Están por empezar las audiencias sobre la extradición del periodista Julián Assange a los EE.UU., que quieren su cabeza por haber publicado las mayores revelaciones de crímenes de guerra de la historia, en lo que se considera el caso más importante para la libertad de expresión de nuestra generación. Las organizaciones de derechos humanos y para la libertad de expresión más influyentes del mundo, empezando por Amnistía Internacional, Human Rights Watch, Reporteros sin Fronteras, Unión Americana de Libertades Civiles, la Fundación Libertad de Prensa, el Comité para la Protección de los Periodistas, entre tantas otras, se oponen tenazmente a esa extradición. De igual modo, varios Relatores Especiales de las Naciones Unidas, sindicatos nacionales e internacionales de periodistas y una enorme lista de personalidades a nivel mundial, condenan lo que es a todas luces una persecución política y judicial sin precedentes, de la cual lo único que protegió a Assange fue el asilo concedido por el Ecuador bajo el gobierno de Rafael Correa.
En su periodismo valiente e innovador que lo hizo acreedor a decenas de premios internacionales, Julián Assange y Wikileaks se enfrentaron también a los grandes medios corporativos de comunicación, un enemigo tan poderoso como los propios criminales de guerra a los que expusieron. La amenaza que su extradición representa para el periodismo en cualquier parte del mundo es tal que, sus otrora contendores, The Guardian, New York Times, The Washington Post, etc.., se oponen también al asesinato lento de Assange, posible solo gracias al gobierno con los pantalones al piso de Lenin Moreno.
Uno pensaría que un plan honorable del periodismo, digamos un plan “A”, debe ser pronunciarse en contra de esa persecución. Un plan “B”, menos honorable, por supuesto, siempre puede ser quedarse espectando en silencio esa ejecución, con la ingenua esperanza que los sistemas de justicia vasallos del imperio norteamericano la impidan. Uno pensaría, entonces, que esas serían las dos únicas alternativas del periodismo frente al linchamiento de un colega. Sin embargo, uno también puede sorprenderse cuando, de repente, se encuentra con un plan “V”, el plan del anti-periodismo. Porque solo el anti-periodismo debe ser capaz de sumarse a los verdugos para atacar a quien ya está siendo linchado. Y hacerlo con mentiras es la antítesis de lo que debería ser el periodismo.
En su plan “V”, el portal ecuatoriano “Plan V” publica el reporte: “EL ASILO DE JULIÁN ASSANGE: ASÍ FUE LA CONSPIRACIÓN DEL GOBIERNO ECUATORIANO CONTRA EL ECUADOR” que, por la cantidad de información falsa, no merece siquiera el adjetivo de periodístico. No es la primera vez que en el tema Assange Plan V está “meando fuera del tiesto”, como se dice popularmente y con las disculpas de los lectores, pero en esta ocasión casi que no aciertan una. El destino me asignó un rol privilegiado en toda la historia del asilo político a Julián Assange, por lo cual, me consta de primerísima mano que la “investigación” de marras de Plan V es una mezcla de ficción con prejuicio, salpicada con uno que otro dato verdadero; es decir: anti-periodismo en su nivel más bajo.
Según PLAN V: “de acuerdo a informes de inteligencia de Ecuador y España a los que tuvo acceso este portal” (como si aquello fuese una fuente confiable),la estrategia de asilar a Assange se concertó en octubre de 2009. ¿2009? ¿Antes de que Wikileaks y Julian Assange aparecieran si quiera en la escena mundial a finales del 2010? ¿Antes de que publicaran lo que se conoce como el Cablegate? ¿Tres años antes de que Assange enfrentará una extradición inminente? Es decir, según Plan V, Rafael Correa, seguramente con poderes psíquicos para predecir el futuro, nombró a su Canciller, a su Embajadora y a su Cónsul (este servidor), para organizar el asilo de Assange, ANTES de que Assange y Wikileaks publicarán la información por la cual los EE.UU. los persiguen. ¿Cuán ridículo puede caer el “periodismo” y cuán idiotas piensan que pueden ser sus lectores? Incluso el anti-periodismo debería usar el sentido común.
Ya solo por esa disparatada introducción, ese artículo no merece ser tomado en serio, pero debido a que los lectores y la historia merecen respeto y dado que se me nombra en reiteradas ocasiones, atribuyéndome acciones fuera de la realidad, me voy a permitir enumerar los mayores errores, horrores y completas falsedades que me consta que su reporte contiene:
En un solo reporte, entre errores y horrores: 34, de los cuales 22 son completamente falsedades y 12 son imprecisiones graves. Con semejante desmedro por la verdad, Plan V casi, casi, le iguala a quien hasta hoy conserva el récord de más falsedades en un solo artículo, el “investigador” Arturo Torres, editor del portal Código Vidrio que, usando las mismas fuentes, en un sola colaboración para la CNN llegó a publicar hasta 40 barbaridades: https://rutakritica.org/la-cnn-no-aprendio-las-lecciones-del-fiasco-de-the-guardian-con-manafort-40-cuestionamientos-a-su-sesgo-con-assange/, algo impresionante incluso para su propio nivel: https://rutakritica.org/codigo-de-miseria-a-lo-grande/.
No es creíble que un reporte con tanta información falsa sea pura falta de rigor periodístico. La única explicación es que en el tema Assange Plan V se decantó por el anti – periodismo. Su artículo reproduce un comunicado británico que, a la luz del tiempo, demuestra ser totalmente desatinado porque los hechos han evidenciado como los británicos han sido los verdugos auxiliares en este drama. Al fin y al cabo, cada uno escoge su bando y su lado de la historia. Yo escogí el mío y, desde esa opción, no me arrepiento en absoluto de mi rol en la protección de Julián Assange. Un hito histórico del cual el Ecuador del futuro se sentirá orgulloso. Un futuro nuevamente soberano, por suerte, cada vez más cercano.