El 14 de enero, la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional de EE.UU. otorgó a Ecuador un préstamo de 2.800 millones de dólares. Este movimiento fue parte de la estrategia de EE.UU. para eliminar las empresas chinas y su influencia política en América Latina.

El jefe de la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional de EE.UU. Adam Boehler con el presidente ecuatoriano Lenín Moreno. Foto: Corporación Financiera Internacional de Desarrollo de EE.UU., dominio público, a través de Wikimedia Commons.

El 14 de enero pasado, una agencia del gobierno estadounidense decidió pagar parte de la deuda de Ecuador con China para que el país latinoamericano pudiera romper los lazos con las empresas de telecomunicaciones chinas. La Corporación Financiera de Desarrollo Internacional (DFC) de EE.UU., financiada por el gobierno estadounidense, otorgó a Ecuador un préstamo de 2.800 millones de dólares. El jefe de la DFC, Adam Boehler, dijo que el gran préstamo va a Ecuador para “refinanciar la depredadora deuda china” y para fortalecer la alianza de Ecuador con Estados Unidos. Este movimiento del DFC no es tanto económico como político. El desarrollo de Ecuador es secundario. Lo que es primario es el deseo de EE.UU. de eliminar las empresas chinas y su influencia política en América Latina.

Boehler, un amigo cercano de la familia Trump, se hizo cargo de DFC y -desde entonces- ha impulsado una dura agenda en América Latina contra China. El DFC fue creado en 2018, mediante la aprobación en el Congreso de la Ley de Mejor Utilización de las Inversiones que Conducen al Desarrollo. Luego de que entrara en vigencia la ley, el Departamento de Estado de los Estados Unidos elaboró un proyecto denominado América Crece o “Crecimiento en las Américas”, con el objetivo principal de utilizar fondos del gobierno de los Estados Unidos -con asistencia privada- para favorecer los intereses empresariales chinos del hemisferio americano. En este contexto, el acuerdo con Ecuador es el éxito más reciente de la política estadounidense.

La deuda de Ecuador y las elecciones presidenciales de 2021 

Durante la pandemia, la crisis de la deuda en los países en desarrollo se ha convertido en un problema grave: se estima que  asciende a 11 billones de dólares, de los cuales al Ecuador le corresponden ahora, aproximadamente 52.000 millones de dólares. A mediados de 2020, Lenín Moreno, trató de recaudar dinero a través de organismos multilaterales y de China para gestionar 17.000 millones de dólares de esta deuda, la mayor parte de los cuales tendría que destinarse a pagar el servicio de la deuda total. Los mercados financieros, que no estaban dispuestos a comprar bonos ecuatorianos, se mostraron reacios. Sin embargo, Moreno ofreció recomprar algunos bonos para recaudar algo de capital. El colapso de los precios del petróleo que llevó a recortes en los subsidios, un fuerte préstamo otorgado por el Fondo Monetario Internacional (a costa de medidas de austeridad), y la mala gestión de la pandemia del coronavirus golpearon la legitimidad de Moreno.

Los ecuatorianos irán a las urnas el 7 de febrero para elegir un nuevo presidente. Moreno no se postula: su índice de aprobación cayó estrepitosamente como resultado de las crisis en cascada, incluyendo evidencia de la grotesca corrupción personal. Según una encuesta realizada en septiembre de 2020, el candidato de izquierda Andrés Arauz encabeza la intención de voto, lo que le permitiría ganar en la primera vuelta. Arauz es un economista que ocupó de 2015 a 2017 dos cargos ministeriales en el gobierno de Rafael Correa. Promete revertir la lealtad de Moreno a los Estados Unidos y su subordinación a las políticas deflacionarias del Fondo Monetario Internacional.

La oferta de EE.UU. de comprar parte de la deuda de Ecuador con China y de excluir la posibilidad de que Ecuador compre productos tecnológicos chinos llegó en medio de la campaña electoral. Parece casi seguro que la orientación política de Moreno será revertida por el próximo presidente. Por esa razón, es evidente que el precipitado acuerdo entre Quito y Washington trata de encerrar a quien gane las elecciones de febrero de 2021 en una política pro-EEUU y anti-China. Esto es una interferencia directa en las elecciones en el Ecuador.

