Por Juan Cárdenas
Que se habría ido de farra. Si salía, guardando el recato que le exige el cargo, nadie se enteraba; ni el chismoso del Debate español con apellido de purgante: Entrambasaguas, que se ratifica en sus dichos. Lo que escandalizaría en su noche de juerga sería el uso del vehículo recién tanqueado del Rey, la correteada de la cuadrilla de agentes de seguridad y el derroche de billetes a lo “bestia”, al grito de “llévenme de farra”. Hubiera sido pasable y hasta conveniente que el cushqui repartiera acá en cualquier plaza o avenida donde deambulan sin rumbo los desocupados y marginados; pero no, lo hizo en la “mare patria” y en euros retirados de un banco belga. Ni eso llevaría de aquí, por olvido de la cartera. Que es mentira, alega la Cancillería y el secretario de comunicación. Algo tenían que decir, para eso la primera ingresó al club de las momias cocteleras y el segundo es el vocero.
Nadie está por encima de la ley y la justicia. En estos tiempos en que se persiguen personas, no delitos, al traidor colosal acaban de levantarle la orden de prisión que pesaba en su contra por su responsabilidad penal y sindicación en el caso Sinohydro, derivado de INAPAPERS, simplemente porque eligió a su antojo presentarse en nuestra Embajada en Paraguay, donde reside. Solo que, cuando el presidente Correa solicitó hacer exactamente lo mismo, presentándose en nuestra legación diplomática en Bélgica, donde fijó su residencia familiar, se lo negaron y le intimidaron a que se presente en Quito cada 15 días, cuando es público y notorio que su actual domicilio está a miles de kilómetros. Le negaron ese derecho y libraron en su contra la orden de detención en el caso del inexistente secuestro a un tal Balda, para que el Mashi no pueda regresar a su Patria. Justicia selectiva que muestra la naturaleza persecutoria de más de 50 procesos en contra del Líder de la Revolución Ciudadana para acabar con el correísmo, como fue la consigna de los complotados para el 7 veces SI que parió el trujillato de la venganza destructora.
En octubre pasado levantó la bandera del SI en la consulta para dejar bajo tierra el petróleo del Yasuní y congraciarse con las nacionalidades proponentes. De a mentirita nomás. Hoy poderosas mineras transnacionales ignoran los principios constitucionales de la “consulta previa” a las comunidades afectadas y pretenden imponer su voluntad, envalentonados en la represión y amedrentamiento oficial, acusando de terroristas a 70 comuneros defensores de la naturaleza, de Palo Quemado y Las Pampas del cantón Sigchos en la provincia de Cotopaxi. Esas fuerzas del orden deben orientarse a la guerra interna, para combatir la incidencia de los delitos de extorsión y secuestro que asuelan a la población, así como los crímenes de sangre que siguen enlutando a los hogares ecuatorianos.
Cuando hayan eliminado la violencia en todas sus formas, cuando por fin reactiven la economía nacional y el aparato productivo, creando los anhelados puestos de trabajo, entonces sí, presidente, ¡nos iremos de farra!