Por Luis Herrera Montero

Las derechas han sido responsables de una larga historia de indignidad, impuesta por oligarquías, herederas del servilismo colonial europeo y del complejo de inferioridad respecto del imperialismo gringo. Desde el gobierno de Moreno, Ecuador retornó de lleno a tal contexto. No solo que traicionó a Correa, sino también a líderes democráticos de izquierda y a todo un pueblo y su democracia. Como en una cascada, el país cayó nuevamente en el desempleo, la pobreza, la extrema pobreza, la violencia narco y las tasas de muerte. Su sucesor presidencial fue un banquero, identificado como corresponsable del feriado bancario y sus terribles consecuencias para las familias ecuatorianas. Lasso fue elegido presidente y dejó de serlo en dos años, recordándonos esos tiempos de tan malos gobiernos, incapaces de terminar       con sus períodos gubernamentales.  Sabemos que con Lasso los males de Moreno se intensificaron. Lo peor de este triste proceso llegó con la elección de Noboa, si sus dos antecesores tenían una escasa formación académica y discursiva, en su caso la ignorancia quedó más que demostrada en el segundo debate. Sin embargo, al igual que con el banquero, un 52-53% decidió repetir el lamentable error. No es decente continuar en la ruta de desgobierno, violencia y muerte. El país se ha posicionado dentro de los más inseguros del continente, dicho esto por expertos y por estudios científicos. Sería una auténtica vergüenza un nuevo triunfo electoral de algún representante de cualquiera de las derechas. Basta de pendejismo.

Nuestro país pasa por uno de los momentos políticos más graves de nuestra historia. Daniel Noboa llegó al poder en binomio con Verónica Abad, en un claro pacto oligárquico. El buen romance culminó de mala manera en muy poco tiempo, pues el presidente decidió castigar a su vicepresidenta, desde un reprochable machismo, delegándola funciones como representante de Ecuador en Israel, en pleno conflicto bélico entre el sionismo de Netanyahu y Hamás. La ruptura del antes binomio se agudizó, al punto de que Noboa se ha negado a cumplir con la normativa constitucional, en vez de facilitar que Abad lo reemplace en las funciones gubernamentales, dado su interés por participar en un nuevo proceso electoral. Parte de los deberes constitucionales radica en solicitar la respectiva licencia, pero Noboa decidió nombrar vicepresidentas por decretos, en clara evidencia dictatorial. El colmo de todo esto es que ha contado con la complicidad del Consejo Nacional Electoral, del Tribunal Contencioso Electoral y de la propia Corte Constitucional, que prácticamente han avalado las violaciones a la Constitución y leyes electorales. Incluso las Fuerzas Armadas lo han respaldado en respuesta a una solicitud realizada por Abad. Adicionalmente, Noboa ha hecho uso de sus facultades gubernamentales para hacer campaña política. Este comportamiento fuera de la Constitución debería avergonzar a la mayoría del electorado nacional. Basta de pendejismo.    

La gravedad del asunto se complica cuando cuatro niños afrodescendientes fueron tomados por miembros de las Fuerzas Armadas, bajo el supuesto de evitar actos delictivos en pleno desarrollo. Nadie ha probado tal acusación, por el contrario, inclusive Ecuavisa, un medio también de corte oligárquico, difundió un vídeo donde se señala buenas conductas de parte de los cuatro niños, las que incluían actividades de índole religiosa, por un lado, y reconocimientos por destacados roles deportivos, en otros. El padre de unos de los niños recibe la llamada de auxilio de parte de su hijo, señalando además que estaban en la base militar de Taura. Lo angustioso del tema es que de inmedio los niños desaparecieron. El presidente Noboa tuvo la desacertada decisión de declararlos héroes nacionales, llevando a las familias y a la ciudadanía a sospechar que los niños estaban ya muertos. Por el intenso trabajo de organismos de derechos humanos, en compañía de los familiares, encontraron quemados los cuerpos en terrenos cercanos a la base militar de Taura. Los menores fueron secuestrados por militares, pues no se han encontrado pruebas de delito alguno en su contra, además de que se irrespetaron los debidos procesos legales para con menores de edad. En el caso están ya implicados 16 militares. Los indicios se apegan más a un crimen de Estado, del cual Noboa estuvo al tanto y por eso su decisión de reconocerlos como héroes. El hecho ha provocado rememorar con fuerza la dolorosa desaparición de los hermanos Restrepo, durante el gobierno también oligárquico de León Febres Cordero. Estos acontecimientos han escandalizado al mundo, lo que nos exige no recaer en apoyos electorales indebidos a Noboa o cualquier candidatura de derecha. Basta de pendejismo.

