Por Ángel Guerra Cabrera
El paro nacional indefinido contra las salvajes políticas neoliberales del presidente Guillermo Lasso convocado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador(CONAIE) junto a otras organizaciones sociales entró ayer en su tercer día. En la madrugada del martes había sido detenido por el ejército el presidente de la agrupación indígena Leonidas Iza, liberado al día siguiente con medidas alternativas por orden de una jueza. La situación social del país es dramática. El pueblo está sufriendo y viene no solo de la imperdonable desatención gubernamental a la pandemia. También de graves carencias en la solución a todas sus necesidades básicas. Sin embargo, la convocatoria del paro no se ha correspondido en magnitud con el malestar social latente ni es comparable con movilizaciones anteriores no lejanas en el tiempo.
Más adelante me referiré a lo que considero la causa de fondo de esta insuficiente convocatoria; más tratándose del pueblo y el movimiento indígena ecuatorianos, que cuentan con admirables tradiciones de lucha social y popular.
Cuatro años de gobierno de Lenín Moreno, quien traicionó al movimiento correísta no más sentarse en el palacio de Corondelet, arrasaron con la mayoría de las importantes conquistas sociales y la soberanía nacional logradas durante los dos periodos presidenciales de Rafael Correa. Es por eso que a poco más de dos años de llegar al cargo, Moreno debió enfrentar el combativo paro nacional de octubre del 2019, liderado por la CONAIE, al que respondió con una feroz represión que costó 11 muertos y cientos de heridos. Moreno y Lasso, quien cogobernó en la sombra con el primero, abrieron las puertas de nuevo al endeudamiento del país con el FMI y a los planes de ajuste que este impone.
Al panorama social desolador creado por las administraciones de ambos personajes, vienen a sumarse –ante un Estado omiso en su responsabilidad social- las consecuencias del aumento internacional de los precios de los combustibles y los alimentos. Se han suprimido los apoyos gubernamentales a los pequeños productores y se han desmantelado los sistemas de educación y salud pública, muy fortalecidos durante el gobierno de Correa. Se han incrementado los graves daños ocasionados por la minería y la explotación petrolera a los territorios indígenas y a los ecosistemas. El paro nacional pide soluciones urgentes a estos problemas.
Su exigencia central es que se disminuyan los precios de los combustibles y cesen los aumentos de estos, que se producen mensualmente, pues son inalcanzables para los indígenas, los pequeños productores y, en general las personas de bajos ingresos, unidos a la subida de toda la canasta básica. También ahogan a indígenas y campesinos las tarifas de hambre que se les pagan por los productos agrícolas y los créditos bancarios, que en estas circunstancias conducen a los embargos y a la ruina de las familias. Por ello exigen una moratoria y una renegociación de sus deudas. La asfixia económica es insoportable para indígenas, trabajadores del campo y la ciudad, pequeños y medianos empresarios, incluso para muchos profesionistas. La popularidad de Lasso ha caído en el año escaso que ocupa la presidencia. Este, con cuentas en los paraísos fiscales ha sido señalado como uno de los grandes beneficiarios de la crisis financiera de 1999 que arrasó con decenas de miles de ahorristas y llevó al país a la postración económica. Miembro de una antigua familia de banqueros de Guayaquil y banquero él mismo, ha usufructuado por mucho tiempo las mieles de la especulación financiera al amparo del poder. Cómo se estará beneficiando ahora que ocupa la presidencia. Ojala el paro tuviera éxito y consiguiera al menos un alivio a las carencias de la mayoría de los ecuatorianos. Pero la división en el campo popular y la falta de una conducción política lúcida impiden que las masas se organicen como se necesita y que el movimiento popular pueda presentar un frente unido ante un gobierno entreguista, ante la especulación financiera que eleva los precios y mina la producción, ante las crueles exigencias del FMI. La CONAIE está dividida internamente y, a la vez, existe una zanja entre ella y el correísmo debido a intransigencias y errores de ambas partes. El pueblo de Ecuador ha librado importantes e históricas batallas contra el neoliberalismo, ha derrocado a varios presidentes neoliberales, casi siempre con muy importante participación de la CONAIE. Merece un esfuerzo supremo de los líderes populares, indígenas y de izquierda del país para superar sus diferencias y ponerse de acuerdo en cuando menos una plataforma de lucha antineoiberal única, que conduzca a tener de nuevo un gobierno popular. Que la patria de Rumiñahui y Eloy Alfaro vuelva a ocupar un lugar de vanguardia en las luchas de América Latina y el Caribe por su emancipación y unidad.}