César Castilla

El terror sembrado por las corrientes desviacionistas del islam ha sido vital para llevar a la República Árabe de Siria al caos durante poco más de 7 años. Pasarán décadas para que esta nación se pueda recuperar de la miseria y destrucción en la cual se encuentra sumida a causa de una guerra auspiciada principalmente por la intolerancia político-religiosa del wahabismo en contra del islam chiita o cualquier rama de este como es el caso de los alauitas representados por Bashar al-Assad.

El wahabismo es un movimiento que tiene su origen en una de las cuatro escuelas de Fiqh (Ley) perteneciente al Islam Sunita, denominada Hanbalí. Los pensamientos  religiosos de Muhammad ibn ‘Abd al-Wahhab (1703-1792) dan origen a este movimiento que desde la segunda mitad del siglo XVIII, gracias a una alianza con Mohammed Ibn Saud (1710 – 1765) fundaron el  Emirato de Diriyah[1] en el año 1744.

Arabia Saudita a través del wahabismo es capaz de influir en el pensamiento de diferentes grupos políticos marginales en Medio Oriente y Norte de África; financiarlos y manipularlos a su antojo para usarlos en contra de sus enemigos que contravengan sus creencias radicales a través de la persecución y condena de aquellas personas que incurren en el pluralismo religioso. Cabe resaltar, que el wahabismo por más de dos siglos se mantiene enraizado en el Reino de Arabia Saudita y en las elites de esta monarquía convirtiéndose en los principales financistas de grupos terroristas como Al-Qaeda que ayudan a expandir las ideas de este movimiento.

A pesar de las críticas en contra de la administración de Bachar al-Asad, de cierta forma este gobierno brindaba estabilidad a Siria. No obstante, algunas potencias occidentales como Estados Unidos desde el 2011, ayudaron a financiar a una oposición política siria hasta el punto de consolidar el Ejército Libre Sirio; que no es más que un grupo de mercenarios que actúan bajo el mandato del Consejo Nacional Sirio. Sumado a esto, grupos terroristas como Al-Qaeda y el ahora derrotado “Estado Islámico” fueron los principales causantes de generar una crisis humanitaria en esta nación.

Además de la ayuda de otros grupos de terror oportunistas como Ansar al-Sham conocido antiguamente como Al-Nusra;  estas agrupaciones  sembraron  terror, muerte y destrucción en territorio sirio durante los últimos años. El terrorismo que afecto a Siria, fue sin duda el más importante de los últimos tiempos. Aunque por el momento esta amenaza está siendo controlada gracias al rol decisivo que tuvo Rusia e Irán, Occidente solo se mantuvo indiferente y cómplice con su silencio ante estos acontecimientos.

En términos sociales, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR) hasta diciembre de 2017 estimó el número de personas que han dejado Siria en más de 5,4 millones desde el año 2011, buscando refugio en el Líbano, Turquía, Jordania así como en otras regiones. Igualmente, el Observatorio Sirio de Derechos  Humanos (SOHR) estimó el número de muertos en más de 500, 000 en casi siete años de conflicto. Estos son algunos datos estadísticos que obviamente no reflejan el dolor del pueblo sirio a causa de la insania desestabilizadora por parte de estos grupos.

Si bien es cierto, por el momento Siria puede sentirse aliviada con respecto a la amenaza terrorista, es posible que con las reformas que está realizando el heredero al trono de la monarquía saudí Mohámed bin Salmán influyan en la mejora de la economía de este reino. Se debe también considerar la tendencia al alza del precio del petróleo para los próximos años, aunque no esté del todo asegurada. Tomando en cuenta estos dos factores, en un futuro cercano podría darse un repunte de la economía saudí, donde el dinero que ingrese a esta economía tal vez será destinado nuevamente a seguir financiando grupos terroristas con la intención de consolidar e imponer otro sistema de terror de corte wahabita; teniendo como consecuencia la persecución de chiitas, cristianos y todo aquel que sea considerado como incrédulo.

También, es posible que continúe el financiamiento de las mezquitas de tendencia wahabita en países europeos como ha sido el caso de Francia, Reino Unido, Alemania, entre otros; con el objetivo de seguir atrayendo a jóvenes que no se sienten identificado con la cultura de estos países occidentales, siendo presa fácil de religiosos con mentes radicales y manipuladoras que los inviten a formar parte de alguna otra agrupación terrorista que se use para desestabilizar a Siria.

Algunos religiosos radicales esconden  sus verdaderas intenciones usando de por medio al islam; perjudicando la imagen de los musulmanes que cada vez más son estigmatizados a nivel global por causa de la mente pervertida de los defensores de esta corriente wahabita. Por lo tanto, la Siria post-conflicto debe reforzar su alianza militar con Rusia e Irán que han demostrado ser efectivos a la hora de combatir el terrorismo dado que en un futuro cercano Siria, con la complicidad de Occidente puede verse afectada nuevamente por el wahabismo gracias a una Arabia Saudita económicamente empoderada y deseosa de esparcir e imponer la visión que tiene del islam en Medio Oriente.

 

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