Reflexionar sobre el mundo del mañana con sentido de crear una percepción de la nueva normalidad, implica replantear la mentalidad, porque en nuestra mente está el futuro de la humanidad y del planeta. Examinar el futuro, conlleva la transformación de la educación y la lucha contra las crecientes desigualdades en materia de oportunidades educativas. Aunque los modelos de desarrollo y de educación están en crisis, porque el desarrollo no puede plantearse solamente en términos de crecimiento económico -Producto Interno Bruto-.
En este sentido, debatir sobre las transformaciones fundamentales en el conocimiento, el aprendizaje y la educación, concita profundizar la conciencia y las identidades humanas, mucho más ahora, cuando las brechas de las necesidades y transformaciones en educación se han visto desfavorecidas por el gobierno actual, que tiene lógicas reduccionistas del tamaño del Estado y mentalidad privatizadora.
Vivimos una precariedad de la economía con dosis de extremismo político, que sigue socavando la desigualdad y la cohesión social, en un marco de preocupaciones éticas, sociales y políticas. Sumado a ello, la creciente complejidad, incertidumbre, repercusiones y consecuencias producidas por la pandemia sanitaria global coronavirus Covid -19. Además, de la disputa por el poder y la hegemonía entre las potencias mundiales EEUU – China en medio de la era digital. Sus propias trayectorias gobiernan la información y el conocimiento.
En las últimas décadas, la digitalización y la globalización presentan continuos cambios tecnológicos y la acelerada transformación que influyen en las culturas y sociedades humanas. En tal situación, constituye una prioridad fundamental preparar a las nuevas generaciones para su participación en la sociedad con visión humanista de la educación, esto conlleva a establecer reflexiones y acciones colectivas, con un enfoque holístico y nuevos modelos educativos híbridos -educación en línea- con visión hacia el futuro.
La visión del humanismo, entendida desde el enfoque pluridimensional y en perpetua evolución, fomenta el Estado de derecho, y los derechos humanos. A nivel de las organizaciones de aprendizaje, la finalidad de la educación debe considerarse esencialmente en términos morales y éticos, para mantener la reserva humana en dignidad y libertad, en relación con los demás y con la naturaleza, y no dejarse influenciar y manipular de los flujos de información mediáticos crecientes que adoctrinan y conducen las mentes, sobre todo en procesos y campañas preelectorales y electorales.
La nueva normalidad, percibida por la comunidad universitaria desde el confinamiento social, se ve afectada por el retraso del sueldo por parte del gobierno central. Estas circunstancias, han permitido reflexionar sobre la calidad de gobernantes que tenemos y la sociedad en la que vivimos, que prima el capital por el ser humano.
En conclusión, la mayor urgencia de la educación para la transformación social es defenderla como un derecho y un bien común; fortalecer los compromisos, competencias, habilidades y conductuales dentro de los sistemas y modelos de enseñanza – aprendizaje en un entorno de educación híbrida con alto grado de corresponsabilidad con los acontecimientos en la economía, política, ciencia y la cultura, entre otras áreas; y generar un diálogo amplio y sostenible que mejore la calidad de la vida de las personas.