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¿Qué le pasó a Lenín Moreno? ¿Cómo es posible que el actual presidente de Ecuador pudiera llegar hasta aquí? Vilipendiar los grandes resultados que la Revolución Ciudadana, tratar al Presidente Correa como el peor cataclismo que tuvo el país, cuando en realidad guió la mayor oportunidad de rescate de todo un pueblo; hacer detener y llegar a quitarle el cargo (ambas cosas de forma ilegal) a su Vicepresidente Jorge Glas, perseguir a las personas que hasta ayer eran sus compañeros y que, hasta ayer, cortejó para tenerlos dentro del gobierno… 

El objetivo no es aquello de desaparecer físicamente a los opositores, como se lo hacía en los años sesenta, porque la memoria se queda más firme que nunca y el dolor une antes que disgregar, sino aniquilar el lazo de confianza entre el pueblo y sus representantes. Con la ayuda de un sistema de medios distorsionados por los intereses económicos, se quiere desaparecer la esperanza del pueblo hacia la opción de justicia y rescate social.

Al destruir la imagen de aquellos que eran considerados los representantes de los descamisados (para decirlo a lo Evita Perón), de los últimos, de los pobres, entonces se destruye la opción a la esperanza. Se induce a quienes pertenecen a la clase media alta a que apoye a las oligarquías de la cuales, tal vez en algún momento, se podrían beneficiar, y, quienes son pobres o trabajadores de baja remuneración, a dejar de creer en la política como medio de rescate. Y esta vez la desilusión podría ser tan grande que dejarían de creer en el cambio: “Si hasta en la única Revolución que la vida me dio la oportunidad de vivir, estuvo repleta de corruptos” –como se quiere hacer creer- “entonces muy probablemente no creeré más en la opción colectiva y cooperativa”, crecerá el individualismo y el regreso al neo-liberalismo más extremo será más fácil.

Pero si el mecanismo, que se replica como en Ecuador también a nivel internacional, me quedaba claro; en el caso de Moreno me quedaba el interrogante. Trabajar codo a codo con coidearios, inevitablemente hace crecer sentimientos de amistad, de empatía, de afecto. Por cuanto puedes no ser compatible con alguien, algo de humanidad debe quedar para aquellas personas. Entonces, ¿cómo pudo Moreno convertirse en persecutor de sus ex compañeros y de sus sostenedores?

Fue Correa quien personalmente lo apoyó como candidato a Presidente y muy probablemente sin este apoyo nunca hubiera ganado. Fue Ricardo Patiño quien lo sostuvo en el debate interno para que sea Moreno el candidato, quizá hizo incluso más de un paso atrás para él mismo. Fue Jorge Glas que lo suportó en la campaña, cargándose de los viajes y de la labor que Moreno, por su condición física, no lograba cumplir. Fue Fernando Alvarado que pensó su estrategia de medios y campaña.

¿Cómo pudo? Pues, la respuesta la encontré en la psicología, se llama síndrome rencoroso del beneficiado. Es reconocida como una “enfermedad del alma que tiene que ver con la envidia” y puede convertirse en un verdadero síndrome. “Es la excelencia de la ingratitud (…). Aquel sordo injustificado rencor que atrapa como una verdadera enfermedad, como una fiebre delirante, a aquellos que han recibido un beneficio, porque esa condición los pone en evidente “deuda de reconocimiento con el benefactor”. Dice la psicóloga M. R. Parsi en su libro “Ingrati. La síndrome rancorosa del beneficiato”, y sigue: “el benefactor se convierte en un peso del cual liberarse y alejarse, hasta llegar a penalizarlo y calumniarlo”.

Este síndrome está relacionado con el proprio sentimiento de impotencia y las limitaciones afectivas, que necesita la ayuda de otros para superar su propia imposibilidad, su incapacidad para solucionar las problemáticas solo. Y lo que pasa es que –explica la sicóloga- cuando el benefactor ayuda al beneficiado, entonces se evidencia (según el subconsciente del enfermo) su complejo de inferioridad y la admiración se convierte en envidia.

La Parsi explica la existencia de varios tipos de benefactores, entre ellos uno es aquel del Beneficiado-Traidor: en cuanto recibe el beneficio, quiere ver la derrota del benefactor, su satisfacción está en traicionarle, porque nunca pudo soportar la “envidia por la capacidad de belleza y bien del Benefactor”. “Le golpea a sus espaldas, debido a que sabe que nunca será como el otro”.

La autora del libro, ni conoce a Lenín Moreno, pero bien describe su síndrome. Me da pena el actual Presidente del Ecuador, por su debilidad, suprime todos los progresos de un pueblo que había recuperado su orgullo y su dignidad, que vuelve a ser considerado “lo típico que pasa en América Latina: países sin institucionalidad, que hacen un paso adelante y varios atrás, que no son capaces de mantener su soberanía”, en fin, su dignidad, cuando en cambio, con Correa, ese mismo pueblo había sido el ejemplo para el mundo que sí se puede revertir el orden de prioridad de una sociedad en forma más equitativa y solidaria.

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