Juan Carlos Pulido
«La conquista del poder cultural es previa a la del poder político y esto se logra mediante la acción concertada de los intelectuales llamados «orgánicos» infiltrados en todos los medios de comunicación, expresión y universitarios.»
-Antonio Gramsci-
El presente artículo intentará reflexionar sobre la profunda crisis de hegemonía cultural en la subjetividad popular ecuatoriana y la compleja falta de conciencia anticapitalista en nuestra clase trabajadora.
Nadie puede negar las profundas transformaciones políticas, sociales y económicas de la denominada década ganada, no obstante, aunque pocos lo dicen, los principales errores se dieron en la problemática de lo cultural. Se lograron cambiar muchas cosas a favor de la gente más humilde, pero se priorizó cambiar la matriz productiva antes que cambiar la matriz político cultural, olvidándonos de cambiar ese “chip mental” que hubiera podido evitar que vivamos la recomposición neoliberal que impulsa Lenín Moreno.
Una revolución es sobre todo una revolución cultural, que implica la implantación de bombas mentales que permitan que el pueblo delibera porque lee, ya que de nada sirven los fanáticos, nos interesa la gente formada, con pensamiento crítico, preparada, ya que lo único que nos permitirá ser libres y no ser manipulados ni hipnotizados por los medios de comunicación mercantiles, es la cultura.
Ahora, cambiar el “chip” de la gente no es nada fácil, más aún en medio de una globalización cultural capitalista cuyos propósitos básicos son vender y divertir, con una carga de valores altamente tóxicos como son el culto al dinero, la violencia, el racismo, la exaltación a la imagen, la promoción de la ley del más fuerte y el culto fanático a la tecnología, más allá de su utilidad y su sentido ético. Todo esto contribuye a la cultura de la frivolidad, donde la inteligencia estorba a la felicidad. No es en nada coincidencia, en ese sentido, que el morenismo haya permitido el regreso del show de “Laura en América” a la televisión ecuatoriana, pues facilita el retroceso en derechos… mientras la gente se encuentra rindiendo culto a la tontería.
El dilema por tanto, se encuentra en cómo hacemos que la gente no vea “Laura en América” puesto que esta noche en Rusia Today estará Rafael Correa conversando con Noam Chomsky. Suena desafiante, pero es así, necesitamos que nuestros jóvenes se acerquen a pensar y leer cosas complejas o cosas básicas para entender la realidad del mundo en el que vivimos. Obviamente la estrategia estará en construir opciones donde el placer que buscan los jóvenes se conecte con la inteligencia que necesitamos para romper con la frivolización globalizada, la despolitización, la idiotización inducida y el aniquilamiento cultural que nos impone el sistema.
Esta guerra de símbolos, esta guerra cultural, de valores e ideas, tenemos que ganarla en el tejido espiritual y moral de nuestra gente, generando proyectos específicos de resistencia a lo que en palabras de Frei Betto se denomina globo colonización de las élites que busca eliminar cualquier forma de pensamiento crítico que surja en nuestros jóvenes, apartando su atención de todos los asuntos de interés público, manipulándolos desde sus medios de comunicación para que éstos fantaseen sobre el golpe de suerte que los sacará de la pobreza, ganándose la lotería, casándose con un pelucón o una pelucona, recibiendo una herencia imprevista, consiguiendo un empleo que les permita ascender vertiginosamente a la clase alta, y todo esto acompañado de un ideario anti socialista, anti patriótico que conduzca a pensar en la restauración del neoliberalismo en nuestro país como sinónimo de progreso y desarrollo.
Las élites pueden manipular al pueblo desde sus medios de comunicación, pero toda manipulación tiene su límite y la gente tiene una intuición natural para darse cuenta de las cosas e indignarse. En esa línea, la tarea de todo revolucionario es luchar propiciando esa indignación a través de la siembra de ideas, de la siembra de conciencias y de la siembra de cultura en cada grieta que genere el sistema, el resto vendrá por añadidura.
Por todo lo expuesto, creo firmemente que iniciativas comunicacionales desde la gente son vitales para romper con el cerco mediático de las élites, en defensa de una democracia real, comunitaria y deliberativa que nos permita política y culturalmente volcar poco a poco el Nosotros sobre el Yo.