La política de EE.UU. hacia China en América Latina

Es poco probable que Boehler del DFC sobreviva en la administración de Joe Biden. Probablemente lo reemplazará una persona cercana al Partido Demócrata. El acuerdo con Ecuador se mantendrá: “Esto no es una prioridad demócrata o republicana” –dijo Boehler– “esta es una prioridad americana” y el equipo del nuevo presidente estadounidense – añadió- ve los instrumentos de América Crece como “innovadores”.

Parte de la arremetida de Estados Unidos contra China ha consistido en presentar sus préstamos a Ecuador como depredadores. Según los funcionarios de EE.UU., esos créditos crean una “trampa de la deuda” y, como dijo Boehler, dejan a Ecuador a merced de un “único país autoritario”. Sin embargo, las pruebas de la “trampa de la deuda” o de la “influencia” china en Ecuador son inexistentes. De hecho, en los últimos seis meses de 2020, los bancos chinos han estado dispuestos a poner en espera los pagos de los préstamos hasta 2022 (esto incluye un retraso en el reembolso del préstamo de 474 millones de dólares al Banco de China y del préstamo de 417 millones de dólares al Banco de Desarrollo de China). El Ministerio de Finanzas de Ecuador dice que, por ahora, el plan es que el reembolso comience en marzo de 2022 y termine en 2029. Lenín Moreno anunció vía Twitter  estos dos prórrogas. No hubo medidas agresivas tomadas por estos dos bancos ni por ninguna otra entidad financiera china.

El Ecuador asumió una deuda de unos 5.000 millones de dólares de los bancos chinos para financiar varios proyectos importantes de infraestructura, incluida la construcción de presas hidroeléctricas, cuando los precios del petróleo eran altos. El Presidente Correa aprovechó los ingresos del petróleo para ayudar a la transición de los combustibles fósiles hacia la energía renovable. El colapso de los precios del petróleo, la presión de los gigantes petroleros (particularmente Chevron) sobre Ecuador y el caos político en el país limitaron la capacidad del país para avanzar en estos proyectos. Los bancos chinos, durante este período, han acomodado las dificultades que enfrenta el gobierno de Ecuador para financiar estas deudas.

Sin embargo, el gobierno de EE.UU. ha hecho siniestros reclamos sobre la influencia china en el Ecuador. Vale la pena señalar que China sólo tiene el 10 % de la deuda externa total de Ecuador, pero es esta deuda la que ha sido el centro de atención. Permite a los EE.UU. perseguir su rivalidad con el gigante asiático y al mismo tiempo camuflar la verdadera fuente de endeudamiento: a saber, los préstamos del FMI y de los bancos occidentales, ninguno de los cuales han mostrado una disposición a ser tan generosos con sus créditos como los bancos chinos.

Condiciones

Los bancos chinos prestaron dinero para los proyectos de construcción. Estos fondos llegaron sin condiciones. El dinero del gobierno de EE.UU., por otra parte, vino con reclamos sustanciales sobre la orientación de la política del gobierno de Ecuador. Quito ha tenido que firmar para la “Red Limpia” de Washington, un proyecto del Departamento de Estado de EE.UU. para obligar a los países a construir redes de telecomunicaciones sin que un proveedor de telecomunicaciones chino participe en ellas (esto se aplica especialmente a las redes de alta velocidad 5G). Ecuador se unió de manera preventiva a la Red Limpia en noviembre de 2020, con lo cual se le abrieron las puertas para el préstamo de DFC al Ecuador.

El trato con Ecuador no se ve como un acuerdo de una sola vez. Boehler dijo que este “modelo novedoso” puede ser usado por otros países para “expulsar” a China del hemisferio. Si Arauz se convierte en el próximo presidente de Ecuador, se enfrentará al desafío de este conflicto impuesto por los EE.UU. contra China como uno de los primeros obstáculos para un nuevo comienzo para su país. El presidente Moreno y el expresidente Trump ya han empezado a sabotear la posibilidad de que Andrés Arauz, al asumir la Presidencia del Ecuador, resuelva los problemas inmediatos de su pueblo.

Este artículo fue producido por Globetrotter.

Vijay Prashad es un historiador, editor y periodista indio. Es escritor y corresponsal jefe de Globetrotter. Es el editor jefe de LeftWord Books y el director del Instituto Tricontinental de Investigación Social. Es investigador no residente senior en el Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin de China. Ha escrito más de 20 libros, entre ellos Las naciones oscuras y Las naciones pobres. Su último libro es Washington Bullets, cuya introducción la escribió Evo Morales Ayma.

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