Por Luis Herrera Montero

El fascismo neoliberal de Ecuador es el único responsable de las muertes de Héctor Menéndez(alcalde electo de Puerto López), Adrián Intriago (alcalde en funciones de la ciudad de Manta), Fernando Villavicencio (candidato a la presidencia de Ecuador) y de centenares de compatriotas de no menor significado en materia de derechos humanos.  Toda esta crisis tiene raíces que deben tomarse en cuenta. La ciudadanía debe comprender que destruir la función social del Estado reproduce pobreza y desempleo, desde una perspectiva socioeconómica, y desatención profunda de los servicios para la seguridad ciudadana. Ahí está la principal causa de la catástrofe nacional.  El retorno de la derecha al poder político de Ecuador, con la traición de LenínMoreno y el innegable continuismo de Lasso, constituye la principal raíz del descalabro y la proliferación de la narco-economía y su sicariato terrorista. Pensar y hacer del Estado un botín para las oligarquías y el enriquecimiento de pocas familias pudientes, trae como consecuencia severas desigualdades, miseria generalizada y descuido indolente al pueblo, el gran y real soberano. 

El sufrimiento de las familias de quienes han sido brutalmente asesinados y asesinadas es también un sufrimiento nacional. Ante esto, es desesperante escuchar acusaciones que culpan del asesinato de Villavicencio a “Revolución Ciudadana”.  Es inaceptable tal desvergonzada mentira. Usar esta acusación para deslegitimar al sector político, cuyas candidaturas tienen una ventaja clara en las encuestas electorales, resulta ser un acto de indolencia. Las derechas ecuatorianas creen que la violencia se combate con violencia descontrolada y además son capaces de demonizar a quienes pueden trabajar en la grave emergencia o terapia intensiva que atraviesa el país. Entonces, hacer afirmaciones falsas, en clara burla respecto de lo que ha costado la  vida de conciudadanos y conciudadanas, solo puede responder a mentalidades alineadas con los herederos del fascismo, camuflados en candidaturas que promueven la violencia y la muerte generalizada en el combate de la inseguridad y la delincuencia, siendo adicionalmente cínicos al culpar a inocentes de hechos cuya responsabilidad recae en las oligarquías reasentadas en el país durante los gobiernos de Moreno y Lasso. Los datos son claros y la ciudadanía ecuatoriana no debe caer en perversas manipulaciones, de parte quienes están desesperados porque se avecina su derrota electoral. 

Otra de las raíces es a consecuencia de la inoperancia de Estados Unidos y sus gobiernos, ya que han impuesto una política internacional que ha fracasado en el control respecto de la producción global de drogas. La razón principal de tal fracaso se debe a que no tratan los graves problemas de adicción y salud mental que atraviesa su propia población, que representa el gran semillero para masificar el consumo de substancias psicotrópicas. Creen que con guerras y violencia pueden acabar un negocio redondo en una sociedad cuyos pobladores se tornan adictos por profundas razones de insalubridad. Es preciso agregar que el nivel deviolencia en contra de la producción de cocaína no se visualiza en luchas en torno a la producción muy lucrativa de drogas incluso más atentatorias y perjudiciales según diagnósticos médicos. Entonces la hipocresía es enorme. 

Debe considerarse, como otro fracaso de tal política, que planes de guerra policial y militar han sido inoperantes en sus objetivos de reducir la producción de cocaína, principalmente. En América Latina, Colombia y México nos han demostrado que dicha producción, por el contrario, se ha multiplicado y con ellas la muerte y la violencia de origen narco-paramilitar. Los datos más preocupantes coinciden con la instauración de gobiernos de corte neoliberal. Lamentablemente ahora nuestro país ha caído también en el mismo desacierto gubernamental. A diferencia de tal contexto, López Obrador y Petro representan una luz al final de túnel, y las derechas neoliberales se empeñan en que el túnel se quede en tinieblas. Deseamos que eso continúe o nos sumamos en la ruta de generar luces, aunque el túnel por recorrer sea largo. Digamos no a la narco-economía, al sicariato terrorista y al neoliberalismo fascista. Debemos por tanto votar por quienes al menos tienen un plan para sacarnos de la terapia intensiva en la que las oligarquías y la políticainternacional gringa nos han sumergido. No dejemos que el engaño prevalezca más con candidatos como OTTO Y TOPIC, que significan continuidad neoliberal. El 20 de agosto empecemos en la ardua lucha por parar con las muertes y la violencia. Votemos por Revolución Ciudadana, el sector que mejor equipo tiene para intentar superar la emergencia y crisis social. El país está cayendo en un precipicio. Vota todo 5.

Por RK