Por Daniel Kersffeld
Un resumen en diez puntos sobre las implicaciones regionales y globales de las elecciones parlamentarias en Venezuela del próximo 6 de diciembre de 2020.
- El gobierno de Nicolás Maduro busca recuperar la Asamblea para proyectar hacia el exterior una idea de “normalidad” sobre sus instituciones y, especialmente, en torno al poder legislativo. En este sentido, el Parlamento, en manos de la oposición, fue reemplazado por decretos apoyados desde el Tribunal Supremo de Justicia y, luego, por la Asamblea Nacional Constituyente, generándose cuestionamientos de todo tipo.
- El frente externo es complejo, ya que los comicios no son reconocidos por el gobierno de EE.UU. ni por la Unión Europea. Tampoco son reconocidos por la Organización de Estados Americanos (OEA), el Grupo de Lima y el Grupo Internacional de Contacto.
- La actual transición entre el actual gobierno de Donald Trump y el próximo mandato de Joe Biden ofrece un contexto importante para intentar establecer una imagen “renovada” del gobierno. Sobre todo, tomando en cuenta las críticas de los demócratas a los republicanos en cuanto a una estrategia que no fue exitosa (múltiples sanciones, bloqueos y embargos, apoyo a Juan Guaidó como “presidente encargado”, posibilidad de intervención externa, etc.) y que, a la larga, implicó el fortalecimiento de Maduro.
- La estrategia que el gobierno de Joe Biden seguiría sobre Venezuela abre la posibilidad a un mayor diálogo y al establecimiento de acuerdos entre los dos gobiernos. Según asesores cercanos a Biden, e incluso, de acuerdo al próximo secretario de Estado Antony Blinken, es probable que se establezcan negociaciones siempre que el gobierno de Maduro evidencie un compromiso con la democracia y con los derechos humanos, lo que no impedirá la aplicación de “sanciones inteligentes” si los cambios no se verifican en un corto plazo.
- Más allá del aspecto regional, el asunto Venezuela interesa en Washington por la presencia de Rusia, y en menor medida, de China e Irán. De nuevo, las críticas de los demócratas apuntan a Trump y a una “línea dura” que tendió a aislar a Venezuela y, en consecuencia, a facilitar la actuación de potencias extranjeras, sobre todo, interesadas en el petróleo.
- Desde el gobierno de Maduro se asume que una mayoría oficialista en la Asamblea contribuirá a aumentar el poder negociador de Venezuela en torno a los embargos a las reservas de oro en el exterior (como el que tuvo lugar en Londres). Pero en el centro de las preocupaciones se encuentra la situación de la empresa petrolera CITGO, establecida en EE.UU., ligada a PDVSA, de Venezuela, y de la que el 49,9 % de sus acciones fue dado en garantía a la petrolera rusa Rosneft por un crédito de 1.500 millones de dólares. De igual modo, un nuevo parlamento buscaría mejores las condiciones con EE.UU. para la explotación y comercialización del petróleo, centralizado hoy por la multinacional Chevron.
- También es de interés del gobierno evidenciar la fragmentación creciente de la oposición, ahora dividida entre quienes llamar a participar en la elección del 6 de diciembre y aquellos otros que en cambio van por la abstención por considerar que no hay garantías democráticas ni legales para seguir adelante con el proceso electoral. Está última tendencia es mayoritaria, cuenta con los partidos agrupados en el G4 (Acción Democrática, Primero Justicia, Voluntad Popular y un Nuevo Tiempo) y es liderada por Juan Guaidó. En tanto que la oposición minoritaria está integrada por unas diez listas en dos alianzas.
- En el orden local, un triunfo del gobierno en las elecciones desplazaría a Juan Guaidó de su papel de “presidente encargado” ya que dejaría de ser presidente de la Asamblea. Se podría confirmar el declive de una figura política cuya imagen quedó directamente asociada a la de Donald Trump. Además, del equipo de Biden ya hubo expresiones de rechazo a esta estrategia, lo que haría que Guaidó se quede sin su principal respaldo.
- Leopoldo López, quien radica en España desde hace un mes, apoya a Guaidó: ambos son de Voluntad Popular y, además, se lo considera su mentor político. Sin embargo, López podría aprovechar la debacle de Guaidó para recuperar protagonismo y convertirse en el principal referente opositor. En tanto que Henrique Capriles mostró su disposición a participar en las elecciones, siempre y cuando el gobierno de Maduro las postergara hasta 2021: como eso no ocurrió, decidió abstenerse. Todo indica, por tanto, que se trató de un proyecto para ganar visibilidad y, sobre todo, para medir fuerzas hacia el interior de la oposición, teniendo en cuenta además que nunca aprobó la estrategia de Guaidó.
- La elección parlamentaria del 6 de diciembre también tiene un impacto regional, ya que forzará a los países latinoamericanos a convalidar o rechazar públicamente los resultados obtenidos. No sería extraño que se produzca una recomposición del Grupo de Lima y que se generen debates sobre el tema en el seno de la OEA (no hay representante del gobierno de Venezuela, pero sí hay un representante de Juan Guaidó) y en el de la ONU. Sin contar el impacto que podría tener en la CELAC y dentro de la renacida UNASUR.