Por Juan Fernando Terán
A principios de diciembre, la Casa Blanca difundió la Estrategia de Seguridad Nacional 2025, un documento que comenzó a difundirse como la nueva versión de la Doctrina Monroe actualizada con el “Corolario de Trump.”
Esta estrategia sintetiza algunas tendencias de la política exterior estadounidense que ya venían anunciándose desde la salida de las tropas de Afganistán, confirmándose con la repartición de Siria y ratificándose con el criminal hostigamiento a Venezuela.
Tomando como referencia a los acontecimientos geopolíticos de los últimos 5 años, la ESN 2025 podría ser resumida en los siguientes lineamientos:
-. Aunque a regañadientes, Estados Unidos reconoce que la multipolaridad es ineluctable. No puede competir con China ni Rusia.
-. Si bien los MAGA podrían imaginar una reindustrialización de su país, Estados Unidos sabe que sus ventajas competitivas radican en la producción agroalimentaria, la fabricación de armamento sofisticado y la captación de flujos financieros.
-. Estados Unidos ya no puede ser el policía del mundo. El costo del patrullaje es demasiado alto. Su economía ya no se lo permite. Su deuda externa es un lastre que terminará cayendo en su propia cabeza. El dólar ya no puede ser la punta de lanza de una hegemonía global incontestable.
-. Por eso, desde la perspectiva del involucramiento directo en conflictos bélicos, Estados Unidos deja Europa a los europeos, Asia a los asiáticos, el Medio Oriente a los israelíes y África a las corporaciones interesadas en saquearla.
-. Estados Unidos sabe que su ventaja geopolítica consiste en consolidar a América Latina, El Caribe, Canadá y Groenlandia como sus patios traseros. Sus esfuerzos diplomáticos, políticos y militares más sostenidos se dirigirán hacia estos territorios.
-. En un mundo multipolar con potencias regionales (que aparentan ser globales o tener aspiraciones globales), el negocio estratégico para Estados Unidos será vender armas a las guerras provocadas en las regiones fuera de su patio trasero.
“Cuenten con nosotros, pero sin contar con nosotros… y siempre y cuando sigan endeudándose con nosotros para financiar sus juegos y aparatos bélicos”.
Esta podría ser la frase para resumir la postura del ESN2025 sobre el Medio Oriente, Europa del Este y el Asia Pacífico.
Ciertamente todas estas aspiraciones podrían durar lo que dure la administración de Donald Trump. Ciertamente, si no estuviésemos ante el reconocimiento discursivo de un cambio estructural real, todo podría volver a “la normalidad” con un regreso de los demócratas “globalistas” al poder, es decir, con el regreso de aquellas elites o funcionarios del “estado profundo” a las cuales les gusta hacer negocios en cualquier parte del mundo sin preferencias geopolíticas.
Si la Estrategia de Seguridad Nacional 2025 fuese solo un pedazo de retórica confeccionada para el gusto de Trump, entonces no tendríamos que preocuparnos de nada. Pero, mientras no se demuestre lo contrario, analicemos qué podría implicar la “Doctrina Monroe Recargada” para los pueblos latinoamericanos.
Garrote… ¿Con zanahoria o sin zanahoria?
Ya sabemos lo que pasará porque ya está pasando. Dejando a un lado las distorsiones coyunturales causadas por algunas oleadas de independentismo económico y político, Estados Unidos casi siempre ha logrado mantenernos como su patio trasero.
No necesitamos esperar años para darnos cuenta de que nos quieren convertir aceleradamente en exportadores de materias primas y bienes primarios baratos. Solo necesitamos ver lo que pasa en Argentina.
Estados Unidos, las oligarquías locales y sus empleados desbaratarán todas las condiciones requeridas para generar economías basadas en la industrialización o provisión de servicios intensivos en conocimientos.
Esta pretensión parecería sugerir que volveremos a una situación similar a la existente a principios del siglo XX…. pero no es así. Las condiciones actuales son mas desfavorables que por aquel entonces.
Estados Unidos blandeará el garrote sin entregar zanahorias. Ya no busca una “Alianza para el Progreso” sino la pura y llana subordinación. No fomentará la interdependencia económica, un ideal de política que correspondía a los internacionalistas liberales. Washington buscará simplemente la captación de recursos materiales y financieros.
Tampoco fomentará transformaciones culturales, sociales o institucionales encaminadas a fortalecer la “democracia representativa” en América Latina. Ya no se requieren políticos ilustrados ni votantes informados para gestionar el recambio periódico de las elites. Para eso están los fraudes y la ingeniería social en las democracias de patio trasero.
Estados Unidos no puede ni siquiera postular el “sueño americano” como imaginario para atrapar moscas. Imposible hacerlo cuando la gobernanza estadounidense busca concentrar las oportunidades en la población MAGA mediante la xenofobia, el racismo, la discriminación, la contención de remesas o la “no transferencia” de tecnología.
En nuestros días, Estados Unidos busca consolidar su dominio regional sin compartir los beneficios del crecimiento. El garrote no se disimulará… ni siquiera con trocitos de zanahoria.
Hacia la consolidación de narco republicas.
El perdón concedido por Donald Trump a narcotraficante Juan Orlando Hernández no es un mero asunto electoral. Este hecho habla más sobre nuestro futuro de lo que podría apreciarse a primera vista. Mediante su liberación, Washington restaura el papel de Honduras como punto de paso de los flujos de narcotráfico que son controlados por quienes financian a la clase política estadounidense desde Miami.
En un mundo donde la China, India y Rusia tienen condiciones favorables de crecimiento hasta por lo menos el 2060, Estados Unidos solo tiene un nicho posible: vivir de las rentas y los capitales captables desde afuera.
Para asegurarse de que esto sea posible, se requiere fomentar la dependencia de los países del endeudamiento externo e intentar monopolizar el lavado de dinero. Esa es la esencia del “Corolario de Trump” a la Doctrina Monroe.
En su nueva versión, “América para los americanos” implica consolidar rutas y territorios para todos los diferentes eslabones de la droga, empezando por dónde se produce y culminando por dónde se oculta. Ese es el proyecto imperial… un proyecto que abarca a Argentina, Paraguay, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Honduras, Guatemala y México.
No solo nos quieren controlar porque tengamos petróleo, minerales raros o agua. Nos quieren por el “oro blanco” que cuyas ganancias fluyen en parte hacia Europa porque, en la época de los globalistas democrátas afectos a las guerras lejanas, Estados Unidos descuidó a América Latina”.
Para enfrentar esta posibilidad, las condiciones no son favorables. Las rebeldías e insurrecciones en el siglo XX fueron factibles en sociedades donde había horizontes de futuro.
Estos horizontes se construían incluso desde los hogares cada vez que los jóvenes aspiraban a “ser algo”, o desde las fábricas cada vez que una reivindicación laboral se convertía en trinchera, o desde las universidades cada vez que alguien se atrevía a disentir sin miedo al qué dirán.
Las repúblicas bananeras del siglo XX fueron resistidas por la población. Las narco republicas no lo serán.
Como México y Colombia lo han demostrado durante décadas, la mayoría de la población termina definiendo sus proyectos de vida en torno a “la merca”. Esta tendencia se reforzará cada vez más conforme Estados Unidos y sus aliados destruyan las opciones productivas de un país.
Las narco repúblicas no serán las antesalas de nuevas gestas de independencia… Serán territorios que no tendrán ni siquiera los beneficios otorgados a una colonia.
