Por Santiago Rivadeneira Aguirre
En todo gallinero hay un estricto orden de picoteo, dice la sentencia popular. En el gallinero de la contienda electoral, que la derecha impulsa y promueve, parece que sucede lo mismo cuando ahora las gallinas segundonas se disputan a picotazos el paso a la segunda vuelta electoral. Es la democracia del picoteo, de la complicidad, de la compra-venta de conciencias como alternativa a la democracia plena e inclusiva del progresismo y la izquierda ecuatorianos, que le proponen al país los movimientos CREO y Pachakutik del banquero Lasso y del híbrido Yaku Pérez, respectivamente.
Y, sin embargo, ambos políticos se sentaron frente a frente en la misma mesa que el CNE dispuso para el encuentro ‘sincero’, exhibiendo el aspaviento de que son irrefutables defensores de la democracia, predispuestos a definir el orden del picoteo sobre el recuento de votos, bajo la única consigna: terminar con el progresismo democrático que traza el programa de gobierno del binomio de UNES de Andrés Arauz y Carlos Rabascall, ganadores de la primera vuelta y desterrar para siempre al correismo.
Escondiendo sus largos e indecorosos rabos de paja, Pérez y Lasso, con la fianza de la OEA, pudieron convenir en algunos puntos, sin que importen las normas electorales o el estado de derecho, solo para ‘transparentar el proceso’ –dijeron- y constituir el rango que establece exactamente el ‘orden de dominancia’. Dice el manual del picoteo (que parece haber sido adoptado por el CNE y las mencionadas organizaciones políticas), que: ‘como es lógico, lo que determina el rango de cada individuo es el resultado de las diferentes confrontaciones en la fase inicial. De alguna forma, cada uno sabe las posibilidades que tiene de ganar una pelea, lo que permite que se vaya directamente al resultado, ahorrándose la agresión propiamente dicha’. Fue el comienzo del tongo y el sainete que vimos después.
En las calles y rodeado de sus huestes, después de conocer los resultados preliminares del CNE, (que además la embajada gringa había anticipado) el candidato Pérez le anuncia al país que está a punto de producirse un fraude electoral en contra de su movimiento, fraguado al unísono por las perversas mentes de Correa, Nebot y Lasso. El ‘equívoco del demonio que miente bajo la máscara de la verdad’, diría Macbeth. Y que busca confundir, crear zozobra y agitar el avispero.
El libreto comenzaba a funcionar porque enseguida entra en el escenario de la disputa el otro candidato, para pedir tranquilidad y mesura, mientras termina el conteo rápido. Y ambos, por supuesto, comenzaban a tener razón, porque coincidían en el gran objetivo de ‘salvar la democracia’. Este ‘efecto de ambivalencia’ se perfecciona con el paso de las horas y se ajustaban las cifras. Horas más tarde, los números comienzan a avenirse mientras la diferencia entre Pérez y Lasso se estrechaba.
Pero también es evidente que las dos posiciones obedecen a la misma estructura básica: fraguar un golpe electoral, sin despertar sospechas. Porque el modo característico de poner la estabilidad institucional en crisis es ahondando la crisis, por medio de denuncias infundadas, de reclamos sin argumento y de amenazas. No importaba constreñir el universo ético. El olvido deliberado de la justicia (el estado de derecho) o la ignorancia de la ley, se convierte en el pretexto esperado para la disputa territorial, el reparto y la imposición.
Yaku Pérez, premunido de la fuerza, ‘invita’ a su contradictor a un ‘diálogo abierto’ para salvar la democracia, detener al correismo y al socialismo del siglo XXI. El libreto, elaborado con toda seguridad en cierta embajada, se había cumplido en sus detalles esenciales y los actores van a ayudar a definir la naturaleza política del supuesto enfrentamiento. De ahí al tinglado había un solo paso, legitimado por la presencia de los acuciosos medios de comunicación mercantiles, por quienes los comparecientes abogaban para mantenerles dentro del recinto como testigos del contubernio.
Ambas posturas ideológicas, aparentemente contrapuestas, pudieron justificarse al amparo de la plausibilidad del llamado a defender la democracia. Sobre la base de ese residuo de indecidibilidad, el pacto cobró forma cuando, en sus partes fundamentales, apuntaban a afinar la violación de la ley y la traición al estado de derecho: revisión al 100% de la votación de la provincia del Guayas. También se revisará el 50% de la votación de 16 provincias y para los procedimientos, habrá un instructivo y una veeduría ciudadana. Más claro no canta un gallo, porque además se suma el corifeo de Herbas para ampliar el escenario de la crisis.
¿El golpe electoral definitivo contra las candidaturas de la lista 1-5 Unión por la Esperanza de Arauz y Rabascall, será el siguiente punto del acuerdo adulterino entre CREO, Pachakutik, el PSC y el CNE y el intrigante de Herbas, excandidato de la Izquierda Democrática a la presidencia? También, en esta trama diabólica, está la ‘inesperada visita’ del Fiscal de Colombia que trae las supuestas pruebas de entrega de fondos ilícitos a la campaña de Arauz-Rabascall por parte de un grupo irregular armado de su país, que le van a permitir a la Fiscal Diana Salazar, configurar el cometimiento de un delito que puede descalificar al binomio de UNES.
¿Alcanzará Pérez Guartambel a construir las distinciones ideológicas con su ocasional contertulio y compadre Lasso, antes que las bases indígenas y el pueblo le saquen a empellones de la historia? O, convertido en el héroe con pies de barro, deberá sucumbir a su propia antinomia, condenado de antemano, ignorante de lo que hubo de malo en su acomodo y su ambición. En el reino del ‘cómo sí’ que estamos viviendo ahora, sus desplantes y demandas solo pueden ser entendidas como parte de la obscenidad de sus principios, de su falso ideario, del entreguismo y su visión antojadiza de la realidad.
Alguien, por último, que no tiene escrúpulos al utilizar para su particular beneficio, ‘los puntos de fracaso o de fatiga de la institucionalidad vigente’, -como diría B. Echeverría-, para terminar siendo el nuevo cínico de la política ecuatoriana y de la democracia del picoteo de la derecha de Nebot y Lasso que auspician de manera desenfada la consolidación del neoliberalismo en el Ecuador.