Por Consuelo Ahumada

Las imágenes son espeluznantes. No hay palabras para describir tanto horror. El cinismo de quienes apoyan el genocidio desborda cualquier posibilidad de asombro.

Una vez más, el pasado viernes Estados Unidos ejerció su poder de veto en el Consejo de Seguridad para impedir el cese al fuego en Gaza. La proposición fue respaldada por cien Estados, incluidos China y Rusia y por todos los países árabes e islámicos.

No apoyamos el llamamiento a un alto al fuego inmediato. Solo sembraría las semillas de una próxima guerra”, señaló Wood, representante de Washington ante el Consejo.

Antonio Guterres había invocado el artículo 99 de la carta de la ONU, que permite al Secretario General dirigirse al Consejo en caso de amenaza grave para la seguridad. Al hacerlo, volvió a recordar la magnitud de la destrucción en Gaza tras los ataques por tierra, mar y aire de Israel:339 escuelas, 26 hospitales, 56 centros sanitarios, 88 mezquitas y tres iglesias.

Netanyahu ha insistido una y otra vez en que la guerra solo terminará con la eliminación de Hamás. Con ínfulas de reyezuelo, insulta a diestra y siniestra a quienes piden el cese al fuego. Acusó de apoyar al terrorismo a Guterres y a los primeros ministros de España y Bélgica, a quienes también amenazó con reprimenda, tal como lo hizo con Petro hace semanas. Con la misma belicosidad y alevosía se expresan sus funcionarios y comandantes.

Europa insiste en simular un doble estándar. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, incondicional con Washington, como siempre. Algunos países han expresado su preocupación por la muerte de civiles, motivados por la importante población árabe que albergan. Pero, como en el caso de la guerra entre Rusia y la OTAN en territorio de Ucrania, terminan por acatar las órdenes imperiales. El caso de Macron es patético.

El cinismo de quienes apoyan el genocidio desborda cualquier posibilidad de asombro. La Casa Blanca enciende la Navidad, en un espectáculo deslumbrante. Entre tanto, Biden le recomienda a Netanyahu reducir las muertes de civiles. Eso lo tranquiliza.

La situación no puede ser más crítica. El mundo entero entra en el receso de Navidad y fin de año. El pasado domingo se conmemoró el Día internacional de los Derechos Humanos. Pero nada pasa.

Belén, rodeada por los montes de Judea, está en el corazón de Cisjordania, en Palestina ocupada. Un lugar emblemático para creyentes y no creyentes. Allí es posible visitar la Basílica de la Natividad, donde se cree que nació Jesús. Está muy cerca de Gaza a donde durante 75 años ha sido desplazada la población palestina. 

Desde el 1 de diciembre, cuando se rompió la tregua humanitaria, el Ejército invasor ha lanzado los más duros combates contra Gaza. Ahora se concentró en el sur, a donde previamente había empujado a la población del norte.


La situación ha sido descrita como apocalíptica por la ONU, que alerta sobre un escenario “todavía más infernal”, con la población hacinada y atacada en el sur, esperando la muerte


Recapitulemos: casi 20.000 personas muertas, sin contar a quienes se encuentran entre los escombros. 70 % son niños, mujeres y ancianos.  

Desde que comenzó la represalia, la ONU ha registrado 129 ataques contra sus instalaciones. En Yan Yunis, en el sur y Rafah, en la frontera con Egipto, ha tenido que evacuar varios refugios por orden de Israel. 1,2 millones de personas están en sus instalaciones. La ayuda humanitaria se detuvo.

Las imágenes son espeluznantes. No hay palabras para describir tanto horror. El terrible holocausto nazi se conoció ampliamente tiempo después, sobre todo con las películas de Hollywood. Pero este genocidio lo percibimos en vivo y en directo y nada podemos hacer para frenarlo.  

Los palestinos recogen sus muertos. Las mujeres lloran al pie de lo que queda de sus hijos. Niños y niñas gritan en las calles. Decenas de hombres detenidos semidesnudos, esposados, vendados, sindicados de terrorismo. Como en cualquier campo de concentración.

Se sabe también que en TikTok, la guerra es un juego. Durante la invasión a Gaza entraron muchos soldados israelíes, quienes graban y difunden videos burlándose de la destrucción que dejan, transmiten explosiones controladas, hacen apuestas, mientras saquean las casas abandonadas por los palestinos.

Señala Unicef que Israel es el único Estado del mundo que juzga sistemáticamente a niños, niñas y adolescentes en tribunales militares. La gran mayoría denuncia tortura física y psicológica. Mediante la detención administrativa se les encierra por años, sin cargos.  

Israel es una potencia militar. Su gasto bélico en 2022 alcanzó US 23.406 millones, según el Instituto Internacional de Estocolmo de Investigación para la Paz, SIPRI. Muy superior al de sus vecinos y al de sus rivales: Irán y Turquía. Tiene entre 80 y 90 armas nucleares.

La ayuda militar de EEUU es descomunal. Después del ataque de Hamás, Biden urgió al Congreso para incrementarla. Envió dos de sus mejores portaaviones al Mediterráneo con más de 2.000 tropas adicionales y aviones de combate.

Le ha proporcionado también bombas de diámetro pequeño y misiles interceptores para su sistema antiaéreo Domo de Hierro que es casi imbatible. La ayuda además incluye un estabilizador de cola y un kit de navegación que convierte bombas “tontas” en bombas “inteligentes” que pueden ser guiadas hacia un objetivo.

Claramente, estos objetivos no fallan. Han sido seleccionados con precisión. Se trata del exterminio del pueblo palestino. Ya ni sienten vergüenza, ni hablan de daños colaterales, como hacían antes. Como señala Laura Restrepo en su excelente artículo: “Los líderes políticos y militares de Israel han revelado su propósito ulterior y su solución final: Vamos a imponer un cerco total a la ciudad de Gaza (…) Dejar a la Franja inhabitable y libre de población árabe, lejos de ser un accidente, es un prototipo de acción política” 

Y continúa: “Hoy, Netanyahu es el caudillo de la carnicería en Gaza, y ha soltado 25.000 toneladas de explosivos sobre los 365 km cuadrados de la Franja -el equivalente a dos bombas nucleares“ 

Entre tanto, el mundo celebra la Navidad y crece nuestra indignación e impotencia. Pero Palestina sobrevivirá.

Tomado de las 2 Orillas

Por RK