobernabilidad. La falta de salud le restó fuerza, mientras que las traiciones procuraban su cometido, la dominación de los intereses locales. Ecuador sufriría las peores consecuencias de estas ambiciones: i) la imposición por parte de la República de Colombia de una deuda que Ecuador nunca auditó, ni cuestionó, su monto; ii) la disputa del territorio amazónico con la República del Perú; y, iii) el primer presidente de la naciente república ecuatoriana fue un venezolano, Juan José Flores (el vicepresidente fue José Joaquín de Olmedo). Vicente Rocafuerte, el primer presidente ecuatoriano, fue parte de las alianzas en el reparto del poder con Flores5

La visita de Bolívar a Guayaquil evidenció que la problemática discutida con San Martín no era por el liderazgo y la influencia de los territorios independizados, sino por el tipo de gobernabilidad a aplicar a elites carentes de visión, que usufructuaban con el fin de un proyecto de nación6

Notas 1. Guayaquil, la “Republiquita” que inquietaba a los libertadores. Recuperado de https://www.eluniverso.com/guayaquil/2018/10/09/nota/6992414/guayaquil-republiquita-que-inquietaba-libertadores/2. Carro, H. (2013). Tras los pasos y secretos de Bolívar. La entrevista de Bolívar y San Martín deja de ser ‘reservada’ a los 200 años. Septiembre/Octubre, Nº 231, pp. 68-71.3. Martínez, A. (2013). La entrevista de Guayaquil: introducción y transcripción. Procesos: Revista Ecuatoriana de Historia, 125-146. Recuperado de https://repositorio.uasb.edu.ec/bitstream/10644/3477/1/08-DOC-Martinez.pdf4. Los hechos antes del descubrimiento de la carta de José Gabriel Pérez a José Antonio José de Sucre. Recuperado de https://www.eluniverso.com/2002/07/06/0001/766/6DD7F5D6465344019798DC1751CC0764.html5. En Ecuador, el pasaporte de Manuelita Sáenz, después del destierro desde Colombia por Santander, fue revocado en la presidencia de Rocafuerte en 1835. 6. El fin de un proyecto nación se consolidó con el asesinato de Sucre y la persecución a Manuelita Sáenz.  

Por Editor