Otro escándalo representó el problema acontecido con migrantes latinos en Estados Unidos. En el medio oligárquico Primicias, se difundió el testimonio de una persona migrante ecuatoriana, denunciando que fueron maltratados, que les encadenaron, como si fueran delincuentes. Los imperios colonialistas por siglos encadenaron a poblaciones afrodescendientes, en un acto esclavista de extrema violencia y desprecio racista. Trump ha decidido hacer lo mismo con la población migrante, expulsándolos de Estados Unidos y formulando afirmaciones inaceptables sobre su condición humana, pues no es un delito migrar.  Daniel Noboa, en una réplica del complejo de inferioridad de las oligarquías ecuatorianas para con las oligarquías gringas, viajó a la posesión de Trump y, ante la presencia de ricos transnacionales, Noboa estuvo invisible. Todavía no hemos escuchado nada sobre el maltrato a nuestros migrantes. A diferencia de Brasil, México y Colombia que denunciaron el masivo encadenamiento de sus compatriotas, que en el caso del presidente Petro, como acto de protesta, se obligó el retorno de dos aviones que transportaban a colombianos-colombianas en condiciones inhumanas, exigiendo dignidad y respeto, posicionando con esto un discurso de defensa de los derechos humanos. Las oligarquías, en cambio, estuvieron preocupadas más por sus ganancias, ante las sanciones a los productos de exportación hacia Estados Unidos, acusaron injustamente al gobierno y descuidaron el bienestar del pueblo maltratado en los aviones miliares gringos. Noboa, al no decir nada sobre tal maltrato y al rendir honores a Trump, reprodujo un acto de servilismo, además de ser indolente con la historia de nuestros abuelos, abuelas, padres y madres, que perdieron todo con el feriado del año 2000, y que tuvieron que emigrar.  Gracias a sus remesas sus familias sobrevivieron y la economía del país recibió algo de oxígeno, pues estas remesas constituyeron el segundo ingreso nacional, luego del petróleo. Por el valor de la experiencia vivida, debemos votar siempre en contra de todas las derechas.  Basta de pendejismos.

Conviene detenerse en esto del pendejismo. En el lenguaje popular significa caer en ingenuidades o permitir la manipulación, sin tener conciencia de ello. Los pueblos tienen derecho a elegir lo que más se apegue a sus legítimos intereses. El problema es cuando nos perjudicamos a nosotros mismos, dando lugar a que nos utilicen indebidamente. Dejar que el abuso prime, nos resta dignidad. Toda oligarquía resulta autoritaria y usa la demagogia para impedir la democracia o el gobierno auténtico del pueblo. No cabe que las derechas ganen elecciones por puro mercadeo político, no debemos ser engañados con zapatos rojos ni con muñecos de cartón. Tampoco es justo que terminen posicionando mentiras en medios y en instituciones del Estado. Lo que se logró con la Constitución de 2008 y durante un gobierno que duró 10 años, no es solo producto de Correa, sino de colectivos políticos que lucharon mucho tiempo por diversos derechos, por un lado, y que hicieron una gestión gubernamental eficiente y con conciencia, por otro. Negar que hubo deficiencias sería inmaduro e irreal, pero lo sucedido desde Moreno fue un retorno despreciable a la larga noche neoliberal. Las derechas instituyen siempre gobiernos oligárquicos, que sin duda implican mayores perjuicios, porque su centro es multiplicar sus ganancias. Los ricos han llegado al poder para lucrar, que desean servir porque ya tienen mucha plata y no le interesa robar es una descarada mentira: la familia Noboa no ha pagado más de 90 millones en impuestos al SRI, es un delito irrefutable. Otro ejemplo de pendejismo y muy sonado es creer que los grandes empresarios mundiales, con sus inversiones y prácticas extractivistas, son los que otorgan el empleo y el progreso. Esta mentira descuida que el progreso lo genera la clase trabajadora: obrera y científica. Los capitalistas se apropian de lo que nunca han producido. En el tema político, la gran falsedad develada fue que el asesinato de Fernando Villavicencio lo provocó el correísmo, pero es increíble que todavía hay gente que la asume como verdad. El 9 de febrero hay que votar diferente, nos urge derrotar al neoliberalismo y sus graves efectos en lo público y en la vida de los pueblos. Basta de pendejismo

Por RK