César Paz-y-Miño

El gobierno de Colombia anunció hace unos días que reanudará las aspersiones aéreas con glifosato en la frontera colombo-ecuatoriana. No es de sorprenderse con este anuncio; ya se lo programó desde hace algún tiempo, incluso en el último acuerdo de los dos países, se organizó un secuencial y progresivo uso, primero a 10 km de la frontera con Ecuador, luego a 5km y finalmente hasta a 2 y 1 Km. Esto siempre y cuando, versaba el acuerdo binacional, Ecuador no mostrara evidencias de que existieran daños como había sostenido en el desacuerdo entre gobiernos y que llevó al Ecuador incluso a demandar a Colombia ante la Haya por daños ambientales y en la salud de los ecuatorianos.

Ecuador no ha mostrado nuevas evidencias de daños. En realidad, nunca más se hicieron estudios aparte de los que realizó la Comisión Binacional de evaluación del impacto de las aspersiones aéreas con glifosato en la frontera norte, conformada en el anterior gobierno por la entonces ministra de Relaciones Exteriores, María Fernanda Espinosa, y en la cual, curiosamente, participó por un período corto el actual Canciller José Valencia.

La Comisión, de la que fui parte y aporté con los estudios genéticos que demostraron que los individuos que fueron víctimas de las aspersiones tenían daño de su material genético, reflejado en roturas hasta del 26% frente a la población control no expuesta que llegó al 4%, sugirió reevaluar a las poblaciones expuestas de la frontera a los 2 años, a los 5 y a los 10 posteriores.

Los hallazgos genéticos, más otras evidencias nocivas a especies vegetales y animales de la zona, han sido ratificados por muchos grupos de investigación en otros países, que evaluaron daños por este herbicida y llevaron a la OMS a reclasificar al glifosato como potencialmente cancerígeno.

Diez años después de nuestros estudios, y sin que se hagan nuevas evaluaciones, el glifosato vuelve al ataque, sin protestas de Ecuador, sin evidencias desde el país, sin estudios y algo despistados geopolíticamente. El glifosato es dañino a la salud ambiental, vegetal, animal y de microrganismos, es potencialmente cancerígeno, produce abortos, infertilidad, intoxicación crónica con daño renal. Su uso en las magnitudes que implica la aspersión aérea, debería ser prohibido. Tampoco ha resultado efectivo su uso para los fines que se afirma persigue; según los datos consultados, la campaña de aspersión produce limitado impacto en la producción de coca, los cultivos son trasladados a otras zonas. La problemática parecería entonces tener tintes geopolíticos, económicos enormes y la vieja disputa entre productores y consumidores. El control de la droga tiene dos caras: consumo y producción. Sin consumo desaparece la producción, pero se apunta con más fuerza a la producción, que coincidencialmente está en países de economías débiles, mientras que los consumidores mayores están en los países de economías fuertes.

Para las aspersiones aéreas no se utiliza el glifosato solo; se prepara un coctel herbicida que lleva cosmoflux y POEA, que son tóxicos por excelencia, hacen más agresivo al glifosato y más indiscriminada su difusión por sus propiedades químicas: mayor escorrentía, translocación, percolación, deriva y volatilización. Se asevera que la concentración que se usará mediante drones será solo del 26%, ya no del 46% como se usaba con aviones, pero aún no se resuelve el problema de la recomendación del fabricante de glifosato que es del 2 al 3% planta por planta. Las aspersiones se harán 3 a 5 metros de altura evitando la difusión.

La franja de seguridad que solicitó el Ecuador en su momento, debería ser respetada y exigida a Colombia. Se tiene evidencia que el glifosato en aspersión llega hasta al menos 10Km. más allá del lugar en que se efectúa la fumigación. Si las aspersiones se realizarán en la frontera estarán controladas por drones el Ecuador debería hacer nuevos estudios del impacto en territorio nacional, caso contrario la problemática volverá para la zona de frontera: muerte de animales y plantas, mala salud, desplazamientos, etc., porque de alguna manera las aspersiones conllevan la mentalidad guerrerista de este combate. Esperemos que el país tenga una posición digna en contra de este veneno.

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