Por Danilo Altamirano
La humanidad ha entrado en una nueva era, que significa un nuevo camino para la construcción social y la proyección del futuro en un marco complejo y global de condiciones sociales, institucionales y estructuras de poder que se disputan entre la urgencia y la necesidad de imponer modelos de desarrollo para alcanzar una sociedad igualitaria o una sociedad desigual.
No obstante, el auténtico desarrollo humano posee un carácter moral y supone el pleno respeto a la persona humana, de ahí que, un cambio radical en el comportamiento de la humanidad requiere de progreso social y moral para alcanzar un real desarrollo crecimiento económico. Esto implica nuevos estilos de vida, modos de producción y consumo, y medidas para la degradación de la naturaleza.
No existe un modelo económico único, pero si una sociedad en crisis, por ello, plantear reformas estructurales y generar un marco de convivencia, requiere de bases fundamentales centradas en sectores estratégicos como salud y educación. Internalizar esta prioridad significa reconocer al sujeto social en todas sus dimensiones, con capacidades amplias y cosmopolitas para enfrentar los desequilibrios del mercado, las deficiencias del Estado y la informalidad ciudadana.
La aceleración de los cambios de la humanidad ha marcado un deterioro de la calidad de vida con graves dimensiones en lo ambiental, social, económico y político. A esto se agregan las dinámicas de los medios del mundo digital, que rompen en silencio de la reflexión profunda y con capacidad de propuesta, por el ruido dispersivo de la información y sus metadatos, que incluso llegan a generar un nuevo tipo de emociones artificiales, a vista de las plataformas virtuales y sus propietarios que vigilan la democracia digital.
Los problemas globales aún siguen sometidos a la arbitraria dominación de los poderes económicos que justifican el actual sistema mundial, donde prima la especulación y una búsqueda de renta financiera, ignorando todo contexto y los efectos de la dignidad humana y el medio ambiente.
Por lo tanto, crear mayor conciencia social para transformar la realidad, requiere de espacios de valoración de la esencia de lo humano, que implica líneas amplias de diálogo. Esto requiere mayor cohesión y compromiso del sujeto social. Asimismo, propender el desarrollo sostenible e integral, conlleva impulsar y promover una cultura de solidaridad, así como de una relación de reciprocidad responsable para alcanzar una nueva esperanza a fin avanzar en procesos inclusivos y evolutivos con sentido integral, dinámico y participativo en la búsqueda del bien común.