Por Pedro Pierre

Hace 200 años, un 5 de mayo, moría Napoleón prisionero en la isla de Santa Elena, después de una vida agitada y contrastada. Con un golpe de Estado detuvo la revolución francesa e hizo entrar a Europa en el capitalismo naciente. Sus guerras fueron de una violencia extrema… Dejó una herencia muy controvertida. Mientras en Ecuador no nos dimos cuenta que la victoria de Guillermo Lasso también fue el resultado de un golpe blando de Estado. La historia se repite con pocas variantes…

EN ECUADOR NO NOS DIMOS CUENTA DEL “GOLPE BLANDO”…

En los muchos comentarios sobre las elecciones, poco se ha hablado de un golpe de Estado que se califica de ‘blando’, es decir suave, porque nos han domesticado. Tan suave que no aparecen los autores, tan blando que todavía no nos duele… un ‘golpe’ que dura desde antes del gobierno de Lenin Moreno. Hemos aceptado su traición y que nos gobernaran los que rechazamos en las elecciones de 2017. Ahora no solamente no los hemos rechazado, sino que los hemos llamado a grito. Nos convencieron de votar por Lasso para terminar de una vez con el correismo, sin que nos demos cuenta que el capitalismo va a ser peor que lo que estamos sufriendo desde 4 años.

Los Medios de Comunicación comerciales nos convencieron que había que odiar el uno y festejar al otro. Miremos Honduras, Paraguay, Brasil, Guatemala… y estamos peor que ellos. No nos hablan de Argentina ni de Bolivia que salieron de la pesadilla. Bolivia aguanto un año el golpe de Estado, obligando a que regrese al poder el partido de Evo Morales. Brasil logró que se anularan los juicios contra Lula da Silva y nosotros después de 4 años pedimos más de lo mismo… y lo vamos a tener. Ya el nuevo gobierno está preparando su equipo de ministros y secretarios de Estado entre los más derechista y fascista del país.

“¡Manos de hierro con guantes de seda!” vamos a tener durante 4 años… a la manera de León Febres Cordero, del Partido Social Cristiano (PSC), el presidente más sanguinario que hayamos tenido en estos 50 últimos años. Todo estuvo muy bien planeado, manteniéndonos en la ignorancia, la pasividad, el individualismo, el quemimportismo. Y durante 4 años más van a amarrar las estructuras estatales para que no regrese ningún presidente progresista. Los izquierdistas de escritorio, los indígenas y las organizaciones gremiales que votaron ‘nulo’ se dejaron embaucar por ONGs (Organizaciones No Gubernamentales) que los cegaron por un puño de dólares. Ni hablar de la Universidad que no capacita a los estudiantes para pensar e innovar sino ser buenos empleados de las empresas nacionales e internacionales. Tampoco las Iglesias fueron atentas al clamor de los pobres y de la naturaleza. Con el nuevo gobierno el grupo católico más tradicionalistas, el opus dei, ya tiene sus entradas en el palacio de Carondelet… Se repite lo que decía León Febres Cordero cuando ganó la alcaldía de Guayaquil: “¡Estamos aquí para quedarnos más de 30 años!”

¡Qué feliz está la embajada norteamericana! Con el presidente Moreno entraba en el palacio del gobierno como en su segunda casa. “Muy dóciles y obedientes” hemos quedado los ecuatorianos  para aplaudir al verdugo de los pobres que no quieren regalarse sus riquezas, sus materias primas, sus mejores profesionales. Sus funcionarios pagan muy bien a sus empleados ecuatorianos afín de que nosotros mismos aplaudamos a nuestros amos y les pidamos sentarse en los primeros puestas. No critiquemos Colombia que ha pasado a ser una colonia norteamericana con 9 bases militares en su territorio. Nosotros estamos peor: “¡No hay peor ciego que aquel que no quiere ver!”… Pues tenemos futbol, cerveza, novelas, teléfonos de última generación. Algún chat decía: “Nos empobrecen pero aguantamos porque somos machos… ¡pero que nos suspendan el campeonato nacional o suramericano ni los burdeles!”

El camino para revertir esta catastrófica situación va a ser muy largo… porque ya son expertos en “golpes blandos” y los “guantes de seda” son tan suaves. Hemos perdido la dignidad, nos tienen bien controlada a la juventud, y los profesionales no quieren perder sus empleos precarios. Lograron ponernos a todos contra todos. Si no crecemos en conciencia no podremos luchar por nuestros derechos. Si seguimos de egoístas e individualistas, dejaremos crecer unas situaciones que nos irán ahogando cada vez más. ¿Seremos capaces de crecer también en una mística de liberación centrada en la construcción del Reino de Dios tal como nos lo presenta el papa Francisco que supone “una amistad social y un amor político”? Que nuestra devoción mariana encarne la fe de María de Nazaret en nuestra vida y nuestros compromisos: “El todopoderoso… dio un golpe con todo su poder: deshizo a los soberbios y sus planes. Derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientosy despidió a los ricos con las manos vacías.”

