Por Florencia Lagos Neumann
Es urgente el diseño de estrategias de contracultura hegemónica. El punto es que estas estrategias deben, necesariamente, contar con soportes y dispositivos de poder político y comunicacional. Del mismo modo, ser expresión sustantiva de sujetos socio-políticos que, en su accionar, deben apuntar a la disputa de las hegemonías culturales desde lo cotidiano.
Entre los días 18 y 20 de marzo tiene lugar en La Habana, Cuba, el Tercer Coloquio Internacional Patria. Más de 200 participantes de 28 países abordan en estas jornadas los desafíos de la comunicación digital y la resistencia cultural.
La comunicadora y Analista Internacional Florencia Lagos Neumann, participó en el panel, “Estéticas de la resistencia: arte, política y acción social”, donde abordó el contexto internacional actual y los desafíos de la comunicación en la construcción de un mundo multipolar. Texto que compartimos a continuación:
La situación planetaria es extremadamente crítica.
El sistema de relaciones internacionales no ha podido frenar el plan de exterminio sobre el Pueblo Palestino en Gaza.
La miseria de quienes han respaldado esta operación de exterminio, especialmente el imperialismo norteamericano y los neo colonizadores euro centristas, intentan lanzar en estas horas alimentos a una población que muere por bombas o por hambre. Ya son más de treinta mil y trágicamente, serán más.
Muchas y muchos de ellas y ellos: niñas y niños; recién nacidos. No hay metáfora posible para reflejar esta tragedia de la Humanidad y quienes la impulsan, no ceden, ni retroceden.
Intereses estrictamente financieros a escala mundial; visiones económicas y geopolíticas que buscan imponer el control sobre zonas territoriales completas; el poder sobre fuentes energéticas: especialmente el gas, podrían explicar en algo esta tragedia que no es tal para quienes la impulsan.
El intento de los agresores, para lanzar alimentos a una población víctima del exterminio, mientras al mismo tiempo apoyan y respaldan activamente el genocidio, tal vez podría tener explicación en sus intereses internos, porque perciben que al interior de sus países, Estados Unidos y Europa, los seres humanos que habitan esas naciones, reaccionan cada día con mayor indignación y activación respecto de la responsabilidades de sus gobiernos.
Si bien ya se han producido antes situaciones en donde el sistema de Naciones Unidas, el realmente existente, no logra impedir que las potencias ahora involucradas directamente, detengan sus acciones, empujando a gobiernos como el de Israel; ésta, la que vivimos, supera todos los encuadres del derecho internacional y plantea en forma descarada una situación real:
Una potencia, un gobierno, puede exterminar a un Pueblo, y no hay forma de impedir aquello.
No es pesimismo, es realismo puro y duro.
En simultáneo, de manera creciente, los sistemas tecnológicos que alcanzan la cotidianidad en manos de millones de personas, en todo el mundo, recrean casi en directo los hechos que a través de las llamadas redes sociales; sistemas de internet; portales alternativos, permiten a esas personas vivenciar los crímenes; los bombardeos; las muertes; los cuerpos inertes; los llantos; los lamentos; las risas y violencias de militares que se burlan de todo aquello.
A diferencia del primer corresponsal soviético, que envió información e imágenes cuando entró a un campo de exterminio nazi, siendo el primer comunicador que lo hacía, y simplemente quienes recibieron ese mensaje, inicialmente no le creyeron; en esta ocasión, las millones de personas que reciben ahora las imágenes, no dudan.
Las reacciones multitudinarias en todo el mundo, de indignación y rechazo al genocidio, mucho se relacionan con lo que las personas reciben y perciben directamente en sus celulares o sistemas de comunicación. Y las protestas callejeras; abiertas; públicas; empiezan a preocupar a las élites y a los poderes hegemónicos.
No se había producido antes un hecho de esta dimensión, y requiere ser analizado en profundidad.
Las grandes cadenas hegemónicas, a nivel planetario, omiten y distorsionan respecto del genocidio. Insisten en que se trata de una guerra “entre iguales”.
La casi total omisión del exterminio, en casi absoluta contraposición a lo que miles y miles de millones perciben, comienza a generar una disonancia cognitiva y emocional que recién hace su camino.
Es importante considerar, que la credibilidad del sistema mediático hegemónico se sustenta en la construcción de mensajes que para la gente tienen credibilidad, básicamente porque no hay sentido del cuestionamiento a su certeza. En rigor, para ellos “es la realidad”.
En esta ocasión, la tragedia se vivencia desde las víctimas del genocidio.
El modelo de dominación informativa, telemática, de redes, de cadenas, es un sistema en sí mismo que también se usa para agredir a otras naciones.
Cuba es un caso más que evidente de esta guerra imperial hegemónica.
Su diseño, por cierto, se asienta en el bloqueo, que para muchas personas no tiene explicación, pero que sin embargo no saben cómo opera realmente en toda su dimensión.
En la receta imperial, el bloqueo es un castigo necesario para un país que debe cambiar hacia el sistema de capitalismo salvaje, ni siquiera de capitalismo, a estas alturas. Es un castigo que implica ubicar la autonomía y la soberanía de un país, bajo los patrones de medición de quien ejerce el castigo. En este caso el gobierno de los Estados Unidos.
