Jorge Benavides Solís
Quien vive en medio del bosque ve mucho mejor los árboles en detalle, que la totalidad del bosque y del paisaje. Depende de la distancia. Los políticos, periodistas y columnistas ecuatorianos, dan poca importancia a este hecho. Comparten sus opiniones como expresión del pensamiento personal subjetivo antes que del pensamiento crítico argumentado. Otra, es la percepción de un ciudadano residente fuera del país desde hace muchos años que vuelve a visitarlo por poco tiempo.
Al renovar la cédula de identidad se sorprende por la rápida y eficiente atención en locales cómodos y dignos. Ya no le manchan los dedos ni ve los papeles tirados y las paredes marcadas con huellas digitales en los “galpones” de antaño. Va al banco más grande de país, le dan un turno para después de una hora; goza de excelente salud. Mientras tanto entra a conocer la Judicatura. Se sorprende por la correcta atención informatizada, la amplia y cómoda sala de espera. A pocos pasos ve otro edificio moderno también del sistema judicial; en frente, una gran “plataforma de gobierno” con aire internacional contemporáneo de país desarrollado. Para viajar al sur, va a la estación de autobuses. Es una de las mejores incluso de algunas ciudades europeas. Viaja. Le sorprende la calidad del sistema nacional de carreteras. Al paso nota los edificios de la policía, de las escuelas, de los colegios, de los hospitales y en general de la infraestructura inexistente hace diez años. Las “universidades garaje” han desaparecido. Todas se esfuerzan por tener como profesores a master y doctores; por eso seguramente han salido a perfeccionarse al exterior, miles de estudiantes becados; simultáneamente muchos profesores de universidades europeas y americanas han llegado al país para transferir conocimientos. Un Doctor, profesor de Universidad gana 9 sueldos básicos. Ha ascendido a un estrato social con alta capacidad de gasto. Los funcionarios públicos: profesores, policías, militares, administrativos, después de concursar, comienzan su carrera profesional con sueldos dignos. Las siervas o criadas, han desaparecido. Ahora tienen derechos y un sueldo mínimo. El capitalismo, sin lugar a dudas se ha modernizado.
Se aprecia un alto porcentaje de la población de todas las edades y condiciones, con un teléfono celular en mano o con la posibilidad de acceso a “máquinas” para comunicarse por Internet. ¿Es la explicación de la pérdida de calidad de la prensa escrita? Al mismo tiempo se evidencia una gran paradoja: el costo del servicio telefónico, en comparación con el de otros países es caro, más si se toma en cuenta el precio del agua potable o de la electricidad. Estas últimas suponen costosas inversiones públicas. La mayor parte de los beneficios de las telefónicas se exportan. Ahora – se lee- el país tiene la posibilidad de exportar energía eléctrica.
¿A quién se le habrá ocurrido, para ser justo con los viejos, establecer una subvención gubernamental gracias a lo cual obtienen un considerable descuento en todos sus viajes locales, nacionales e internacionales?
Si es por la cantidad de salones de belleza, del corte de pelo de los jóvenes, de su forma de vestir, de la cantidad de mujeres maquilándose dentro de los autobuses de transporte público, de la frecuencia con la que utilizan el taxi, incluso los escolares; de la invasión del comercio informal en las ciudades, de la gran cantidad de franquicias extranjeras, del generalizado y llamativo consumo de pollos y salchichas, Ecuador ha crecido mucho.
El niño se desarrolla. Para el adolescente solo existe el presente. El consumidor no tiene edad, se aísla cuando compra, complace a su ego, se hace individualista.
¿Ecuador ha progresado? Si fuera una cuestión de cantidad, sí.
Sin embargo el lenguaje, la comunicación, la autenticidad han empobrecido, el campo se está despoblando de forma acelerada, en consecuencia la periferia de las grandes y medianas ciudades se agranda en deficientes condiciones. Los fértiles valles cercanos a Quito: Turubamba, los Chillos y Tumbaco se han esterilizado con insólita irresponsabilidad. Un auténtico geocidio. En los centros de educación, no se educa; se capacita para ser emprendedor o colaborador, prescindiendo de la Filosofía, del Arte, de la Gramática, de la Historia y hasta de la Geografía debido al imperio de la Wikipedia. No se trata de enseñar y de aprender a pensar sino a hacer, sin más. Los consumidores no tienen necesidad de conocer sus deberes, proclaman sus tradicionales y nuevos derechos. El ciudadano (comprometido con la Polis, con la ciudad) ha desaparecido para dar paso al cliente, al individuo; el nosotros ha sido derrotado por el yo.
Pero desde hace ocho meses, el monotema de los políticos y de los medios de comunicación es la corrupción y su presunto sistema ideado por un líder calificado de autócrata. No es el resultado de la opinión pública sino publicada. No cuenta con la participación de ciudadanos porque a éstos los han reemplazado los votantes que claman por volver a la democracia. ¿Amerita hacerlo a la de hace once años? Es la opinión de políticos e intelectuales que han estado en el poder, a la sombra de éste o dan pruebas de su interés por acceder a él. Sin embargo, no recuerdan que en sus gobiernos, también se destaparon casos de corrupción; porque ésta es una de las constantes políticas desde las primeras décadas del país. Surgió acompañada de la traición (Felipillo y la Malinche). Solamente cambia la fonética de los apellidos de los protagonistas. Además la corrupción está presente en los países más importantes de Europa, de Iberoamérica, de África y de Asia. La corrupción no es una decisión volitiva individual. Sin corruptores su presencia sería imposible pero éstos, por lo general no son juzgados y rara vez van a la cárcel. Además, por cuanto ha sucedido, parecería ser un instrumento imprescindible del sistema capitalista, ahora vigente en todos los países del mundo, excepto dos, los únicos sin bancos privados.
El país ha crecido. También la burocracia, el número de electores y elegidos. En cambio el comportamiento de los políticos, intelectuales y votantes, no. Claro, es lo más difícil.