Son alucinantes los rebuscados argumentos que los homofóbicos encuentran para discriminar a las personas y oponerse al matrimonio igualitario recientemente aprobado en el Ecuador. Las redes se han llenado de epítetos, burlas y condenas, similar al tema aborto. Ha resurgido el “machisismo” y la “desfeminización”, es decir la degradación de los comportamientos y de las preferencias sexuales. En todo caso en los argumentos hay mucho de moralismo religioso, tradicionalismo y poco conocimiento sobre las nuevas evidencias que parten desde la ciencia.

El argumento que más molesta es que se habla de “contra natura”, lo que significaría que en la naturaleza no existe homosexualidad, ni intersexos, ni bisexualidad. Quién piense que no existen está errado.

En el proceso evolutivo la diferenciación sexual, la selección de genes y la adaptación genética, muestran una variedad de alternativas. Existen animales hermafroditas, asi como comportamientos claramente homosexuales como en los bonobos, delfines, hienas, pájaros, ovejas, bisontes y más de 1500 especies. Esto significa que existen genes que orientan las prácticas sexuales por un lado, y que el ambiente refuerza las prácticas sexuales por otro. Para los genetistas esta forma de enfrentar este tema refleja la larga discusión genética sobre que es más importante: los genes o el ambiente.

Los genes son producto de la evolución en un ambiente determinado en la relación con el mismo. La dicotomía entre macho y hembra está siendo modificada en su esencia fijista, es decir inamovible en su concepción. Hoy sabemos que entre lo que llamamos hombre normal y mujer normal, existen variadas alternativas físicas y por tanto psíquicas. Al menos unos 50 genes están relacionados estas variantes, genes que determinan variaciones de fertilidad, genitales externos e internos, hormonales, inmunológicos y posiblemente neuronales. Esto significa que la diferenciación de sexos no es blanco y negro, es matizada.

Hablar de genes que orientan comportamientos ha sido un mito en la ciencia, curiosamente surgido por la influencia de la moral en las investigaciones científicas: se obviaba hacer alusión a estudios de homosexualidad en machos. Hoy las cosas han cambiado y los datos que se tienen están en contra de la corriente absolutista y dicotomizante de hombre y mujer. La biología conoce más y por tanto promueve mayor respeto, algo que el tradicionalismo no desea.

Las preferencias sexuales se han dado desde siempre, biológicamente no existe un impedimento, no hay un comportamiento natural o uno contra natural. La biología no muestra moral, son los calificativos sociales e históricos los que cuestionan prácticas y posiciones reales. En este sentido la moral trata de ocultar lo evidente.

El argumento contra natura tiene origen religioso. Católicos, judíos e islámicos, tienen como eje conductor lo “natural”, lo que ha sido promovido por sus libros de fe. Lo natural en última instancia defiende según ellos, la funcionalidad de su divinidad y el plan de reproducción, por tanto cualquier comportamiento fuera del esquema reproductivo es pecaminoso o prohibido. Esto nos lleva al miedo del sexo inusual: anal, oral, masturbación, homosexual, transexual, etc., de ahí el calificativo de contra natural, por tanto se castiga la sodomía o el pecado nefando, o cualquier otro.

En la argumentación de contra natura, existe un aferramiento al criterio de lo absoluto, clásico en las religiones, mientras que la ciencia al oponerse por esencia a lo absoluto se abre a nuevas interpretaciones y de hecho las encuentra. La ciencia al parecer vuelve a ser la alternativa al respeto a la diversidad.

Más allá de los argumentos biológicos, evolutivos, genéticos y sus evidencias, así como alejándonos de la percepción de contra natura, o cualquier otra, la discusión social y legal debe centrarse en los derechos y en la capacidad de orientar la sexualidad hacia la alternativa que libre y voluntariamente se elija. La historia nos da cuenta de persecuciones, discriminaciones, ataques y más hacia las posiciones alternativas, pero la lucha por los derechos humanos es más amplia, al parecer ha triunfado en el Ecuador.

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