Erik Mozo

El Ecuador ha retornado ya al neoliberalismo, y sus efectos directos en la vida de la gente están apenas empezando a sentirse. En lo que va del periodo de Gobierno de Lenín Moreno, a una velocidad muy gradual, se ha consolidado el andamiaje legal para el retorno de las políticas neoliberales. El ajuste que presenciamos en los presupuestos de las universidades para 2019 es una de las primeras aristas concretas de su implementación.

Para entender el desarrollo del neoliberalismo en este nuevo ciclo, y sus consecuencias reales en la Educación Superior, es necesario primero conceptualizar brevemente que es el neoliberalismo en términos económicos.

El neoliberalismo

Es necesario comenzar diciendo que el neoliberalismo no es una escuela de pensamiento económico, sin embargo extrae muchos de sus fundamentos de la Escuela Monetarista de Milton Friedman y de la Escuela Austriaca de Friedrich Hayek. Como concepto, el neoliberalismo es utilizado para denominar a los gobiernos que se establecieron en varios países del mundo a partir de la década de 1970, cuyas políticas eran de corte liberal. Entre sus principales representantes se encuentran Augusto Pinochet en Chile, Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Tatcher en el Reino Unido. El recetario de políticas económicas que lo caracterizan quedó expresado en el documento de John Williamson de 1989 denominado “Consenso de Washington”. Entre estas políticas se encuentran:

  1. Disciplina fiscal con el principal objetivo de evadir el déficit y la inflación.
  2. Control de la inflación a través del control por fuera del Estado de la política monetaria.
  3. Reforma tributaria basada en la reducción de impuestos para impulsar al sector privado.
  4. Desregulación de las tasas de interés.
  5. Tipo de cambio regulado por el mercado.
  6. Liberalización comercial de exportaciones e importaciones.
  7. Incentivos a la inversión extranjera directa.
  8. Privatización de las empresas estatales.
  9. Desregulación de los mercados.
  10. Fortalecer la garantía a los derechos de propiedad.

El neoliberalismo en la Educación

La historia del neoliberalismo en el Ecuador en esta nueva etapa tiene un emblemático punto de arranque en agosto de 2018, cuando la Asamblea Nacional del Ecuador aprobó la denominada “Ley de Fomento Productivo” –LFP–, enviada por Lenín Moreno. Esta ley establece el marco normativo que arranca, y posibilita arrancar, muchas de las políticas que establece el documento del Consenso de Washington.

En lo concerniente a educación, son dos las políticas neoliberales que la afectan directamente: la disciplina fiscal y la reducción de impuestos. En el primer caso, la LFP establece un periodo de 3 años para eliminar el déficit fiscal, es decir, reducir aproximadamente 4.500 millones de dólares del Presupuesto General del Estado. En el segundo caso, el presupuesto asignado a las universidades proviene principalmente del Fondo Permanente de Desarrollo Universitario y Politécnico –Fopedeupo–, que se nutre en buena medida de la recaudación del Impuesto a la Renta –IR– y la recaudación del Impuesto a los Valores Agregados –IVA–. La caída del crecimiento de la economía y el haber realizado exenciones tributarias para los próximos años en nuevas inversiones en la LFP, hacen que el Fopedeupo potencialmente asigne menos recursos a las universidades.

Si bien podría parecer en un primer momento que el ajuste de los fondos públicos a las universidades afecta solamente a las 19 públicas, este también afecta potencialmente a las 8 universidades particulares que reciben recursos del Estado por cofinanciamiento para entrega de becas:

  1. Pontificia Universidad Católica del Ecuador
  2. Universidad Católica Santiago de Guayaquil
  3. Universidad Católica de Cuenca
  4. Universidad Técnica Particulares de Loja
  5. Universidad del Azuay
  6. Universidad Politécnica Salesiana
  7. Universidad Tecnológica Equinoccial
  8. Universidad Laica Vicente Rocafuerte

Una caída, muy abrupta o muy extendida en el tiempo, del monto de cofinanciamiento para estas 8 universidades particulares podría poner en riesgo su estabilidad financiera, presionando la necesidad de que estás incrementen sus aranceles. Cabe resaltar que la Proforma Presupuestaria del Estado para 2019 no contiene información sobre este rubro.

Adicionalmente, al encontrarse la economía atravesando una ralentización de su crecimiento –el crecimiento en 2017 fue aproximadamente 3% y en 2018 hay estimaciones de que podría ser menos de 1%–, producto de políticas neoliberales –especialmente la caída de la ejecución de la inversión del Estado y el desequilibrio del sector externo, que contraen la demanda agregada–, las familias en global tendrán en el tiempo menos recursos, lo que tendencialmente podría propender a una reducción del ingreso de estudiantes a universidades particulares, e incrementar la postulación de estudiantes a universidades públicas.

La contracción de la economía, y la subsecuente reducción de ingresos de los hogares, podría generar dos efectos. En las Universidades Privadas podría generar una presión adicional para incrementar aranceles y sostener así la calidad, y en las Universidades Públicas –al tener menos presupuesto según la Proforma Presupuestaria del Estado para 2019– podría ocasionar una reducción del crecimiento de la matrícula universitaria y/o una afectación a la calidad.

Un nuevo momento

La implementación –ya sea gradual o no– del neoliberalismo en la Educación Superior abre un nuevo momento en la política universitaria. Un primer error sería pensar que el ajuste es aislado, algo como una inyección que duele un par de segundos y luego pasa. No, el modelo neoliberal que se está estableciendo en el Ecuador es estructural, y tiene una hoja de ruta clara establecida en la Ley de Fomento Productivo. El ajuste a las universidades es solamente una arista más de un modelo que avanza en los vericuetos discursivos de un Gobierno perdido. Este ajuste presupuestario no se dará solamente este año, y de aminorarse su impacto en el corto plazo, su contención en mediano y largo plazo bajo el neoliberalismo es imposible.

Este nuevo momento marcado por la implementación estructural del neoliberalismo exige una respuesta estructural. En el caso concreto de las universidades, es necesaria una respuesta estructural de quienes integran el mermado movimiento estudiantil, sector histórico que en todas las latitudes del planeta ha sabido expresar uno de los principales frentes en la lucha contra el neoliberalismo. Los movimientos estudiantiles de Chile y de Colombia son dos grandes ejemplos regionales de la contundencia que puede tener este sector para combatir los embates del neoliberalismo, para resistir, acumular y avanzar.

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