Lo anterior parece obvio, pero no lo es.
Secundariamente, el bloqueo se justifica no como una acción de quien la ejerce, sino de los supuestos “errores; de las malas prácticas; de lo dictatorial” del sistema y del país que es sancionado.
En el caso de Cuba la incidencia de la agresión informativa en un contexto real de guerra psicológica es un factor que necesariamente se debe considerar en una mirada más profunda.
Este diseño de guerra psicológica no es sólo dirigido a la población cubana, fuera y dentro del país. Es también dirigido a todo el mundo, y en especial a nuestro continente.
Esto es especialmente intenso en el campo de la industrialización y mercantilización de la cultura; en la propiedad de los medios de comunicaciones realmente existentes; en la cantidad y en la calidad de los mensajes que mayoritariamente inundan los territorios de nuestras naciones y pueblos.
Pero, es necesario hacer un poco de historia… Tras la caída de los muros del campo socialista, cuando el capital especulativo financiero se apropia de la economía mundial en corto tiempo (ciclo que Marx previó y pronosticó con extrema claridad), deviene simultáneamente el surgimiento de una estrategia paradigma político, cultural, comunicacional, que trata de imponer la idea de que la globalización generaría nuevas democracias en el campo del conocimiento, de las tecnologías, de las redes, de los saberes y de la Cultura.
El campo neoliberal se hizo fuerte con la idea y el paradigma de que este nuevo ciclo de la humanidad generaría grandes espacios horizontales y el surgimiento de diversidades múltiples; comunidades y aldeas globales diseñadas a pincel por teóricos y filósofos de ese mismo campo, como Fukuyama (El fin de la historia) y Marshall Macluhan (El medio es el mensaje).
Que, en el marco de esa globalización, los territorios para las identidades, los pueblos y naciones tendrían más espacio para una imbricación con las grandes tendencias de la civilización, hegemonizadas en el autodefinido mundo occidental.
En rigor, más allá de nuevos formatos, lo que hoy existe es una tendencia predominante a la estandarización y a la homogeneidad. Las nuevas tecnologías y la sistematización de datos se usan en el contexto de estrategias de dominación y de paradigmas de control y direccionalidad de conductas y saberes.
El tema es que ya no solo se definen las opciones del conocimiento y de la información, sino el qué pensar y cómo pensarlo.
Este es, esencialmente, el territorio real en el cual se debe considerar una contracultura; la construcción de subjetividades e identidades populares y de mayorías nacionales, la batalla por incidir y hasta cambiar los espacios mediáticos y de control transnacional.
Roland Barthes hace ya buen tiempo develó que los procesos comunicacionales originados desde el sistema mediático, especialmente, plantean el desafío de la construcción de mensajes en donde, propiamente, se pueden alcanzar grados de verosimilitud (que no es lo mismo que verdad ontológica y cognitiva) y que pueden cubrir el rango de una lógica: mentira-verdad; verdad-mentira.
Hoy, el campo de la mediación neoliberal y posmoderna ya ha desarrollado procedimientos, tecnologías, saberes que potencian para sus intereses y paradigmas lo que Barthes señalaba a finales del siglo pasado.
No son propiamente las tecnologías en sí, son sus aplicaciones, sus puntos de referencia, sus diseños, sus procedimientos, es el sistema de mediación en su conjunto, que no es lo mismo que el sistema de medios, el que ha tomado especial relevancia en las estrategias de dominación. La denominada construcción de realidades, la tan mentada posverdad que, en definitiva y sin eufemismo, es la construcción verosímil de mentiras.
Es urgente el diseño de estrategias de contracultura hegemónica. El punto es que estas estrategias deben, necesariamente, contar con soportes y dispositivos de poder político y comunicacional. Del mismo modo, ser expresión sustantiva de sujetos socio-políticos que, en su accionar, deben apuntar a la disputa de las hegemonías culturales desde lo cotidiano.
Es en este contexto que a nivel planetario, sigue avanzando el multilateralismo del cual son protagonista las naciones del BRICS y países como Cuba y México, entre otros.
Un multilateralismo que se asienta en un nuevo sistema de relaciones económicas; en un derecho internacional respetado (no como ahora); en un sistema de bloques de naciones que buscan el entendimiento en medio de sus asimetrías; y descartando la agresión militar en cualquiera de sus formas.
Un multilateralismo que también incide en el sistema de medios, un ejemplo concreto es el surgimiento de TVBRICS cadena internacional de medios asociados en los países del BRICS que genera información en ruso, inglés, chino, portugués y español. Con más de 60 medios asociados y cerca de 20 asociaciones internacionales. Representa la agenda común de los países del BRICS, intentando crear la base de la comprensión mutua entre las naciones y la colaboración entre diferentes ámbitos.
Sería importante y necesario generar la convergencia comunicacional en espacios como TVBRICS donde países de diversos continentes, respetando sus diversidades y culturas, puedan hacer frente a la hegemonía que imponen las transnacionales de la información dirigidas por EE.UU. y sus socios de la Unión Europea.
Tomado de https://www.elciudadano.com/