Por Rodolfo Bueno
Falleció Mijaíl Gorbachov, considerado el mayor responsable de la disolución de la Unión Soviética y el Campo Socialista de Europa.
Entre 1985 y 1991 fue Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética y el 15 de marzo de 1990 fue electo presidente de la URSS, cargo que ocupó hasta el 25 de diciembre de 1991. En 1990 obtuvo el premio Nobel de la Paz. En 1996 fue candidato a la presidencia de Rusia, pero sólo logró el 0,51% de votos, lo que demuestra cuál era la apreciación que el pueblo ruso tenía por su actuación política.
En el transcurso de su gobierno instituyó la perestroika, es decir, recomposición, modernización y restructuración, un proyecto de reformas políticas y económicas que introducía elementos capitalistas en el socialismo, sistema que se caracteriza por la planificación estatal que equilibra los beneficios mediante el control de precios y el no derroche de recursos, tomando en cuenta el bienestar de toda la población. Pero en realidad, la perestroika fue el camuflaje con el que las mafias se apoderaron del país, lo que lo llevó al borde de la debacle total, a la desaparición del bloque socialista y de la Unión Soviética.
Con el pretexto de las privatizaciones, los buitres hambrientos obtuvieron por una bagatela la industria, la economía y finanzas de la URSS, fue una época dorada para ellos. El ciudadano común y corriente fue engatusado por sus “libertadores”, que se adueñaron del producto del sacrificio de una gran parte del mundo, que alguna vez, en octubre de 1917, soñó con tomar el cielo entre sus manos.
Gorbachov introdujo también la glásnost, que significa transparencia, libre acceso a la información y libertad de expresión, pero que en realidad se convirtió en una anarquía informativa. Debido a la perestroika y la glásnost algunas regiones de la URSS se sumergieron en el caos y en conflictos armados, cuyo resultado fue la total debacle y desaparición de ese país, lo que fue la verdadera razón por la que le concedieron el Premio Nobel. Numerosas políticos del mundo, a los que les une el antiguo odio a la Unión Soviética y el actual deseo de derrotar y someter a Rusia, se manifestaron acerca de su fallecimiento.
Olaf Scholz, canciller de Alemania: “En Rusia, Mijaíl Gorbachov no ha recibido el respeto y la gratitud que merecía, pero Alemania se inclina ante el difunto líder soviético. Con él murió un valiente reformador, un político y estadista con visión de futuro… Los alemanes le debemos mucho, porque su política de perestroika sentó las bases para superar la Guerra Fría, eliminar los muros fronterizos y la reunificación de Europa y Alemania”; Angela Merkel: “Con gran tristeza, recibí la noticia de su muerte. Mijaíl Gorbachov entró en la historia mundial. Mostró cómo un estadista puede cambiar el mundo para mejor”.
Ursula von der Leyen, presidente de la Comisión Europea: “Jugó un papel crucial para poner fin a la Guerra Fría y derribar el Telón de Acero. Abrió el camino para una Europa libre… Las acciones de Gorbachov allanaron el camino para que los países de Europa central y oriental lograran pacíficamente su independencia de la Unión Soviética y, en última instancia, la elección de la libertad y la democracia”.
Jens Stoltenberg, Secretario General de la OTAN: “Las históricas reformas de Mijaíl Gorbachov condujeron a la disolución de la Unión Soviética, ayudaron a poner fin a la Guerra Fría y abrieron la posibilidad de una cooperación entre Rusia y la OTAN”.
El Presidente Biden: “Era un hombre con una visión notable. Cuando llegó al poder, la Guerra Fría se había prolongado durante casi cuarenta años y, el comunismo, aún más, con consecuencias devastadoras. Pocos funcionarios soviéticos de alto nivel tuvieron el coraje de admitir que las cosas necesitaban cambiar”.
Boris Johnson, Primer Ministro del Reino Unido: “Me entristece saber que ha fallecido Gorbachov. Siempre admiré el coraje y la integridad que mostró al llevar la Guerra Fría a un fin pacífico. En una época de agresión de Putin a Ucrania, su incansable compromiso de abrir la sociedad soviética sigue siendo un ejemplo para todos nosotros”.
Emmanuel Macron, presidente de Francia: “Mis condolencias por la muerte de Gorbachov, un hombre de paz cuyas decisiones abrieron una brecha rumbo a la libertad para los rusos. Su compromiso con la paz en Europa cambió nuestra historia conjunta”. Todos ellos expresaron su admiración, pero ninguno asistió a sus exequias, también hablan de la paz conseguida y no caen en cuenta de que el mundo se encuentra al borde de la guerra nuclear, situación a la que llevó la política entreguista de Gorbachov a Occidente.
