Orlando Pérez
De a poco la “Fórmula Durán-Barba” se transparenta en Ecuador: la construcción de un “progresismo de derecha” avanza por buen camino, tal cual ocurrió en Argentina y falló en México. Y para eso hace falta, diría el súper consultor, puro pragmatismo, ya los idealismos no cuentan y por tanto hay que encuestar, medir y luego aplicar la fórmula. Así nomás, sin mayor aspaviento.
Por esa vía camina Jaime Nebot, que con la edad aprendió lo bueno de la izquierda y entendió lo malo de la derecha. Ahora en su rostro, gestos y mensajes hay más socialdemocracia de la que exhalaba en su trajinar Rodrigo Borja. Con una sola diferencia: todo eso no lo pudo aprender o negar sin la existencia de una década donde se ganaron derechos y se desarrollaron otras discusiones políticas en la sociedad, a favor, por ejemplo, de la existencia de Estado.
Su “sabiduría política”, al menos, es más realista que la de algunos supuestos izquierdistas que hoy publican libros y exabruptos para “denunciar” la década pasada y con ello aspiran entrar limpios y puros al reino de los castos. Como dice Juan Carlos Monedero: “Con los discursos apocalípticos a veces estamos invitando a la resignación. Alguna izquierda cree que es más profunda y astuta cuando hace análisis muy pesimistas. En el fondo queda como rehén del enemigo».
Ahora Nebot sabe que defender el mercado a capa y espada choca en sociedades desiguales y desposeídas. También aprendió que dejar de lado derechos y garantías le arrastra hacia un vendaval de demandas sociales. Claro, todo eso hasta cierto límite (el que sus socios y aliados de clase lo permitan).
Nebot y quienes ahora lo aúpan para el 2021 aprenderán de quien era su modelo y ahora fracasa: Mauricio Macri. Y para eso tienen a Durán Barba para prevenirlo y corregir. Por eso dice que aprendió de la izquierda a repartir la riqueza. ¿Será?
Conforme se desbroza el camino para las elecciones presidenciales (gracias a la gestión neoliberal del actual gobierno) al líder máximo de la derecha le sobran motivos para esperar sentado. Claro, los “progres” de izquierda le ayudan en su ingenua creencia de que atacar al correísmo da votos o tomar distancia del morenismo les vuelve menos responsables de la actual situación económica. Como hicieron en su momento con Bucaram, Mahuad y Lucio. No aprenden.
Nadie se sorprenda que esos “progres” de izquierda auparan la candidatura de Nebot bajo la justificación de que es consecuencia de los “errores del correísmo”. Y, por supuesto, mirarán todo lo que venga para escribir sus fastuosos textos de análisis sin mojarse el poncho y también sentarse a ver pasar los cadáveres del socialcristianismo, igual que hicieron con el febrescorderato. ¿O todos esos que escriben iluminados textos estuvieron presos, perseguidos o señalados por ese régimen en las listas del SIC o en las manos del general Vaca?
Los derechosos que ahora se disfrazan de “progres”, en el entorno íntimo de Carondelet, que antes hasta fungían de admiradores del M19, saben para qué y para quienes trabajan, en el sentido más burgués del término: para que sus empresas, consultorías o negocios familiares reciban el beneplácito de las élites con las cuales ahora si dialogan, participan de sus cocteles y fiestas y de un trato aparentemente igualitario en los sets de radio y televisión.
Lo que viene en los próximos meses es el “agárrense de las manos/unos a otros conmigo”, seamos felices todos, que aquí no hay diferencias, todos somos hermanos y gracias al pragmatismo duranbarbista lo que venga que sea para que cada quien lo asuma como pueda.