Por Gonzalo J. Paredes
Una de las cosas que evidenció el debate, organizado por el Consejo Nacional Electoral (CNE), es la colusión tácita entre Guillermo Lasso, Yaku Pérez y Lucio Gutiérrez contra el candidato del progresismo Andrés Arauz. Pérez y Gutiérrez no están ahí para alcanzar la presidencia y servir al país, saben que no pueden ganar. Por eso, aunque Lasso no convenza, ellos dos están ahí para disminuir a Arauz en la Sierra y llevarlo a una segunda vuelta. Son piezas de ajedrez muy bien colocadas para salvar una de las candidaturas con menos respaldo popular desde el regreso a la democracia.
La campaña electoral está en su tercera semana y a la candidatura del banquero se le hace muy cuesta arriba llegar a los treinta puntos del electorado. Su versión risible a través de tik tok y su única propuesta educativa basada en eliminar la SENESCYT no alcanza para convencer a los jóvenes. La trilogía está desesperada, busca por fuera los apoyos necesarios para dejarlo a Arauz con el “voto duro”. No importa, si la promesa de hasta USD 48 millones en subsidio para el pasaje del metro de Quito sea una afrenta para el neoliberalismo más recalcitrante. La ex ministra de la bala y el plomo, tras bambalinas, se ha movido sigilosamente.
En el banquero, la decepción es notoria. Llega a acuerdos con políticos que no quiere, solo son para atacar a Rafael Correa porque los votos no son endosables. Lo peor, en su buró político, las encuestas han determinado que el “voto duro” del progresismo no está cerca del 30 %, sino por encima. Y si esto es así, la segunda vuelta está pérdida para la derecha. Por más que Yaku Pérez insistió en “recuperar lo robado”, en un esfuerzo por ridiculizar la principal promesa de Arauz, el pueblo no encuentra asidero en cómo USD 70 000 millones en corrupción no desemboquen en sentencias más allá de “influjo psíquico”.
Ante esta realidad, Lasso ordenó a sus asesores crear una mentira más convincente: USD 5 349 millones en “cinco proyectos”. Gutiérrez hace lo suyo, trata de recobrar su electorado, tras varios años de ausencia. Yaku Pérez, aunque no demuestre intelectualmente tener varios títulos académicos, insiste en una retórica poco coherente si observamos su accionar como activista social. Además, sus vínculos con potencias extranjeras degradan la tonalidad del rojo carmesí de su supuesta corriente ideológica.
¿Qué le queda a la trilogía? Captar la mayoría en la Asamblea Nacional. El método de repartición de escaños no permitiría la gobernabilidad y profundizaría el desprestigio de esta función de Estado. Un partido o movimiento político no puede aspirar a captar la mayoría en la Asamblea con un método que favorezca a las minorías, donde hasta los Bucaram pueden obtener una curul. El candidato a la presidencia que gane en primera vuelta debe hacerlo con una contundente victoria. La trilogía lo procuró con mucha anticipación, y es su última carta ante la debacle del banquero.