Por Gonzalo J. Paredes
Señor presidente escribo estos párrafos pensando en el pueblo. A partir del 11 de abril existirán dos presidentes, uno electo y otro en funciones, usted. Es necesario, es imprescindible, recortar el tiempo de la transición de un gobierno a otro. El país está sumido en el caos, la desinstitucionalización y la desidia. Pero no solo es eso, la pandemia se acelera y cobra cada vez más vidas. Su gobierno perdió en todas las empresas que impulsó, desde la persecución a Rafael Correa hasta en desendeudar al país. Sus propios aliados han afirmado que en lo único que su gobierno podía ser recordado, se ha convertido en su última oportunidad desperdiciada: un plan de vacunación progresivo, masivo y sin privilegios.
Presidente Moreno no voy a profundizar todavía en el pedido explícito que realizaré en esta misiva. Me concentraré primero en un hecho histórico: la renuncia de Raúl Alfonsín, cinco meses antes de terminar su mandato. A principios de 1989, se gestaba en Argentina su primera hiperinflación, una conjunción de factores: golpes de mercado, la puja distributiva, la escasez de divisas, el peso de la deuda, el fracaso del segundo plan de estabilización monetaria, y un gobierno muy débil políticamente. Con base en este último, el gobierno de Alfonsín perdieron las legislativas en 1987 y Carlos Saúl Menem, del opositor Partido Justicialista, ganó la presidencia en mayo de 1989.
La situación se volvió caótica en ese mismo mes, cuando el proceso inflacionario se recrudeció y se registró una tasa de crecimiento de los precios cerca del 80 %. En los primeros días de junio, la inflación amenazaba alcanzar los tres dígitos. El traspaso de mando de Alfonsín a Menem tenía que durar hasta el 9 de diciembre de 1989. No obstante, Alfonsín anunció el 12 de junio su renuncia al cargo y acordó con Menem que en el mes siguiente (8 de julio) asumiría el cargo. En junio, la inflación fue 115 %.
En la experiencia de Argentina fue un acuerdo entre el presidente en funciones y el electo para acortar el plazo de posesión dada la gravísima situación económica. Presidente Moreno, en la Constitución del Ecuador todo está bien estipulado y no hay margen de maniobra para algo idéntico como en Argentina. Sin embargo, el espíritu de lo actuado en la Argentina de 1989 puede servir para evitar que cada día se pierdan más vidas. Su gobierno es incapaz de hacer algo y atenta contra la supervivencia de la población ecuatoriana. Por lo tanto, señor presidente le pido, le exijo, que no traspase el mando el 24 de mayo. Usted puede adelantarlo y tiene dos opciones: el 19 de abril o el 1 de mayo, día del trabajador. Todo dependerá de los resultados del 11 de abril.
Le muestro la ruta constitucional que deberá recorrer. Primer paso, tanto usted, como su vicepresidenta deberán renunciar a sus cargos. Segundo paso, en cadena de radio y televisión, exhortará a los miembros de la función legislativa, a los asambleístas, que también lo hagan. Tercer paso, Diana Atamaint y el Consejo Nacional Electoral (CNE) posesionarían a las autoridades electas (estarían facultados) en las fechas antes recomendadas. De esta manera, no se trata de la destitución de la máxima autoridad de una función del Estado desde otra. La propuesta se basa en la renuncia de esas autoridades con los resultados de las elecciones del 11 de abril en firme.
Señor presidente, no permita que el pueblo se humille rogándole que renuncie a través de un proceso de recolección de firmas. Es su deber traspasar el mando lo antes posible.