Por José Miguel Sánchez

I.
En medio de un aguacero de música, saltimbanquis, payasos, danzarinas, tambores, gaitas, voces polifónicas, teatreros y teatreras, poetas, escultores populares, hiphoperas, juglares urbanos y rurales, los habitantes de las calles empinadas del barrio Villa Guadalupe de la comuna Nororiental de Medellín saludan con salvas de aplausos a la Gira Territorial por la Paz que desde el 13 y hasta el 16 de junio anduvo caminando la ciudad de Medellín, con la intención comunitaria y social de arropar en sus territorios y agendas los acuerdos alcanzados en la Mesa del Diálogo de La Habana.

Este río de vida multicolor se concentró en asamblea fiestera y deliberativa en las gradas y el proscenio del Teatro al aire libre Silvio Salazar, escenario popular construido debajo del Puente de La Salle, y que lleva el nombre de un líder popular con características de animal de galaxias, asesinado hace 3 décadas por derrochar amor a su pueblo, al arte, a la vida, a la libertad.

La Gira por la Paz Territorial es una iniciativa de 72 organizaciones sociales y comunitarias de las comunas populares de Medellín que extendió su convocatoria y agenda hasta y con organizaciones del Oriente antioqueño, en reconocimiento de que las violencias y la tramitación y negociación de los conflictos de la Provincia del Oriente tiene liga sin frontera con las violencias del Valle de Aburrá.

El carácter autogestionario de la Gira por la Paz, obedece a que las organizaciones sociales -que no solo han resistido junto a sus comunidades la atrocidad del conflicto urbano sino que han sembrado de vida y esperanza sus territorios-, tiene la decisión de no cejar en su empeño de construir paz y vida integral en sus barrios y comunas partiendo de sus recursos propios, a pesar de la incomprensión de autoridades institucionales que regatean recursos públicos para que el derecho paz consagrado en el artículo de 22 de Constitución sea gozado efectivamente.

El primer día de la gira convocó, en la sede antigua de derecho de Universidad de Antioquia, a la instalación del Consejo Distrital de Convivencia y reconciliación de Medellín, ampliado a las organizaciones y ciudadanía; como en las siguientes actividades temáticas de la gira, el auditorio se quedó pequeño.

El siguiente día, en la sede San Benito de la San Buenaventura, se desarrolló el Foro por La paz territorial como disputa del derecho a la Ciudad, que reclama con justicia la no estigmatización de los actores comunitarios como agentes de ningún actor armado en confrontación, como consecuencia de declarase actor de paz y convivencia. Contrario al señalamiento, las comunidades se ofrecen como puente directo para que por sus territorios transiten y se siembren los acuerdos de la mesa de La Habana.

Intelectuales, académicos y otros similares, el tercer día de la Gira, realizaron en el auditorio de la Universidad San Buenaventura, el encuentro de Aportes de la academia a las transformaciones para la paz, con la asistencia plena de la Red de Interuniversitaria por la Paz (REDIPAZ), que evidencia que la academia no va a las comunas, sino, que habita allí, como la universidad misma, privada o púbica, habita el barrio. Y muy especialmente, que el saber-conocimiento sobre el conflicto urbano rural lo encarnan profesores y estudiantes investigadores habitantes de las comunas que fluyen entre la academia universitaria, las organizaciones sociales y como educadoras populares y comunitarias que tejen con tiza al piso y esculpen con barro de comuna. Es un saber conocimiento situado, mediado en el territorio por el arte, la cultura, la fiesta, la solidaridad y el afecto.

Y como antesala a la fiesta multicolor, la sede de la Corporación Convivamos en el barrio Villa Guadalupe, albergó la mesa de trabajo Voces de Oriente Antioqueño por la Paz, con la presencia de decenas de organizaciones sociales que expresan el despojo del que han sido víctimas sus habitantes ancestrales por un modo de producción extraño al territorio y por métodos no santos que incluyeron la violencia armada, el despojo, el desplazamiento forzado. La conversación dibujo de manera clara la estrecha relación histórica, social y política entre las organizaciones sociales de la nororiental y el Movimiento Cívico regional de Oriente, del cual Silvio Salazar fue cofundador. La nororiental ha sido territorio de acogida de miles de familias desplazadas violentamente del oriente de Antioquia. Por eso la mesa fue encuentro entre hermanos que no se reunían, como lo provocó la Gira, hace 36 años: un encuentro histórico de doler-querer-saber-poder.

II.

Es necesario resalta como acto pedagógico de alto valor, la presencia activa de la vocería de paz del ELN en todos y cada una de las mesas y eventos de trabajo. Su capacidad de escucha al reclamo como a las propuestas de las comunidades debería ser presagio para que el proceso de participación que se abre a partir de los acuerdos de La Habana, que fueron firmados con la presencia del presidente Gustavo Petro y la máxima dirigencia del ELN, cuenten con una presencia protagónica de las organizaciones sociales territoriales como delegatarias de las comunidades.

Un par de días después de estas primeras jornadas territoriales, las organizaciones impulsoras de la Gira de Paz, han recibido invitaciones de otras ciudades y departamentos para compartir la experiencia de la Gira en Medellín y acompañar la realización de similares ejercicios en diversas ciudades. De manera inmediata, Cartagena y Cali-Valle del Cauca.

Serán oportunidades hermosas para palabrear como miles de jóvenes privilegiaron bajarse de las motos y subirse a un par de zancos para retar las empinadas calles de sus barrios y danzar con sus parches

Para transmitir que Dokera Domicó, hija del pueblo Embera, vocera de la Comisión negociadora del Gobierno, llegó hasta Casa Kolacho en la Comuna 13 de Medellín para escuchar con atención y respeto la síntesis de la Gira, en la voz del nieto fabricador de violines en los páramos de Cundinamarca, que ahora camina como juglar popular al lado de comunidades que han decidido declararle la paz a la guerra en la comuna Nororiental.

Encontrarse para contar que por la Gira pasó un rumor contando que hay que preparar el territorio para la paz, y que esto requiere desaprender y restaurar al mismo tiempo.

Para hacer de eco y compartir que algunos dicen que a las generaciones que vienen hay que dejarles más que asuntos técnicos que no pocas veces encarnan la dictadura del no se puede. Qué para hacer la paz, se requiere en territorio menos chalecos institucionales y en cambio más actores comunitarios.

Para contar que las comunidades sienten que la Mesa de negociación está muy lejos y la quieren, pero cerquita, y que eso se podría lograr si las organizaciones sociales y las universidades son llamadas a hacer pedagogía sobre el acuerdo y la paz.

Y chismear que las comunidades dijeron que es muy importante conversar con los gremios económicos. Pero no a través de nadie sino de manera simple: organizaciones comunitarias-gremios económicos.

Que en la Gira manifestaron que no se olviden que lo urbano comunal habita lo rural víctima y desplazado violentamente.

Que lo femenino es sustancia y esquema. Madre barrio, por ejemplo.

Que es diferente cuando se dice que es para los niños y las niñas, a cuando se construye con los niños y las niñas, teniendo en cuentan que nuestras niñeces son hacedoras.

Encontrarnos para abrazarnos, dicen por acá, para sanar al territorio, a las personas y a la madre tierra. Lo que podría ejemplificar que el cese al fuego no es solo un problema técnico. También es una minga de saberes-

En fin, en esta Gira territorial de paz quedaron de seguir hablando. Perece que les quedo gustando.

Tomado de sur.org

Por RK