Por Edwin Jarrín Jarrín

El reciente triunfo electoral de Morena ha sido un evento significativo en la política mexicana, marcando un punto de inflexión hacia una consolidación de la izquierda en el país. Este éxito se debe a una combinación de factores que han sido fundamentales para su victoria. A continuación, me atrevo desde una mirada externa a enunciar algunos de los elementos que considero han sido los más como contribución a este resultado histórico, y sobre los cuales la derecha derrotada debería reflexionar…

Uno de los pilares del éxito de Morena ha sido su compromiso con la democracia interna. La elección de las autoridades del partido se llevó a cabo mediante voto universal, involucrando a millones de militantes. Este proceso no sólo legitimó a sus líderes y lideresas, sino que también fomentó un sentido de pertenencia y compromiso entre sus miembros.

Además, la designación de la candidata presidencial de Morena se realizó a través de un proceso interno de campaña, donde participaron cuatro precandidatos y una precandidata. Este ejercicio democrático contó con la participación de cinco casas encuestadoras a nivel nacional, y en todas resultó ganadora la candidata que posteriormente ganó la presidencia por un margen de más de treinta puntos.

Mientras se desarrollaba la elección interna para definir a su representante presidencial, Morena puso en marcha un amplio proceso de consulta ciudadana. A través de foros, encuentros y más de tres mil asambleas ciudadanas, la militancia discutió sobre el proyecto de nación 2024-2030. Este enfoque inclusivo no sólo permitió una amplia participación ciudadana, sino que también capacitó a la militancia para entender y defender el proyecto de nación propuesto.

La dirigencia de Morena se enfocó en fortalecer el movimiento, creando las mejores estructuras posibles para enfrentar la campaña electoral. A diferencia de otros partidos donde la disputa por candidaturas podía generar divisiones internas, la dirigencia de Morena tenía claro que su principal objetivo era ganar las elecciones para garantizar la continuidad de la transformación y no ver cómo la estructura del partido respondía a los intereses de ciertas candidaturas.

Un aspecto clave en la estrategia de Morena fue la politización de la gente. El partido identificó que era fundamental transmitir conceptos, debatir ideas y, sobre todo, escuchar a la ciudadanía. Siguiendo el ejemplo del presidente Andrés Manuel López Obrador, se alejaron de las mesas directivas y las jerarquías distantes. En lugar de ello, llevaron la política a las plazas y parques, a los espacios públicos donde la gente se siente cómoda y puede responder. Este enfoque contrastó fuertemente con los discursos acartonados y las reuniones en hoteles de lujo.

Este enfoque me recuerda al Ecuador de 2013 con la reelección de Rafael Correa, quien hablaba directamente a la gente, recorría calles y comía en mercados, transmitiendo mensajes claros y auténticos en lugar de frases comunes. Si algo debemos aprender en Ecuador para el periodo electoral de 2025, es justamente lo que ha hecho Morena: radicalizar su discurso hacia la izquierda, permitir la democracia interna y sumar a diversos sectores de la sociedad.

Morena ha demostrado la importancia de incluir a mujeres, ambientalistas, pueblos originarios, artistas, escritores, pequeños y medianos empresarios, académicos, la diversidad sexual y sectores excluidos en la construcción de un proyecto de país. Establecer acuerdos para caminar juntos y juntas ha sido clave para consolidar un movimiento amplio y diverso que represente verdaderamente a la sociedad.

Hay un eslogan en el proceso: «Tiempo de mujeres«; no  es un eslogan vacío ni tampoco una estrategia de marketing, es la convicción profunda de que México y su capital serán feministas. Esta declaración refleja un compromiso real con la equidad de género y la inclusión de las mujeres en todos los ámbitos de la vida pública.

La derecha también ha jugado un rol en el proceso político electoral. Nunca propusieron un proyecto de país coherente con sus postulados. Todo el tiempo buscaron un triunfo basado en la campaña sucia y la mentira. Esta falta de propuestas claras, sumadas a la desinformación, contribuyeron a su fracaso electoral.

El triunfo de Morena no es fruto de la casualidad, sino de una estrategia bien pensada y ejecutada que combina democracia interna, participación ciudadana y una fuerte estructura organizativa; no es una cuestión de marketing o la genialidad de un “estratega” a quien le deben el triunfo. Estos factores, en conjunto, han permitido a Morena, no solo ganar las elecciones, sino también consolidarse como una fuerza política capaz de liderar la transformación del país. La experiencia de Morena ofrece valiosas lecciones para otros movimientos progresistas en América Latina y el mundo.

El éxito de Morena también es consecuencia directa de la política efectiva de Andrés Manuel López Obrador en la transformación real de la vida de la gente. Su enfoque de decir y hacer, acompañado del principio de «mandar obedeciendo» ha sido fundamental. AMLO ha dejado claro que las y los funcionarios no tienen cargos, sino encargos, subrayando la responsabilidad y el compromiso de servir al pueblo. Esta claridad y coherencia en la acción política han sido clave para ganar la confianza y el apoyo de la ciudadanía.

En Ecuador es necesario empezar a hablarnos con la verdad, esa que existe y nos grita cada día en los barrios más pobres; en los padres y madres sin empleo; en las decenas de niños y niñas que han dejado de ir a la escuela; en los y las jóvenes que no han logrado entrar a la universidad, o, peor aún, que han tenido que abandonarla porque ya no tienen presupuesto; en las personas enfermas que no pueden acceder a salud, que lloran en los pasillos por una pastilla que les calme el dolor; en las miles de personas extorsionadas; en las familias que lloran a sus asesinados y asesinadas en el silencio y en la incapacidad de exigir justicia. Esa es la verdad que en los últimos siete años han tratado de ocultar y que cada día nos grita con más fuerza. Por esa verdad, trabajemos para lograr un triunfo que le devuelva el poder al pueblo.

*De 2009 a 2017 fue parte del equipo estratégico del gobierno de Rafael Correa Delgado, ocupando cargos como viceministro de gobernabilidad, secretario Nacional de Transparencia de Gestión y jefe de Despacho del presidente de la República del 2013 al 2015, así como vicepresidente del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social de 2015 al 2018. Colaborador del Instituto para la Democracia Eloy Alfaro (IDEAL).

Tomado de Nodal

Por RK