Antonio Malo Larrea
Estimadas y estimados amigos de los medios de comunicación: les escribo esta carta porque quiero entender qué pasa por sus cabezas y sus corazones, quiero comprender por qué hacen lo que hacen. En gran medida, gracias a ustedes, tenemos en el poder a personajes que amenazan seriamente el bienestar y la supervivencia de la humanidad, como Donald Trump y Jair Bolsonaro, por mencionar dos de muchos. Por supuesto que, ustedes como personas normales que son, que tienen hambre, se estresan, sudan, lloran, se enojan, aman y odian, tienen derecho a tener creencias, su ideología, sus afectos y desafectos. Sin embargo, ustedes no realizan cualquier trabajo, ustedes nos informan, nos comunican lo que pasa en el mundo. Por lo que sus creencias, su ideología, sus afectos y desafectos no son privados, nosotros, quienes nos informamos a través de ustedes, tenemos derecho a conocerlos, y ustedes tienen la obligación de que los tengamos bien claros.
Ustedes habitual y repetidamente nos dicen que tienen la impresionante capacidad de dejar de lado todas esas cosas al momento de comunicar, que son muy profesionales y además independientes. Jamás me atrevería a dudar de su profesionalismo, pero con mucho cariño y respeto, su discurso de independencia me deja muchas preguntas y dudas. La primera pregunta, además obvia, es: ¿independientes de qué son? La independencia se refiere etimológicamente a que no son dependientes, es decir, que no se subordinan a algo. Ustedes hacen gala de su independencia, la repiten, publicitan y ponderan una vez tras otra en todos los espacios físicos y virtuales a los que tienen acceso y, sin embargo, nunca terminan la frase, pues nunca nos cuentan de qué o quien se independizaron. ¿Ustedes son independientes del poder?, ¿cómo financian sus medios, sus salarios y su trabajo?, ¿sus formas de financiamiento les dan independencia del poder? Creo que esa es información que tenemos derecho a conocer, ya que nos permite entender sus posiciones.
Desde la economía heterodoxa, la economía ecológica y la ecología política, y muchas otras ciencias, se ha demostrado largamente que tanto la economía de mercado, como todas las políticas que se agrupan en lo que se ha llamado neoliberalismo, simplemente no son física y humanamente viables, y son las causantes de la crisis ecológica y civilizatoria que estamos atravesando. A pesar de esto, ustedes promocionan la economía de mercado y el neoliberalismo como lo verdaderamente sensato, correcto y científico. En sus medios no existe espacio para la economía heterodoxa, y para casi nada que cuestione esa falsa ciencia de la economía de mercado, a ese grupo de creencias que se han convertido en la religión incuestionada e incuestionable de los siglos XX y XXI. Eso, por supuesto, que levanta suspicacias frente a su independencia y pluralismo, y además potencialmente les hace cómplices de la crisis civilizatoria y ecológica de nuestro planeta. Sin embargo, no quiero dejarme llevar por las apariencias y rumores, y les pregunto directamente ¿por qué defienden y promocionan la economía de mercado y el neoliberalismo?, ¿tienen intereses personales y específicos que les obligan a hacerlo?, ¿o simplemente lo hacen por desconocimiento (lo que significaría que no son los profesionales que dicen ser)?
Sin ningún ánimo de ofender, quiero seguir haciéndoles preguntas francas y directas. Quisiera saber por qué son más duros con unas personas que con otras, parecería que hasta se ensañan con unos, y que a otros les tratan con la indulgencia de los abuelos. Les pongo como ejemplo lo que ha pasado en Brasil. Cuando uno oye los discursos del señor Bolsonaro no puede sino recordar los discursos de Hitler, Mussolini, Franco, Pinochet o Videla, es decir, claramente el señor se ubica en la línea de pensamiento fascista. Mucho más allá de eso, sus planteamientos atentan contra todos los acuerdos internacionales respecto a derechos humanos, derechos colectivos y de conservación. Sus expresiones claramente incitan al odio y a la violencia contra la gente pobre, contra los indígenas, los afrobrasileños, las mujeres, los colectivos LGTBI+, y la gente de izquierda. Sin embargo, ustedes no lo llaman por lo que es, es decir, fascista, lo catalogan en la derecha o en la ultraderecha. En contraste, luego de la destitución de la ex presidenta Dilma Rousseff la red O Globo reconoció que había errado, pero sin embargo, ella ya estaba destituida. No se si me equivoco, pero no era un partido de fútbol en el que el árbitro se equivocó y pitó un falso penal, era un país, y se le destituyó por un error a una presidenta democráticamente electa. Sin embargo, ustedes nunca reclamaron para que se le restituya su puesto, y tampoco le dieron el nombre que ese hecho tiene: golpe de estado parlamentario. Tampoco nos contaron la historia completa de lo que pasó con el ex presidente Lula, nos contaban que fue condenado por corrupción, pero nunca nos contaron que todo el proceso estuvo lleno de irregularidades e ilegalidades (ahora el juez Moro ha aceptado ser ministro de Bolsonaro), que Lula no conoce, ni ha puesto un pie en el departamento que dicen que recibió, y, sin embargo, está en la cárcel y no pudo participar en las elecciones. Al no contarnos eso, ¿no son cómplices de la elección de un fascista?
Otro ejemplo. Hace un par de semanas estuvieron en Cuenca dando una charla a varios colegios particulares los fascistas Agustín Laje y Nicolás Márquez, traídos por una serie de colectivos de ultra derecha: Vida y familia, Padrísimos, Red de Restauración Civil, Democracia Directa, Cuenca escoge la vida, Frente Nacional por la familia y Todo por mis hijos, algunos de ellos rayan también en el fascismo. Los conferencistas niegan que en Argentina haya habido dictaduras y que éstas hayan hecho terrorismo de estado, es decir, son fascistas. Su discurso niega y ataca a los derechos de las mujeres, de los colectivos LGTBI+, de los indígenas, de los afrodescendientes y de los pobres. Las instituciones cuyo trabajo es defender los derechos de las y los jóvenes como el CPCCS o la defensoría del pueblo no han actuado y no se han pronunciado ante este claro proceso de adoctrinamiento ideológico. Ustedes, amigos y amigas de los medios, han guardado silencio.
Finalmente, quisiera preguntarles ¿por qué callan y no desmienten las post-verdades y fake news que tanto daño le han hecho a la democracia?, ¿no es su trabajo hacerlo? Espero no haberles importunado.
Saludos cordiales.