Orlando Pérez
Es cierto -como dicen algunos analistas- que nadie puede sentirse victorioso con el resultado favorable hacia el SI en las siete preguntas propuestas por el presidente Lenin Moreno. Se nota en las expresiones de los actores políticos. ¿Se trata de un NO mucho más sonoro y un SI poco ruidoso? Pues sí, así se lo siente y mucho más cuando ahora abundan las exigencias y los pedidos de todos los supuestos ganadores del SI que no están en el Gobierno.
La oposición de derechas arremetió: pide un nuevo modelo económico, la salida de las principales autoridades del Poder Ejecutivo y que Moreno adopte el programa de Gobierno del banquero Guillermo Lasso. No le gusta a esa oposición la vicepresidente nombrada por la Asamblea Nacional, María Alejandra Vicuña. Quiere otro tipo de relación con EE.UU. Todo lo que dice el embajador de ese país es recogido por la prensa como un mandato supremo. Y, por último, quiere que Moreno meta preso a Rafael Correa y así borrarlo de la historia. No confía en el Gobierno ni en el correísmo y mucho menos en los resultados de la Consulta.
Y el Gobierno ha sido tibio a la hora de responder. Aunque Moreno asegura que no pasará a “la vereda de la derecha” sus antiguos coidearios -quienes ahora crearon el Movimiento de la Revolución Alfarista- insisten en que se inclina hacia ese bando con las medidas y posturas sobre temas medulares de la economía, de la política exterior y por sus alianzas con los grupos corporativos. Por lo pronto no hay una propuesta concreta de modelo económico y a la espera de eso se tejen todas las especulaciones. Entre actuales y ex miembros de Alianza PAIS no hay confianza, todo lo contrario. Algunos dicen que es más fácil conversar con sus antiguos adversarios.
A todo esto se une una campaña, sostenida y despiadada, para deslegitimar la política. Para que sea el relato de la empresa privada, de las élites conservadoras y el aparato mediático el que regule la vida y sea el “sanbenito”de todos los ecuatorianos. En otras palabras: no cuenta la política como salvación ni salida a los problemas sociales, solo el mercado, la sacrosanta virtud de los empresarios y el “salvesequienpueda” porque el Estado no sirve, el gobierno no ayuda y los políticos son todos corruptos. Eso implica desconfianza general y el encumbramiento de la no política.
Si el 4 de febrero fue el inicio de una nueva etapa de la política en la práctica parece el lugar donde da vergüenza hacer y hablar de política, los políticos son menos que cualquier periodista y empresario. En este nuevo ciclo político lo más sobresaliente parecería ser la lucha contra la corrupción y la venganza contra el correísmo. Y en esa lógica afloran las disputas entre autoridades del poder judicial y del legislativo. Producto de la misma Consulta Popular todos ellos quieren controlar esas instancias, imponer sus aliados y acólitos. Las últimas revelaciones, audios y documentos, solo prueban que la justicia está siendo manejada para pagar favores y arremeter contra quienes estorban a esos objetivos. Queda claro además que quienes ayudaron a Odebrecht quedan libres y quienes la señalaron y acusaron están presos y/o procesados.
Y si la desconfianza y la no política se imponen, como ya ha pasado antes, el camino empieza a ser asfaltado a favor de un mesianismo de derechas que desde hace algunos años se construye en Ecuador, con nombre y apellido.
Publicado originalmente en teleSUR.