Luis Varese
Siete mil personas caminando a través de tres países. Siete mil mujeres, niñas, niños y hombres jóvenes y no tan jóvenes, saliendo desde Honduras, cruzando Guatemala, y luego México para llegar a la frontera con los EE.UU. Durmiendo en el suelo, padeciendo hambre y sed. Lluvia y sol fortísimos. Miles de kilómetros a pie, sacrificio, dolor, resistencia, esperanza, gran solidaridad de los más pobres que los atienden en el camino. Amenaza de los ricos del norte que acusan de estar infiltrados, de estar dirigidos, de ser pagados por Cuba y Venezuela (si no fuera porque hay ignorantes que se lo creen en los EEUU, sería un chiste fabuloso) Acusados hasta de llevar terroristas. Siete mil personas es una población y en una población puede haber de todo, buenos malos, mediocres, bandidos, coyotes y por supuesto el 99% honestos, como en cualquier pueblo del mundo, principalmente cuando de pobres se trata.
Hay dos factores fundamentales que han desatado este momento de éxodo masivo y organizado. La violencia estructural y la miseria. El primero tiene que ver con los tráficos (drogas, trata y crimen organizado). En Honduras las Maras son un factor violento que justifica la respuesta de gran brutalidad represiva y corrupción de la policía local e incluso del ejército. En este país, según cifras de 2016 de la ONU, hay 42.8 asesinatos por cada 100 mil habitantes, cuarto lugar de mayor número de muertes violentas en América Latina. Para que se haga una idea el lector, Ecuador tiene o tenía hasta el anterior gobierno en 2016, 5.8 asesinatos por cada cien mil habitantes, ubicándose en el décimo noveno lugar en América Latina, solamente aventajado por Chile. Honduras, para quienes no conocen mucho de Centroamérica, es donde se encuentra una de las mayores bases militares estadounidenses, y allí se inició la serie de Golpes de Estado contra los Presidentes y gobiernos progresistas. Hoy está en el poder un gobierno espurio, fruto de unas elecciones cuestionadas por la propia OEA. Es uno de los países con una clase dominante tremendamente retrógrada que sigue tratando al país como una finca; corrupta y con una violencia institucionalizada que se expresa entre otras formas en el alto índice de violencia doméstica y femicidios. El otro enorme factor es la miseria y falta de ocupación como resultado inevitable de un sistema neoliberal salvaje de explotación, que supera al resto de países centroamericanos. Estos dos factores, la violencia estructural que conlleva la falta de protección por parte del Estado y la miseria son los dos factores centrales que motivan la migración.
Sobre esta marcha masiva, mucho se habla de dirección y direccionalidad política del movimiento. La prensa habla de que hay una dirección política organizada; reproduce argumentos Trumpnianos de que se han infiltrado terroristas de Medio Oriente; que son delincuentes pagados. Se dice que beneficiará a Trump en las elecciones sectoriales de este mes ya que agitando la bandera de la seguridad nacional contra los migrantes, reforzará sus tesis de gobierno. Lo cierto es que es una acción masiva de gran envergadura. Ya hubo antecedentes en 2014 y 2017 con 1400 y 1700 personas respectivamente, marchando en caravana. No es la primera vez que ocurre, y discretamente sin tratar de mostrarse cuatro cientos cincuenta mil personas intentan cruzar anualmente hacia los EE.UU. vía México, según informó Christopher Gascon, Representante en de la OIM en este país, en el año 2017. Es decir, 37 000 personas por mes de promedio aproximado.
En las entrevistas durante la marcha y caravana, la gente expresa que van juntos porque se sienten protegidos, porque esperan poder lograr el objetivo de cruzar la frontera con mayor seguridad y garantía si se mantienen juntos, porque esperan que “se ablande el presidente Trump”. Y todos sostienen que respetan la legalidad de los países
En México lo que está ocurriendo, luego de algunas respuestas violentas por parte de la Policía Federal, es que se les abren las puertas a acceder al estatus de refugiado. Es decir acceder a la entrevista que lo o la catalogaría como una persona con necesidad de Protección Internacional. Esa opción le da un documento de permanencia en el país y la Protección del país de refugio. En este proceso de determinación está colaborando el ACNUR de manera eficiente ya que muchos de los y las solicitantes son o pueden ser perseguidos por agentes no gubernamentales a quienes su propio Estado no les podía dar protección, léase Maras o delincuencia organizada, o en otros casos la propia policía nacional que sí es un agente estatal.
Qué ocurrirá al llegar a la Frontera con los EE.UU. es la gran incógnita. Trump ha desplegado tropas, soldados armados para repeler una invasión de descalzas y descalzos con los pies llenos de ampollas y niños deshidratados. Su respuesta en primer lugar ha sido querer cortar (no puede sin pasar por el Congreso) la ayuda a los países que no impiden la salida de sus migrantes o el tránsito de los mismos; en segundo lugar amenazar con separar a padres de hijos, cosa que ya ha hecho con muy trágicos resultados y en tercer lugar amenazar con no recibir solicitudes de refugio sino en puntos de entrada y encarcelar a quienes lo pidan por ingreso irregular al país. Esto representa un enorme desprecio por la propia Constitución de los EE.UU.; un desprecio por las Constituciones nacionales de los países que generan migrantes o de tránsito de migrantes. Además en lugar de fortalecer la ayuda (reinversión debería llamarse) para generar empleo y mejorar las condiciones de vida de los países pauperizados por la propia explotación neoliberal, amenaza con cortarla y como si fuera poco; decide militarizar la frontera y replantear la idea del muro, pero esta vez con fusiles y ametralladoras.
El gran desafío quedará para el nuevo gobierno de México encabezado por Andrés Manuel López Obrador. Desafío humanitario, desafío político, desafío diplomático. En el primer caso, lo humanitario, el recién nombrado Jefe de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) Andrés Ramírez Silva dijo en una entrevista reciente en La Jornada, que no se trata de dar protección a todo el mundo, pero sí “de tener una reacción de prevención, calidad profesional y humanitaria, a la altura de las circunstancias”. Circunstancias extraordinariamente difíciles y para lo que se requiere de un fuerte y decidido apoyo del Nuevo Gobierno, de la Comunidad Internacional, en particular del ACNUR y la OIM, tal y como están reaccionando con la migración venezolana. En lo político y diplomático, México tiene una larga tradición, aunque algunas veces interrumpida, de protección internacional en este sentido la firmeza y habilidad del futuro Canciller Marcelo Ebrard, ya ha dado señales que no se dejará asustar con que le meneen el petate del muerto, como se dice popularmente en ese país. Ya ha anunciado relaciones de mutuo respeto. El gobierno de los Estados Unidos deberá respetar las leyes nacionales mexicanas y las propias estadounidenses. Se avecinan días difíciles y resurge con fuerza la frase de Porfirio Díaz: “Pobrecito México tan cerca de los Estados Unidos y tan lejos de Dios”. Aunque por supuesto, hay varios dioses mayas y aztecas que lo acompañarán en esta nueva etapa ganada con la esperanza del voto popular.