Por Consuelo Ahumada

El presidente colombiano estuvo esta semana en China y los acuerdos que alcanzó provocaron el disgusto y las amenazas de Washington.

El presidente Petro viajó a China con un doble objetivo. Primero, participar en el IV foro ministerial China-CELAC, como presidente pro tempore de esta asociación. Segundo, solicitar el ingreso formal de Colombia a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI). 

La Iniciativa, creada en 2013, ha crecido enormemente e incorporado a 150 países, incluidos más de 20 de nuestra región y una treintena de organismos internacionales. 

La solicitud formal del presidente se orienta a diversificar el comercio y la inversión del país y al fortalecimiento de las relaciones con la segunda potencia económica del orbe. 

Esta decisión representa también el acceso del mercado de los BRICS, que reúne a más de la mitad de la población del planeta. Según datos del FMI, aunque su PIB conjunto es menor al de los países del G-7, tiene paridad entre los dos en cuanto a su poder adquisitivo.    

En enero pasado, en la cumbre celebrada en Kazán, Rusia, se unieron diez países adicionales a los 5 miembros iniciales, pero muchos otros hacen cola para incorporarse. 

En Kazán se establecieron dos objetivos centrales: trabajar por un «nuevo orden mundial democrático» y alejarse de la «dolarización» del sistema internacional.

Estos datos dejan en claro dos asuntos fundamentales. Uno, la importancia del mercado de China y sus aliados. A ello le han apuntado desde hace varios años la mayoría de los países de LAC. De hecho, el gigante asiático es socio principal de Suramérica. 

Dos, propiciar un cambio en el orden mundial y poner en jaque al dólar son asuntos mayores para Washington. Dichos objetivos corresponden al multilateralismo que se impone. Implican una modificación clara en el tablero geopolítico.

Desde cuando Petro anunció su viaje, provocó fuertes reacciones y despertó amenazas, tanto en Washington como en Colombia por parte de una oposición, empeñada en sabotear cualquier iniciativa de este gobierno.

Mauricio Claver-Carone, enviado especial de Trump para Latinoamérica, envió un mensaje claro: el acercamiento del país a China sería una gran oportunidad para las flores de Ecuador y el café centroamericano. 

Una vez el presidente firmó el acuerdo con su homólogo chino, la reacción fue contundente. Desde Washington se señaló que esto implicaba “riesgos para la seguridad regional”. “EEUU se opondrá enérgicamente a proyectos recientes y a próximos desembolsos del BID y otras instituciones financieras para empresas estatales y controladas por el Gobierno chino en Colombia”, señaló la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental.

Petro respondió que la Iniciativa “cambia la historia de nuestras relaciones exteriores. “A partir de ahora, Colombia se relaciona con el mundo entero en pie de igualdad y libertad”, afirmó. 

Mientras tanto, el representante republicano Mario Díaz-Balarte, presidente del poderoso Subcomité de Apropiaciones para las Relaciones Exteriores, con fuertes vínculos con la ultraderecha colombiana, anuncia más iniciativas para reducir el apoyo económico al país. 

A esto se suman dos amenazas latentes que rondan en los círculos políticos binacionales. La primera, la muy posible descertificación de Colombia por su lucha antinarcóticos en octubre próximo por parte del amo imperial. La segunda, la perspectiva de cancelarle la visa al presidente colombiano.

Por su parte, la oposición interna se opuso al viaje y al acuerdo, planteando un panorama apocalíptico para la economía del país. Su argumento central es que no se puede arriesgar las relaciones con nuestro principal socio comercial. Poco importa con que el comercio binacional sea deficitario para Colombia desde 2014, como resultado del TLC. O que los aranceles anunciados golpeen fuertemente a la industria del acero y el aluminio en el país. 

Los gremios económicos y los medios a su servicio aducen además que no es tiempo para invocar la dignidad y la soberanía nacionales, sino de ser pragmáticos. ¿Es momento de ponernos con el tema de dignidad?, preguntaba una de sus luminarias.

Lo cierto es que, más allá de las dificultades inherentes a estos procesos, la decisión del gobierno tendrá un impacto positivo notable, no solo en comercio, sino también en inversión en infraestructura y otros renglones. Y algo muy importante: una oportunidad de incrementar sus exportaciones no minero-energéticas, entre ellas la agroindustria. 

El presidente chino, Xi Jinping, instó a ambos países a “aprovechar la oportunidad de la adhesión formal de Colombia a la Iniciativa de la Franja y la Ruta para promover una mayor calidad en su cooperación”.

Antes de concluir su viaje, Gustavo Petro se reunió también con Dilma Rousseff, presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo de Shanghai, el banco de los BRICS, para solicitar el ingreso de Colombia. Esta es una oportunidad de diversificar también su deuda externa y negociar mejores condiciones de pago. 

El país recibirá préstamos a tasas bajas de interés para financiar proyectos de infraestructura, energías renovables, salud, entre muchos otros. 

En su intervención en el Foro China-CELAC, Rousseff aseguró que este banco “fue concebido para apoyar el desarrollo en el sur global, sin vetos, sin condicionalidades y con respecto a la soberanía nacional de cada país”.

En el mismo foro, Xi Jinping, anunció cinco programas de cooperación con la CELAC y un crédito por 66.000 millones de yuanes (35,6 billones de pesos colombianos) para impulsar el desarrollo en sus países miembros.

Para Colombia, entonces, es una apuesta a la diversificación, la reactivación económica, la soberanía alimentaria y por supuesto a la paz. Sin embargo, a pesar de las perspectivas positiva, la situación no es nada fácil para el gobierno del Cambio. 

Recordemos que Colombia se convirtió en aliado estratégico de Washington en la región andina y en campo privilegiado para experimentar su fracasada política antinarcóticos, lo que tuvo un impacto enorme en la exacerbación del conflicto armado. Todo ello con la complacencia y sumisión de la elite gobernante.

Y Trump ahora quiere pelea. Panamá debió retirarse de la Iniciativa en febrero pasado por su presión para frenar la influencia china en el canal. De hecho, el primer viaje internacional de Marco Rubio fue a Panamá. Inmediatamente después vendría el memorando para permitir la presencia militar de EEUU en la zona.

Pero Gustavo Petro no es José Rafael Mulino. Por lo pronto, la adhesión de Colombia a la iniciativa de la Ruta de la Seda y al Banco de los BRICS es una decisión histórica para Colombia. El estrechamiento de las relaciones con China es también fundamental para el fortalecimiento de la CELAC.

Por RK