Por Juan Fernando Terán
«Si los pobres están distraídos, los ricos no tienen nada que temer» (Zygmunt Bauman)
El 17 de agosto, mientras estamos discutiendo si los personajes de la farándula merecen ser candidatos a alcaldes, las elites ya se feriaron las aduanas. Pero eso, en realidad, no es nada.
En esta semana, desde un foro económico que se realiza en Beijing, el gobierno del Presidente Guillermo Lasso anunció que aspira a firmar un acuerdo de libre comercio con China antes de diciembre. Eso sí es algo…. ¡muchísimo!. No es una simple y minúscula cereza en un pastel.
Entre otras cosas, aquello sería la consolidación definitiva de la alianza entre banqueros, importadores y exportadores con hegemonía litoral… Por eso el «gobierno del encuentro» quiere lanzar el acuerdo en Guayaquil. Para poner las cosas en perspectiva, sin embargo, empecemos por unas cuantas preguntas.
¿Dónde están?…. Me refiero a los funcionarios alemanes que intentaban convencernos que el acuerdo de comercio con la Union Europea nos abriría puertas para los jabones artesanales elaborados por madres desempleadas, para las aguas de vertientes energizadas por la Pacha Mama o para la exportación de capullos de mariposas para eventos gourmet.
¿Donde están?… Pienso en los votantes ideológicos que están estaban dispuestos a derramar hasta el último pétalo de sus floridas narrativas para mantener al país libre de gobiernos desarrollistas que permiten la explotación petrolera y minera pero inhiben los derechos de los múltiples géneros.
Mucha «corrección política» y poco realismo nos tienen donde estamos…. y nos llevarán hasta el fondo. Mientras eso sucede, los ricos no tienen nada que temer.
Décadas atrás, mediante la dolarización, las elites esbozaron el camino para convertir a Ecuador en un paraíso fiscal como Panamá, un país cuya captación de recursos financieros permite mantener a flote a una economía donde el «valor agregado» proviene de la colocación de etiquetas a los bienes importados. Allí, no produce prácticamente nada más que empresas de papel. Allí el PIB es un juego contable.
Los ecuatorianos, sin embargo, aceptamos la dolarización abrazando a demagogos que nos prometían CERO inflación o que nos proponen convertirnos en «emprendedores» en la tienda del barrio o en la esquina donde asaltan. Campeonato tras campeonato, elecciones tras elecciones, seguimos distraídos con espectáculos que alivianan nuestro sufrimiento aniquilando interrogantes incómodas.
¿Cuándo dejó de existir un empresariado con visión nacional? Quien sabe… Ni siquiera rastreando la derechización de la Izquierda Democrática se me ocurre una respuesta inmediata. Lo que sí puedo ofrecerles es un poco de datos impertinentes.
En el primer semestre de 2022, China desplazó a Estados Unidos como principal comprador de nuestras exportaciones no petroleras ni mineras. En ese período, Ecuador exportó $2.100 millones a China y $2.000 millones a Estados Unidos.
Los principales productos ecuatorianos exportados a China fueron camarón ($1.900 millones), banano ($63 millones), madera ($61 millones), alimentos para animales ($ 19 millones) y productos pesqueros ($ 9 millones).
Actualmente, el 24 por ciento de las exportaciones no petroleras y mineras ecuatorianas van a China. La balanza comercial bilateral sigue siendo, sin embargo, desfavorable para nuestro país.
¿Y donde está lo impertinente? Para decirlo sin tapujos, Ecuador fue, es y será un país productor de postres, frutas y ensaladas.
En el vaso «medio lleno» que gustan ver los ilusos cómplices de la miseria, yo no puedo encontrar ningún bien artesanal, semi-elaborado, industrial o tecnológico que Ecuador pueda vender de manera sostenible y eficiente en el mercado chino.
Con un poco de imaginación, yo podría ver unas cometas ecuatorianas elaboradas con carrizos “eco-friendlies” exportadas en algún verano para los niños asiáticos. Pero esa utopía, obviamente, no llenará ni un contenedor ni solucionará el problema de balanza de pagos en un país sin moneda propia.
Aunque no quieran decirlo ni escucharlo, el acuerdo de libre comercio con la China beneficiará a los grandes agroexportadores y a los importadores monopólicos que utilizan al sistema financiero ecuatoriano para sacar sus capitales hacia afuera.
La fórmula del éxito empresarial en una república oligárquica es la colusión entre la banca y los rentistas. Eso les une a Lasso, Nebot, Eljuri y similares. La destrucción de las instituciones es el camino que ellos siguen labrando para explotar a la gente, obtener ganancias rápidas y exportar capitales.
¿Estamos o no estamos?