Por Consuelo Ahumada

De la Cumbre climática de Glasgow, Duque y los 147 de la comitiva salieron hacia París, Dubai e Israel en el poderoso avión Júpiter, dejando una estela de sorpresas

La semana pasada concluyó la gira de casi dos semanas de Duque por Europa y Asia. La numerosa comitiva, integrada por 147 personas, incluyó a su familia cercana y extendida, varios amigos, seis ministros, algunos funcionarios y muchos empresarios. Pocos ambientalistas o personas relacionadas con el tema.

La primera escala fue la Cumbre climática de Glasgow. Después de los discursos inaugurales se trasladaron a París, Dubai e Israel en el poderoso avión presidencial Júpiter. Todo con cargo al erario, en momentos en que el gobierno invoca austeridad y se niega a hacer las inversiones mínimas para enfrentar la crisis social y la reactivación económica.

Pero volvamos a la COP26. En su instalación, con las poses de visionario ambiental que ha desplegado desde el inicio de su mandato, Duque adquirió varios compromisos, entre ellos el de alcanzar deforestación cero en 2030. Eso sí, no dijo cómo lo haría. Anunció también que aprobaría por fin el Acuerdo de Escazú, hundido por su partido. Pero lo envió al Congreso sin mensaje de urgencia, a sabiendas de que no se tramitará.

Un informe reciente del International Crisis Group (ICG) sobre Colombia advierte que la deforestación, principal causa del cambio climático en el país, se ha disparado desde la firma del Acuerdo de paz, por cuanto el gobierno no ha cumplido con los compromisos acordados al respecto.

Así, se han intensificado actividades como la tala, minería, cultivos de coca y ganadería, esta última principal responsable de la deforestación en Colombia. Además, la aspersión aérea puede impulsarla en lugares críticos de biodiversidad. Señala que los ambientalistas han advertido además sobre el incremento notorio de los incendios forestales, precisamente en el país donde más los asesinan.

Todos los informes científicos muestran la gravedad de la crisis climática y la necesidad de enfrentarla. Es claro que no se puede superar profundizando la explotación de los recursos naturales, al ritmo de la voracidad del gran capital, como lo ha hecho Duque y como lo hace el capitalismo neoliberal en los cinco continentes.

En Colombia, además, hay que tener presente que el peso de ganaderos y hacendados en las decisiones del Estado es definitivo. Su influencia política ha sido nefasta, en especial a la sombra de Uribe, como lo vivimos a diario. Por ello, las medidas del presidente van en contravía de cualquier compromiso serio frente a la deforestación.

Pero el informe oficial de la gira muestra más sorpresas. Después de su paso por París, en donde comprometió recursos de inversión, aterrizó en Emiratos Árabes Unidos (EAU). Allí se reunió con su príncipe heredero, quien anunció más de 70 millones de dólares en recursos para inversión. Se firmó el Memorando de Entendimiento Visión 2030 y se acordó el establecimiento de un centro de operaciones en Colombia, para convertirla en el principal socio comercial de EAU en Latinoamérica.

Es aquí cuando aparece Mubadala, una poderosa empresa estatal del país árabe, dedicada a la inversión global en múltiples sectores: metales y minería, bienes raíces e infraestructura, petróleo y petroquímicos, energías renovables, entre otros.  Es la dueña de Minesa y su controvertido proyecto Soto Norte, que busca explotar oro en el Páramo de Santurbán. Es decir, los negocios ante todo. Pero las comunidades y el país entero seguirán defendiendo el agua.

La parada en Israel también permitió el despliegue de la ambición de los inversionistas y los empresarios acompañantes, así como los desatinos políticos y diplomáticos del gobierno. Duque anunció la constitución de una oficina de comercio en Jerusalén, INNpulsa Colombia, según él, para allanar el camino de convertir al país en el Silicon Valley de Latinoamérica.

Aquí vale la pena recordarles algunos asuntos a los cronistas oficiales de la gira, entre ellos El Tiempo Semana. Primero, el TLC suscrito entre Israel y Colombia hace unos años es por completo inequitativo para nuestro país y se centra principalmente en la exportación de armamento, tecnología y servicios militares de las poderosas empresas de ese país. Recordemos la experiencia nefasta con el contratista Yair Klein y el entrenamiento de los paramilitares.

Segundo, la existencia de Palestina y de su Estado fue reconocida pocos días antes del inicio del actual gobierno por el mandatario anterior. Jerusalén no es la capital de Israel, aunque así lo haya decidido con el apoyo de la Casa Blanca, el proyecto sionista de ocupación.

Tercero, no es cierto que Irán sea enemigo de Colombia, como lo declaró el ministro de Defensa. Es un país con el que mantiene relaciones diplomáticas y comerciales.

Terminó así el viaje fantástico del gobierno de Duque y su corte. Pero el regreso también fue notorio. Además de los consabidos ascensos militares a oficiales comprometidos en actos ilícitos, hubo múltiples condecoraciones a los principales funcionarios, en proporción directa a los escándalos que protagonizaron. Ahí estuvieron los ministros de Defensa y del Interior, la jefa de gabinete, la presidenta de la Cámara de Representantes. Pero también fueron premiados el fiscal general, la procuradora, el contralor.

Definitivamente, el cinismo y la mentira seguirán al frente del Estado durante los próximos meses.

Tomado de las 2 orillas

Por Editor