NAPOLEÓN, EL DICTADOR IMPERIAL

Mientras tanto, en Francia, este 5 de mayo se conmemoró los 200 años de la muerte de Napoleón, personaje universalmente conocido tanto por detener la revolución francesa como por encarrilar a Europa hacia la modernidad capitalista, después de mucha destrucción. Fue en 1799 cuando dio un golpe de estado. La revolución tenía 10 años con su lema ‘Libertad, igualdad y fraternidad’ y la puesta en marcha de administraciones legales correspondientes. En esa época Napoleón era el comandante en jefe del ejército. Se hizo nombrar jefe de Estado por un consejo de unas 500 personalidades.

Luis Napoleón Bonaparte había nacido hace 30 en la isla francesa del Mediterráneo llamada Córcega. En 1804 se autonombró ‘Emperador de Europa’ y emprendió sus guerras de conquista en Europa Central llegando a tomar Moscú, invadir Italia e España poniendo allí cono reyes a miembros de su familia. Estas guerras constantes durante 10 años enfrentaban una coalición de ejércitos liderados por Inglaterra que buscaba controlar el comercio mundial. En ellas murieron millones de combatientes.

Con relación a las colonias francesas de las Américas, volvió a restablecer la esclavitud. Para quitar comercio a los ingleses, vendió al tercer presidente de Estados Unidos, Thomas Jefferson, unos 2 millones de km2 en el centro del país, lo que representa casi la cuarta parte del territorio actual.

En 1814 perdió varias batallas y terminó preso de los ingleses que los encerraron en la cárcel de una isla del Mediterráneo. Logró escapar de dicha isla, regresar Francia y destituir al rey Luis 18 que le había sucedido. Se mantuvo en el poder durante unos 100 días. Pero nuevamente cayó preso de los ingleses que lo llevaron a la isla del Atlántico de Santa Elena, distante de casi 2,000 km de las costas de África central. Allí murió, tal vez envenenado, unos 6 años más tarde cuando tenía 52 años. En 1840 el rey Luis Felipe logró que su cuerpo fuera trasladado a Francia y enterrado en París.

Napoleón es famoso por grandes monumentos de la capital francesa, en particular el ‘Arco de Triunfo’ que no logró terminar. Se reconoce su gran capacidad de administrador por la redacción del ‘código legal’ que lleva su nombre. Se inspiró de las propuestas de la Revolución francesa para organizar los países que conquistó. Se abolió el sistema feudal de los propietarios con esclavos; se estableció la libertad de culto (salvo en España). Cada Estado tenía su Constitución que otorgaba el sufragio universal masculino, una declaración de derechos y la creación de un parlamento. Se abría un instituto destinado a la ciencia y al arte. Globalmente los logros fueron reales por insertar los ideales de ‘libertad, igualdad y fraternidad’; pero la creación de gobiernos constitucionales siguió siendo solo una promesa. En Francia se instauró al nivel nacional un sistema provincial para la administración y la justicia; las escuelas quedaron dependientes de un ministerio de educación y se amplió el sistema educativo libre de manera que cualquier ciudadano pudiera acceder a la enseñanza secundaria.

Con el paso de los años, la llegada de Napoleón detuvo el proceso revolucionario y permitió al capitalismo naciente fortalecerse, a pesar 2 intentos revolucionarios de los siglos 18 y 19. La organización administrativa de Francia conserva la marca napoleónica a partir de las orientaciones nacidas de la revolución, pero la realidad contra revolucionaria de la derecha empresarial capitalista se fue imponiendo cada vez más. La gente sencilla recuerda los millones de muertes de entre sus filas, porque la esclavitud y la pobreza empujaban a mucha gente a integrarse en los ejércitos napoleónicos. El presidente norteamericano Thomas Jefferson se mostró particularmente duro con Napoleón: “[Un] miserable que (…) provocó más dolor y sufrimiento en el mundo que cualquier otro ser que hubiera vivido anteriormente. Después de destruir las libertades de su patria, ha agotado todos sus recursos, físicos y morales, para regodearse en su maniática ambición, su espíritu tiránico y arrollador (…) El Atila de nuestro tiempo (…) ha causado la muerte de cinco o diez millones de seres humanos, la devastación de otros países, la despoblación del mío, el agotamiento de todos sus recursos, la destrucción de sus libertades (…) Ha hecho todo esto para hacer más ilustres las atrocidades perpetradas, para engalanarse a sí mismo y a su familia con diademas y cetros robados…”

Por todos estos motivos las opiniones sobre Napoleón son encontradas según la realidad de donde uno mira la época napoleónica. La revolución francesa y las demás revoluciones, la de Cuba en particular, quedan como un horizonte a conquistar en muchos países latinoamericanos y un sueño todavía lejos para Ecuador. El lema ‘Libertad, igualdad y fraternidad’ sigue siendo un proyecto a implantar desde nuevas luchas y cosmovisiones.

Por Editor