La gran prensa también se manifestó. Wall Street Journal: “Mijail Gorbachov fue un líder soviético paradójico. Al asumir el cargo tenía un poder casi total, pero emprendió reformas que socavaron ese poder”. The Guardian: “Hasta su último día, Gorbachov vivió en una doble realidad: amado en Washington, París y Londres, pero condenado por un gran número de rusos que nunca le perdonaron las turbulencias que desataron sus reformas”. Reuters: “Gorbachov acercó a la Unión Soviética a Occidente, pero sus reformas internas ayudaron a debilitar a la Unión Soviética”. Bloomberg: “Gorbachov allanó el camino para la disolución del Estado soviético”.
Antes de partir a Kaliningrado, el Presidente Putin fue al Hospital Central de Moscú para despedir a Mijaíl Gorbachov. Por su parte, Dmitri Peskov, portavoz presidencial, dijo: “Gorbachov quería creer que la Guerra Fría terminaría y que habría un eterno período romántico entre la nueva URSS, el mundo y el Occidente colectivo. Este romanticismo no se materializó, no hubo ningún periodo centenario de ‘luna de miel’. La sed de sangre de nuestros adversarios se ha manifestado. Es bueno que nos diéramos cuenta a tiempo y lo hayamos entendido”.
Nikolái Ryzhkov, senador y expresidente del Consejo de Ministros de la Unión Soviética, dijo: “En mi memoria quedó como el destructor de una superpotencia, la URSS”. Leonid Slutsky, jefe de relaciones internacionales del Comité de la Duma Estatal de Rusia, lamentó su muerte, pero dijo que también era una lástima que ese gran país, la URSS, comenzara su colapso con el nuevo pensamiento y la perestroika, que favorecieron a los que perseguían borrarla del mapa político del mundo.
El Partido Comunista de Grecia sostuvo: “Su nombre está vinculado al último acto de la contrarrevolución en la Unión Soviética. Encabezó una política de reformas que estuvo orientada a derrocar el socialismo”, por esa razón, las fuerzas reaccionarias del mundo le dedican hoy entusiasmados ditirambos.
Lo cierto es que la URSS fue entregada a sus enemigos y su desintegración fue acompañada de la aniquilación de sus fuerzas armadas, de su sistema de seguridad social, de la destrucción de su industria, del robo descarado de los ahorros de toda su vida que la gente tenía en los bancos y de la disminución del nivel de vida del que habían gozado. La sociedad de Rusia se volvió paupérrima, en particular, su mortalidad creció tanto que en menos de diez años su población disminuyó en más de diez millones de habitantes. Y no sólo eso sino que, de un día para otro, más de treinta millones de rusos se volvieron extranjeros en los países donde habían nacido o vivido casi toda su vida, extranjeros que ni siquiera podían expresarse en ruso, sin que ningún organismo internacional de derechos humanos velara por sus intereses.
También es cierto que Alemania no se reunificó, sino que la República Democrática Alemana, junto con sus dirigentes y población, fue traicionada y cedida sin condiciones a la República Federal de Alemania, donde hasta ahora son ciudadanos de segundo orden; que Afganistán también fue traicionado y abandonado a la vorágine islamista; que Cuba fue infamemente traicionada y sobrevivió gracias al sacrificio sin antecedentes de su pueblo; que todos los movimientos progresistas del mundo fueron abandonados y muchos de ellos perdieron el rumbo desde que el Muro de Berlín se derrumbó sobre las ideas de izquierda.
El Presidente Putin evitó que Rusia desapareciera en la hecatombe creada y ahora emerja como un Estado soberano. Su éxito consiste en haber logrado el desarrollo sostenido de Rusia, tanto en lo político como en lo económico y social; en ser el portaestandarte de la ideología rusa, que restaura los más altos valores nacionales, morales, religiosos, culturales, artísticos y filosóficos, que constituyen la civilización rusa, y en haber fortificado a sus fuerzas armadas para defender la soberanía, las riquezas, la libertad y la independencia de Rusia. Por eso, todos los países, que quieren ser independientes, apoyan a Rusia y siguen su ejemplo. Esta es la causa por la que los gobiernos de Occidente odian a Putin y añoran a Gorbachov.
Este es el meollo de la razón de la aparente sinrazón que se vive, la amenaza de que se desate una nueva guerra mundial, que inevitablemente será nuclear, porque EEUU y la OTAN no pueden aceptar que Rusia exista, pues suponen que su sola existencia es un peligro real para sus intereses imperialistas.
Tomado de Rebelión